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El primer ministro galo, François Bayrou, se juega esta semana su futuro al frente del Gobierno de Francia. El dirigente centrista ha recurrido este lunes a un polémico decreto gubernamental para aprobar los presupuestos de este año, que ya le costaron el cargo en diciembre ... a su predecesor, Michel Barnier. Son unos días de déjà vu en la política gala. El responsable del Ejecutivo ha apostado por la misma estrategia que Barnier para sacar adelante las cuentas del 2025, que conllevan un importante recorte del gasto público en aras de reducir el elevado déficit público. ¿Pero Bayrou logrará un final menos trágico? Lo más probable es que sí, aunque depende de los socialistas y de la extrema derecha de Marine Le Pen.
Al utilizar el artículo 49.3 de la Constitución, el veterano dirigente, de 73 años, ha adoptado el texto presupuestario sin una votación en la Asamblea Nacional. Estas cuentas solo disponen del apoyo de 211 diputados (de un total de 577). Por consiguiente, Bayrou apostó por la vía rápida del polémico decreto, cuyo uso abre la puerta a que las oposiciones presenten una moción de censura. Así lo anunció esta misma tarde la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos). Probablemente, se debatirá y votará el miércoles esta iniciativa para forzar la dimisión del 'premier', con pocas opciones de fructificar.
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«Estamos ante la semana de la verdad. Ningún país puede vivir sin un presupuesto», aseguró Bayrou en su discurso en el hemiciclo, donde anunció que recurre hasta dos veces al 49.3 (para el texto presupuestario y también para la financiación de la Seguridad Social). «Dentro de diez días, Francia dispondrá de un presupuesto, lo que será una muestra de responsabilidad y estabilidad», añadió el primer ministro. El líder del MoDem —uno de los tres partidos que componen la coalición macronista— parece estar en una buena posición para resistir a un muy fragmentado Parlamento al menos hasta el verano. A partir de entonces, el presidente, Emmanuel Macron, podrá convocar de nuevo unos comicios anticipados.
Para que el Ejecutivo saque adelante finalmente las cuentas públicas, con las que quiere reducir el déficit del 6,1% al 5,4% este año, debe superar la moción de esta semana. Además de los 71 diputados insumisos, la censura recibirá el apoyo de los 38 ecologistas y los 17 comunistas. Para tumbar al Gobierno, necesita que se sumen a ella los 140 representantes de la extrema derecha y al menos 22 del grupo de los socialistas (con un total de 66 miembros). La dirección del Partido Socialista (PS) anunció este lunes que se desmarca de sus socios de la frágil coalición del Nuevo Frente Popular (NFP) y que no apoyará la moción del miércoles.
El PS justificó su decisión «por el espíritu de responsabilidad y el interés del país», según un comunicado en que lamentó que «en ningún caso se trata de los presupuestos de un Gobierno de izquierdas». No se pueden descartar, sin embargo, disensiones internas en las filas socialistas —ocho de sus diputados ya votaron una moción parecida en enero—, lo que da una mayor relevancia a la posición de la Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés). El partido de Marine Le Pen ha preferido mantener el suspense y aún no ha revelado qué hará el miércoles.
Tras su designación al frente del Ejecutivo el 13 de diciembre, Bayrou ha tenido la habilidad de suavizar la oposición de los socialistas sin hacerles grandes concesiones. Ya logró que no lo censuraran en enero a cambio de una mesa social entre los sindicatos y la patronal, en que las organizaciones de trabajadores cuentan con pocas opciones de impedir la impopular subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años. Y ahora está a punto de sacar adelante unos presupuestos que comportan una reducción de cerca de 30.000 millones de euros del gasto público, uno de los mayores tijeretazos en las últimas décadas en Francia.
«Estos presupuestos son peores que los de Barnier», lamentó el insumiso Éric Coquerel, presidente de la Comisión de Finanzas. Aún más contundente se mostró Jean-Luc Mélenchon, principal referente de la izquierda insumisa, al considerar que la decisión del PS supone que «el NFP pierde un partido (el socialista)». Además de haber aprobado los presupuestos, Bayrou ha fragmentado a sus adversarios de la izquierda.
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