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Captura de televisión de las imágenes del atentado que costó la vida al científico iraní Masoud Alimohammadi en 2010

Misteriosos crímenes y atentados sin resolver han marcado la carrera nuclear iraní

Las autoridades persas han acusado de forma extraoficial a Estados Unidos e Israel de estar detrás de las muertes para paralizar su proyecto atómico, algo que ambos países siempre han negado

OSCAR B. DE OTÁLORA

Miércoles, 15 de julio 2015, 11:03

El programa nuclear iraní está marcado a sangre y fuego por una larga cadena de asesinatos y atentados sin esclarecer que han tenido como objetivo evidente paralizar cualquier posibilidad de que Teherán disponga de una bomba atómica. Fuentes extraoficiales han atribuido estos crímenes a los ... servicios secretos israelitas y norteamericanos, aunque ambos Estados siempre lo han negado. Dada la opacidad del gobierno persa con respecto a su carrera nuclear, una de las incógnitas que han dejado estos crímenes es saber cómo afectaron a política atómica iraní. Hoy en día se ignora si las muertes la ralentizaron hasta favorecer el actual acuerdo o no han tenido ninguna repercusión.

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El gobierno persa siempre se ha movido en la oscuridad al informar sobre estas muertes. Reconocer su vinculación con el programa nuclear habría supuesto dar la razón a las instituciones internacionales que le acusaban de haber iniciado una carrera en pos de la fabricación de la bomba atómica, lo que habría justificado las sanciones económicas. Por la parte de los hipotéticos patrocinadores de los asesinos, ningún país está dispuesto a reconocer que comete crímenes en suelo extranjero.

La primera muerte se produjo en enero de 2010, cuando el experto en teoría cuántica de la Universidad de Teherán Masoud Alimohammadi falleció al explotar una motocicleta bomba estacionada en la ruta que el científico seguía diariamente con su automóvil. En estos momentos nadie pone en duda el papel del técnico en la fabricación de la 'bomba', aunque, en los días previos al asesinato, el Gobierno iraní negó cualquier relación de Alimohammadi con la carrera armamentística. Los servicios secretos iraníes detuvieron por el atentado a un joven de 24 años, quien dos años más tarde sería ahorcado en una prisión de Teherán. Se le vinculó con una operación secreta del Mossad, acusación que no pudo ser demostrada.

Acusación de la ONU

El segundo crimen tuvo lugar en enero de ese año, cuando fue asesinado Majid Shahriari, otro experto en teoría cuántica que, supuestamente, trababaja en una universidad dependiente del Ejército iraní dedicada a la fabricación de misiles atómicos. Shariari murió al estallar una bomba que un motociclista había colocado en su automóvil. El crimen se produjo de forma paralela al intento de asesinato de Fereydoon Abbasi, un destacado físico nuclear, próximo al presidente iraní Mahmud Ahmadineyad y considerado un abanderado del programa nuclerar. Abassi resultó herido de gravedad al explotar un artefacto colocado en su vehículo pero consiguió salvar su vida. Aunque toda la carrera nuclear iraní ha estado envuelta en el secreto, el primer documento de la ONU que aprobaba las sanciones contra el país persa en 2007 incluía su nombre y lo consideraba uno de los líderes de la carrera armamentística.

El siguiente atentado fue el de Darioush Rezaeinejad, un ingeniero electrónico de 46 años. Rezaeinejad fue tiroteado por un motociclista cuando se dirigía a su casa con su mujer -que resultó herida-, tras recoger a su hija en una guardería. Irán siempre ha negado que este técnico tuviese relación con la carrera nuclear, aunque está negativa siempre ha sido difusa y en occidente se le atribuye ser el experto en los detonadores de la bomba atómica.

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La cadena de muertes continúa con la del general de la Guardia Revolucionaria -el nuclero duro del régimen iraní- Hassan Tehrani Moghaddam, considerado el mayor experto en misiles del régimen persa. Este alto oficial falleció el 12 de noviembre de 2011 en la explosión del arsenal de Bid Kaneh, un recinto de alta seguridad situado a sesenta kilómetros al este de Teherán. En la detonación fallecieron otras 17 personas y cuarenta resultaron heridas. Irán ha negado siempre que esta explosión tuviera su origen en un sabotaje y la atribuye a un accidente durante el transporte de municiones. De nuevo, esta versión oficial fue puesta en duda en medios occidentales que continuaron relacionando el estallido con los intentos ocultos de paralizar la carrera nuclear persa.

