«Fue como de película, parecía el fin del mundo», son las palabras con las que Garikoitz Goñi, oriotarra de 22 años que estudia en Bangkok, describe los momentos de tensión que vivió durante el fuerte terremoto de magnitud 7,7 que sacudió el pasado viernes los países asiáticos de Myanmar, Tailandia y China y que ya ha dejado más de 1.600 víctimas mortales, miles de heridos y un importante número de desaparecidos.
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En Tailandia, el país asiático en donde se encuentra Garikoitz Goñi cursando su último año de ingeniería desde el pasado agosto, el terremoto sacudió la zona metropolitana de Bangkok, dejando nueve muertos y más de 100 desaparecidos, la mayoría bajo los escombros de un edificio de 30 plantas en construcción. «Ha sido impresionante. Algo inesperado. Yo vivo en un edificio de diez plantas y estaba en la cuarta planta, tranquilamente en el gimnasio y la piscina cuando comenzó a temblar», cuenta Garikoitz.
«Fue sobre el mediodía. Nunca había sentido algo así. El edificio empezó a moverse y el material del gimnasio se cayó. La piscina se vació también por el movimiento y salí corriendo del edificio con lo puesto», relata el joven guipuzcoano todavía con el susto en el cuerpo. «Cuando salí a la calle me junté con más estudiantes, la mayoría franceses, y vi cómo los rascacielos de cincuenta plantas se movían como gelatinas. Fue como de película, parecía el fin del mundo».
A partir de entonces, el joven cuenta que «no nos dejaron entrar al edificio por seguridad y por si había una réplica. Algunos locales nos llevaron a una zona descampada y como todo estaba cerrado y no había ni tiendas ni nada, unas señoras nos dieron comida», relata el joven que llamó «inmediatamente» a su madre para avisarle que estaba bien y que estuvo en la calle hasta las 19.00 horas.
Aunque el joven oriotarra lamenta que «nadie nos informaba de nada, nos íbamos enteramos de las cosas gracias a grupos de Whatsapp que tenemos los estudiantes, solo veíamos algunas calles de Bangkok colapsadas y muchas patrullas de policía».
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Este sábado el joven informaba que ya todo iba volviendo «poco a poco a la normalidad», aunque «el viernes cuando llegue a mi casa la televisión se había caído y muchos cuadros también. No pude dormir en toda la noche por el susto y los nervios», admite. Afortunadamente, ningún amigo o conocido de Goñi ha resultado herido, aunque si que ha habido muchos de sus amigos de Gipuzkoa los que «me escribieron para saber como estaba. La verdad es que ha sido una experiencia increible, hasta ahora estoy asimilando lo que ha pasado», finaliza.
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