![Europa avisa a Trump que no permitirá que «interfieran en nuestra democracia»](https://s2.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2025/02/15/scholz-kTRD-U230869128270plH-1200x840@RC.jpg)
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A Estados Unidos y Europa les separa hoy más que unos miles de kilómetros. Entre los tradicionales aliados existe un auténtico abismo desde la vuelta ... de Donald Trump a la Casa Blanca. Y la brecha no para de crecer. La relación se ha resquebrajado esta semana un poco más con el discurso del vicepresidente estadounidense, JD Vance, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, donde el viernes propinó un golpe bajo al Viejo Continente. Le acusó de socavar la democracia y la libertad de expresión, comparó sus gobiernos con regímenes autoritarios y se puso del lado de la ultraderecha, con aviso incluido sobre «los millones de migrantes incontrolados» que hay en sus calles. El sábado llegó la respuesta europea, mucho más diplomática, a la cadena de ataques: «Nadie está obligado a adoptar nuestro modelo, pero nadie puede imponernos el suyo».
El ministro de Exteriores de Francia, Jean-Nöel Barrot, fue con esas palabras el último en sumarse a las críticas hacia Vance por una intervención en la que llegó a acusar a Europa de arrastrar una amenaza interna «más preocupante» que la que pueden representar China o Rusia. Lo que dijo el número dos de Trump no era una opinión personal, que también, sino el eco de lo que piensa su propio jefe, quien horas después avalaba el sermón del vicepresidente a la comunidad europea. «Escuché un discurso y habló sobre la libertad de expresión. Y creo que es verdad. En Europa están perdiendo su maravilloso derecho a la libertad de expresión», soltó antes de coincidir en que el Viejo Continente se enfrenta a «un gran problema de inmigración». «La libertad de expresión está garantizada», contestó el político galo, quien lamentó el intento de imponer otros valores a los europeos igual que se les obliga a asumir aranceles.
Wie es mit unserer Demokratie weitergeht, das entscheiden wir. Es gehört sich nicht, wenn Außenstehende zugunsten der AfD in unsere Demokratie, in unsere Wahlen eingreifen – erst recht nicht unter Freunden und Verbündeten. Das weisen wir entschieden zurück!#MSC2025 pic.twitter.com/BJ2LHt8ll3
— Olaf Scholz (@OlafScholz) February 15, 2025
Pero si hay un líder europeo molesto con el discurso que lanzó Vance ante una boquiabierta audiencia en el Hotel Bayerischer Hof es el canciller Olaf Scholz. El mandatario, y anfitrión de la Conferencia de Seguridad de Múnich, se mostró el sábado contundente: «No aceptamos que personas ajenas interfieran en nuestra democracia, en nuestras elecciones y en la formación democrática de la opinión pública». La nada disimulada defensa de la ultraderecha que hizo el vicepresidente estadounidense -quien se reunió horas después con la líder de la extremista Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel- sentó como una puñalada a buena parte del espectro político germano, que en una semana (23 de febrero) se enfrenta a unos comicios legislativos con la formación ultra disparada en los sondeos. El número dos de la Casa Blanca criticó el cordón sanitario y se atrevió a aconsejar a los conservadores, favoritos para esa cita, a buscar alianzas con AfD.
«Eso no es de recibo, especialmente entre amigos y aliados, y lo rechazamos firmemente. Nosotros mismos decidiremos lo que ocurre con nuestra democracia», se quejó Scholz que, pese al evidente enfriamiento entre Estados Unidos y Europa, ensalzó las relaciones transatlánticas. La seguridad y la defensa, sin embargo, asumió, dependen ahora de los propios socios comunitarios ya que Washington está empeñada en cumplir con el mantra del 'America first' que promulga el magnate. La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, ha sido franca: «Parece que quieren (Estados Unidos) iniciar una pelea con nosotros».
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Juan Carlos Barrena
En cualquier caso, la controvertida intervención de Vance sólo ha sido una gota más en el vaso que contiene el malestar de Europa con la Administración Trump por su trato hacia quien debería ser su aliado y no un enemigo. A Bruselas le preocupa, y mucho, el papel adoptado por el presidente de cara a las negociaciones de paz para Ucrania. El republicano, que por ahora no ha recibido a ningún miembro de los Veintisiete ni de las instituciones comunitarias en la Casa Blanca, telefoneó el miércoles primero al jefe del Kremlin, Vladímir Putin, y después al dirigente ucraniano, Volodímir Zelenski, pero no se ha puesto en contacto todavía con ningún miembro de la UE para abordar el fin de la guerra.
El enviado de Trump para Ucrania, el general Keith Kellogg, arrojó el sábado otro jarro de agua fría sobre las aspiraciones de Bruselas en este asunto. Al ser preguntado sobre si Europa tendría asiento en una posible mesa de diálogo, no lo dudó: «No». Incluso el neerlandés Mark Rutte, secretario general de la OTAN, parece remar en los últimos días a favor de Washington. «Si los europeos quieren tener voz, demuestren su relevancia», avisó en Múnich.
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