![«Es nuestra última oportunidad de cambiar el país»](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/201901/24/media/cortadas/guaido-kF0B-U7038223059933E-984x608@Diario%20Vasco.jpg)
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Han pasado más de dos mil días desde que Maduro fuese proclamado presidente de Venezuela. Desde entonces el país se encuentra inmerso en el caos económico que ha provocado el éxodo de al menos 2 millones de sus ciudadanos en los últimos años. Hoy, los jóvenes venezolanos asentados en Gipuzkoa viven pendientes de sus telefónos. Esperan, con preocupación, noticias de sus familiares y se interesan por conocer cómo desembocará la autoproclamación de Juan Guaidó, el ingeniero que creció mientras Chávez consolidaba su revolución. La mayoría de los venezolanos vive con esperanza este nuevo tiempo político que puede abrirse en un país que busca desesperadamente una salida. «Guaidó ha dado un gran paso», dice Victoria di Fino. Sin embargo, otras voces como la de Andrea Rivero se muestran más cautas y prefieren esperar a ver qué pasa en las próximas 72 horas. Quieren confiar en que caiga el gobierno de Maduro, pero los precedentes les impiden soñar con una nueva Venezuela.
Lleva tres años en San Sebastián viviendo alejada de su familia. Ellos siguen en Caracas, de donde acaba de volver tras pasar las Navidades. La radiografía de la situación actual del país que hace esta estudiante de Ingeniería de Tecnun-Universidad de Navarra no tiene nada que ver con la que habría hecho cuando sus padres decidieron que emigrara. Ha visto una Venezuela muy diferente a la que dejó. «Basta con ver las caras de la gente, ver cómo se visten, cómo se han deteriorado las calles, los edificios, los semáforos... La gente está intentando sobrevivir. Hay más inseguridad en las calles, escasea la comida en los supermercados, cada vez hay más devaluación y eso afecta a la salud de la gente», explica Di Fino. Su familia no ha vivido de cerca lo que es no tener comida ni medicamentos porque sus padres todavía mantienen su trabajo y consiguen, aunque con dificultad, cambiar los dólares por bolívares. Pero la falta de algunos recursos sí. «En mi casa, solo hay agua de lunes a miércoles. Aprovechan esos días para llenar unos bidones y guardarlos para el resto de la semana. Es una situación muy estresante en la que todo el mundo intenta sobrevivir».
La autoproclamación de Guaidó la vive, desde la distancia, con «esperanza». Quiere que la situación cambie y cree que el «pueblo venezolano que no iba con la oposición ha encontrado en Guaidó un nuevo líder y nos ha hecho recuperar la esperanza. Hay miedo, sí. Miedo a las represiones de Maduro, que se puede alborotar y responder, pero es un gran paso el que ha dado Guaidó y muchos países lo apoyan».
Como Di Fino, Rosmely ve como un «respiro a Guaidó y califica de despertar» lo que ocurre en Venezuela. Pero, ¿por qué se produce esta situación ahora? «Porque ha habido una explosión y el pueblo ya no aguanta más». No ha sido fácil para esta estudiante de Arquitectura afincada en la capital guipuzcoana tener que dejar a su padre en su país natal y lleva unos días muy sensible. «Es desesperante, tengo sentimientos encontrados porque por un lado, quiero estar allí y por otro no puedo», dice.
El miércoles a la noche fue uno de los días que merece la pena apuntar en el calendario. «Guaidó va a servir para despertar conciencias y mejorar las condiciones de los venezolanos aunque todavía hay mucho trabajo por hacer». Preguntada sobre unas posibles elecciones que den paso a un gobierno diferente, Rosmely no duda en responder que «no se garantizarían unas elecciones libres y democráticas. Si no se dan bajo esas condiciones, no sirve de nada. El pueblo es el que tiene que decidir. Ahora, ha decidido que respalda a Juan Guaidó. No importa tanto que no haya sido mediante unas elecciones. No podemos esperar a una elecciones».
A Gustavo le intentaron secuestrar una tarde en Caracas. Recuerda al detalle las calles por las que pasó para intentar despistar a quienes le seguían. «Te salvaste flaco» fueron las palabras exactas que le dijeron desde una furgoneta blanca los que querían retenerle. Afortunadamente todo quedó en un susto porque pudo entrar a tiempo en casa de una amiga suya. Entonces, tenía 16 años. Ahora, 22. Antes buscaba una vida lejos de las inseguridades y lo ha conseguido en San Sebastián. Lo malo es que sus padres siguen allí. «Son comerciantes de toda la vida y pueden sobrevivir, pero tienen mucho cuidado. No salen después de las cinco de la tarde», dice Lascurain.
