Beatriz Juez
Corresponsal en París
Viernes, 22 de octubre 2021, 22:06
Emmanuel Macron ha sacado la chequera para tratar de frenar el descontento de sus compatriotas por el alza del precio de los carburantes. De ese modo, el Ejecutivo quiere evitar, cuando queda medio año para las presidenciales, nuevas protestas en las calles como ocurrió con los 'chalecos amarillos'.
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El Gobierno pagará cien euros a 38 millones de galos para compensar la subida de los combustibles. Así lo anunció el primer ministro, Jean Castex, quien explicó que todos aquellos que ganen menos de 2.000 euros netos al mes podrán beneficiarse de esta «indemnización por inflación».
«Afrontamos una situación excepcional y hay que dar una solución excepcional», subrayó el jefe del Ejecutivo, que prometió que los beneficiarios recibirán el dinero automáticamente sin tener que hacer trámites. El coste total de la medida es de 3.800 millones de euros. Castex considera que el dispositivo elegido es «el más justo y el más eficaz». El primer ministro ya había anunciado en septiembre un «escudo de tarifas» para bloquear los precios del gas y la electricidad para los consumidores particulares.
Aunque los franceses también están preocupados por el encarecimiento de la factura de la electricidad, pagan menos de luz que otros europeos. Esto se debe a que el 70% de la producción de la electricidad en el país proviene de las centrales nucleares, lo que abarata el coste.
La ultraderechista Marine Le Pen consideró la medida anunciada por Castex es «injusta e ineficaz». «La limosna de la inflación no ayudará a los franceses», dijo Le Pen. La candidata socialista, Anne Hidalgo, pidió, por su parte, «una bajada masiva y temporal» de los impuestos sobre la gasolina. Y Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa (el Podemos francés), recordó que los ciudadanos también están «estrangulados» por el alza los precios de los productos de primera necesidad.
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El Gobierno es consciente de que el alza del precio de los carburantes puede ser un tema explosivo en Francia y, aún más, en plena campaña electoral. Teme que pueda reactivar el movimiento de los 'chalecos amarillos', que, aunque no ha desaparecido del todo, ha ido languideciendo.
La crisis de los 'chalecos amarillos' paralizó, entre noviembre de 2018 y primavera de 2019, cada sábado las principales ciudades del país. Sus protestas causaron graves destrozos materiales y dañaron la imagen del país en el exterior.
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Este movimiento social comenzó con protestas contra el alza de los carburantes en ciudades de provincias y acabó poniendo en jaque la presidencia de Emmanuel Macron. El mandatario se vio obligado a suspender el alza de los impuestos a los carburantes que había anunciado y hacer otras concesiones para frenar las protestas.
Los 'chalecos amarillos' amenazan ahora con otro otoño caliente. El pasado fin de semana volvieron a ocupar rotondas en varios puntos del país y para hoy hay anunciadas más movilizaciones. Todavía es pronto para saber si Francia volverá, tres años después, a verse contagia por esta 'fiebre' amarilla.
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