Explosión "no accidental"

Dieciséis días más tarde, una explosión que aún no ha sido aclarada afectó a la planta de Isfahan, uno de los principales centros de enriquecimiento de uranio de Irán. De nuevo la confusión sobre esta explosión es absoluta. Mientras que fuentes occidentales la consideran no accidental, Irán han guardado silencio sobre los daños y sus causas. Lo cierto es que Isfahan era y es uno de los puntos clave del programa nuclear iraní ya que allí se comenzó el centrifugado de uranio, indispensable para la fabricación de combustible nuclear. En 2007, en esta misma planta había fallecido Ardeshir Hooseinpour, un experto en electromagnetismo vinculado con el programa atómico. Hosseinpor murió al respirar un gas venenoso cuyo origen se desconoce.

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Las explosiones del arsenal y de la planta atómica sirvieron para sacar a la luz una serie de detonaciones que se habían registado en los oleoductos iraníes. De nuevo surgió la incertidumbre a la hora de valorar si se trataba de explosiones provocadas por organizaciones clandestinas dedicadas a dañar la economía iraní o eran meros accidentes. Para entonces ya era pública la existencia del 'Stuxnet', un enigmático y sofisticado virus informático creado para poder apoderarse de forma remota de cualquier sistema de producción industrial. Hoy en día se desconoce quién creó esta herramienta informática y qué nivel de infección alcanzó en el sistema nuclear iraní, aunque se considera que su principal objetivo era dañar el sistema económico persa.

En diciembre de 2011se produjo la explosión mas misteriosa de todas, al saltar por los aires una acería de la histórica ciudad de Yazd, en el centro de Irán. En la detonación fallecieron siete personas y, según distintas fuentes, algunas de ellas podrían ser científicos norcoreanos, país que sí posee armamento nuclear y que supuestamente estaba ayudando a Irán a elaborar su 'bomba'. La fábrica estaba destinada a fabricar un acero refinado de especial calidad, idéntico al que emplen la centrifugadoras de uranio. Irán volvió a negar que se tratase de un sabotaje y atribuyó la detonación a munición antigua que iba a ser fundida para reciclar el acero.

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Un mes más tarde, el 11 enero de 2012 el químico Mostafa Ahmadi Roshan fue asesinado al estallar una bomba que un motociclista colocó en su automóvil. En ese momento, el reimen iraní ya era consciente de que todos sus técnicos nucleares estaban en peligro de muerte, por lo que Roshan contaba con un escolta que se encargaba de su seguridad. Ese día había examinado el vehículo en busca de bombas lapas pero no pudo evitar el atentado de su cliente. El guardaespaldas resultó herido grave.

Acusaciones extraoficiales y desmentidos oficiales

Roshan era un experto en el diseño de las membranas que se emplean para tratar material nuclear pero, según aseguró en ese momento el Gobierno iraní, su papel se limitaba a ejercer de comercial en la factoría de enriquecimiento de uranio de Natanz. De nuevo, Israel y Estados Unidos fueron acusados del crimen en declaraciones extraoficiales que portavoces oficiales de ambos países corrieron a desmentir.

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El de Roshan fue el último asesinato de un científico iraní vinculado al programa nuclear iraní. Es significativo que ese mismo año, Iran y Estados Unidos iniciaron unas conversaciones secretas que concluyeron al año siguiente, cuando se produjo el primer deshielo en las relaciones entre ambos países. En 2013, el presidente de Estados Unidos mantuvo una conversación telefónica con su homólogo iraní Hassan Rohani y, por primera vez, se puso en marcha un plan diplomático para desbloquear la agenda nuclear. Desde que Irán aceptó retornar a las negociaciones los atentados contra científicos iraníes no han vuelto a repetirse.

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