Como muchos jóvenes está «motivado con la situación actual» y aplaude el apoyo internacional. «Dice mucho. El problema es quién llama a las elecciones si Guaidó no tiene comite electoral. Tiene que haber una salida militar que no traiga muertos. Pero va a ser un proceso lento, porque hay muchos intereses de por medio. Es un cambio completo que no se va a dar de la noche a la mañana. Tiene que haber una transición sin rencores que una a todos los venezolanos al margen de las opciones políticas».
«Desde los quince años los temas de conversación con mis amigas han girado en torno a la política. Sabíamos lo que estaba pasando en nuestro país y veíamos las protestas que se estaban formando», dice Andrea Rivero. Es estudiante, también en Tecnun, y comparte aula con Di Fino. Las dos llevan las últimas horas repasando sus redes sociales para mantenerse informados. «Mis padres tomaron la mejor decisión para mi mandándome fuera, pero sueño con poder volver. No quiero que toda la sangre derramada haya sido en vano», dice Rivero. A sus veinte años y desde la distancia, Rivero analiza el nombramiento del presidente de la Asamblea Nacional. «Esta es la última oportunidad. La situación es muy grave, si de esta no salimos, no hay marcha atrás. Ya ha pasado más veces y el Gobierno no cae porque tienen a las Fuerzas Armadas de su lado. Me produce dolor que vuelva a ocurrir lo mismo».
Con los muertos en las protestas de esta semana, ascienden a casi trescientos los fallecidos en las manifestaciones durante el régimen de Maduro, según el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos. No conocía a Guaidó, pero está emocionada por que se produzca un cambio. «La oposición estaba dividida y no había unión. Cada uno tendrá su posición política pero Guaidó nos ha hecho creer y vivir en una Venezuela normal», reconoce Rivero que tiene la cabeza aquí y el corazón allí. Es cauta. Sabe que hay que esperar y que los días venideros pueden ser decisivos. «Se va a hacer largo, pero ahora hay que ver quién manda de verdad», sentencia.
Dejó Venezuela poco después de que asesinaran a su hermana. No tiene vínculos con la política venezolana, a pesar de su apellido, pero sí tiene lazos con Euskadi, de donde son sus abuelos. Victoria Ledezma es abogada, tiene 26 años y vino de Caracas «huyendo de la inseguridad». Tiene el estómago encogido y el corazón allí. Comprueba cada vez que hay movilizaciones que sus primos, que siguen en Caracas, estén a salvo. «Ellos son los primeros que salen a protestar y a las marchas», dice Ledezma.
He vuelto hace poco de Venezuela y «era una realidad paralela. Maduro es insostenible. No puedo entender que un país viva en ese estado». A Ledezma le soprendió que Guaidó asumiera las competencias que le otorga la Constitución de Venezuela en virtud de los artículos 233 y 333. «Esto ya no va de ser chavista u opositor. Es una cuestión de sobrevivir. Necesitamos un cambio. Chávez actuaba acorde a la ley y Maduro no respeta la carta magna». Coincide con el resto de jóvenes que va a ser un proceso largo, que tiene que llevar a elecciones. «Para ello, hay que depurar los órganos del Gobierno que no ofrecen ningun tipo de garantía y no hay división de poderes, menos en la Asamblea Nacional. Lo que hemos visto es apoyo histórico a Guaidó. Nunca había sido tan fuerte porque la realidad cultural, social, política y ecomómica es muy diferente de la de hace cinco años», detalla Ledezma.
Desde 2015 se ha disparado la llegada de venezolanos a Euskadi, según explica Aitzbea Ramos, de la asociación Tierra de Gracia, que ofrece apoyo migratorio e inserción social en el País Vasco a quienes llegan desde Venezuela. Según los datos que manejan, el colectivo de inmigrantes venezolanos ha crecido un 252% en la última década. Es la variación entre los 1.769 que había en 2008 y los 6.224 de 2018. En una década, la cifra se multiplicado por 3,5. El mayor crecimiento en este periodo se dio entre 2014 y 2015. Ahí tuvo lugar el auténtico salto
Los recién llegados se han afincado, sobre todo, en Bizkaia, territorio donde se concentra la mayor parte de los venezolanos que residen en la comunidad. «Nuestros aitas, aitites y demás son vascos, nacidos en Euskadi -explica-. Fueron a Venezuela a buscarse la vida al terminar la guerra y durante el franquismo. Hoy estamos de vuelta, buscándonos la vida aquí. Y trabajando por nuestro país a control remoto». Este miércoles se concentraron junto al Arriaga para mostrar su esperanza en un cambio.
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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