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Donald Trump ha invocado la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para deportar a 238 presuntos pandilleros, con destino a una prisión de máxima seguridad ... en El Salvador. Mediante esta norma el proceso fue agilizado eliminando su derecho a una audiencia en un tribunal. ¿Pero quién está en la mira del presidente estadounidense? La banda venezolana conocida como Tren de Aragua.
En un comunicado la Casa Blanca sostiene que el TDA es una de las organizaciones terroristas más violentas y despiadadas del planeta. «Violan, mutilan y asesinan por deporte». La Administración Trump asegura que es responsable de algunos de los crímenes más atroces ocurridos en el país en los últimos años, como los asesinatos de los menores Laken Riley y Jocelyn Nungaray, y consideran que el grupo es una amenaza directa para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Sin embargo, los expertos aseguran que el Tren de Aragua no supone el peligro que la presidencia norteamericana sugiere. En febrero el Departamento de Estado designó a la pandilla como una organización terrorista extranjera, aunque su funcionamiento no es como el de los típicos grupos normalmente encuadrados en esta categoría como los talibanes o Al Qaeda.
«No hay una causa ideológica. Su único objetivo es el dinero», explica Ronna Rísquez, periodista de investigación y experta en crimen organizado en Latinoamérica, en declaraciones al diario 'The Washington Post'. «Si se define el terrorismo como propagar el miedo, claro. Pero si se los compara con las organizaciones que Estados Unidos suele clasificar como terroristas, hay una gran diferencia».
Quienes han estudiado al grupo estiman que solo unos pocos cientos de personas vinculadas a la pandilla viven en EE UU, una cifra muy inferior a los más de 800.000 venezolanos que residen en el país -la mayoría de los cuales cuentan con protección temporal frente a las deportaciones-.
La forma en que las autoridades identifican a los miembros del Tren de Aragua también ha sido objeto de crítica por parte de expertos y abogados de inmigración. «Por lo general no se necesita mucho más que un tatuaje» o ser acusados por una fuente confiable, reconocía Bill Hing, profesor de derecho y estudios migratorios en la Universidad de San Francisco, quien ha representado a migrantes acusados de pertenencia a pandillas.
La cárcel de Tocorón, en el norte de Venezuela, es el lugar de nacimiento del Tren de Aragua. Durante su internamiento en esta prisión, Héctor Guerrero, alias 'Niño Guerrero', ha convertido al grupo en lo que es hoy en día: la estructura criminal más poderosa del país y el único clan local que ha logrado afianzarse en el extranjero. Se le compara con el cartel de Sinaloa de México.
El Tren de Aragua pasó de ser una pandilla carcelaria confinada en el Estado que le da nombre para convertirse en una amenaza que traspasa fronteras con un amplio catálogo de crímenes: extorsión, secuestro, trata de personas con fines de explotación sexual, tráfico de migrantes, contrabando, minería ilegal, tráfico de drogas al por menor, ciberdelincuencia y robo.
La banda se expandió en 2017, tras el colapso económico y político que Venezuela experimentó y provocó un éxodo masivo de personas. El grupo se integró al movimiento de contrabando, expandiéndose más allá de Venezuela y atravesando Sudamérica, Centroamérica y, en cierta medida, Estados Unidos.
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