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Que San Sebastián sea la capital gastronómica europea por antonomasia es algo indiscutible. Y en una ciudad que acumula el mayor número de estrellas michelín por habitante del mundo, el restaurante Amelia, liderado por el chef argentino Paulo Airaudo, se ha convertido en la primera estrella frente a la bahía de La Concha y Airaudo en el primer chef extranjero que alcanza tal reconocimiento.
Podríamos decir que la imparable carrera en los fogones de Paulo se equipara a su desarrollo empresarial, un crecimiento fruto de «trabajo, trabajo y más trabajo», nos cuenta. Porque aunque este chef argentino con raíces italianas vive entregado a Amelia, su «niña bonita», su cocina está presente en Londres, en el también estrellado Da Terra, y en Hong Kong, donde suma otros tres restaurantes. Pero su aportación gastronómica a San Sebastián no termina en Amelia: también lidera Da Filippo, un clásico italiano; y 1985 Cantina Argentina, un auténtico asador parada obligatoria para todo amante de la carne. Un total de tres establecimientos que dejan huella de sus orígenes a través de su pasión: la cocina.
El aterrizaje en Amelia ya es un auténtico deleite para los sentidos: tanto por su inmejorable ubicación geográfica, como el edificio del que forma parte: el Hotel Villa Favorita (Calle Zubieta, 26), una de las últimas villas restauradas frente a la inmensidad de la bahía de La Concha. Una vez bajas las escaleras comienza el viaje: la estética neoyorkina del espacio, una cuidadísima playlist de música con clásicos de los 70 y la oportunidad de ser testigo in situ del paso a paso en la cocina del chef argentino. Porque haciendo un guiño a las tradicionales barras de pintxos, en Amelia han unificado este sello donostiarra con la alta cocina de vanguardia ofreciendo la posibilidad de vivir la experiencia desde la barra mientras observas el delicado y minucioso proceso de elaboración tras cada una de las creaciones.
Su propuesta parte de unos pocos productos, fieles a una altísima calidad y con un fondo trabajado con minuciosidad. Así podríamos describir la apuesta de Amelia: una cocina con voz propia y una fuerte personalidad basada en productos de temporada bajo las manos magistrales de Airaudo. Porque Amelia significa viajar a nuevas culturas, sensaciones y sabores. Una muestra de ello, en la imagen superior, el crudo de Hamachi con hinojo. El bogavante con crema de calabaza es otro de los platos estrella, una fusión de sabores que funciona en perfecta sintonía, sin olvidar el taleggio topinambur, un ravioli que provoca tal explosión de sensaciones que resulta imposible no trasladarte a otro lugar.
En el menú degustación, que Paulo denomina como «una mezcla de la cocina italiana y asiática», la convivencia de diferentes culturas se cristaliza en una trama de sabores y texturas que nos traslada a diferentes puntos del globo y que siempre parte de pocos productos de una indiscutible calidad. «Traemos lo mejor de cada producto, sin obligarnos que sea estrictamente materia prima de kilómetro cero», apunta. Fiel a la máxima «de dónde sea, pero tiene que ser lo mejor»; el grosso de sus proveedores se localizan en el País Vasco y lo conforman pequeños productores.
Para terminar, nos trasladamos a la terraza de la planta calle y disfrutamos de los últimos postres con unas vistas de ensueño a la bahía acompañados del ligero ruido del mar. Paulo sube de vez en cuando, se sienta y habla con los clientes dejando una vez más muestra de su carácter vital y enérgico. Una experiencia enmarcada en un ambiente íntimo, distendido y familiar que se convierte en el broche de oro de la visita a Amelia.
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