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Edurne Pasaban (Tolosa, 1973) fue protagonista ayer en la inauguración de la decimosexta edición del BBK Mendi Film Bilbao-Bizkaia, cuando en el Palacio Euskalduna de Bilbao recibió el prestigioso premio WOP Mendi Film que otorga la Fundación Walk On Projet y la Asociación Mendi ... Film Festival. Lo recibía de manos de Mikel Rentería, presidente de esta empresa social que lucha contra las enfermedades neurodegenerativas y que en la décima edición de este galardón reconocía a Edurne Pasabán como clara merecedora del mismo. «Este premio reconoce a la persona y sus valores como faro y ejemplo que sirven de inspiración social», señaló.
– ¿Cómo se siente con esta distinción?
– No voy a negar que me sorprendió. Evidentemente, contenta. Y me siento así porque, primero, el premio viene de casa. Te reconocen en muchos en sitios, pero en casa se agradece más. Y luego porque no es un premio a una trayectoria deportiva como tal, es un premio a los valores que representas y los valores de la montaña.
– Este galardón premia y reconoce la «defensa y divulgación de los valores del alpinismo».
– Es un orgullo ver las personas que me precedieron y entrar en esta lista de premiados porque representan los valores puros del alpinismo, que para mí son la solidaridad, el respeto al compañero, al rival, al entorno de la naturaleza, el equipo, la honestidad, la humildad... Todos esos valores que te da la montaña a lo largo de los años.
– ¿Qué entiende ahora mismo por valores del alpinismo? Se lo pregunto por esa muerte en el K-2 por falta de solidaridad, primando más subir a la cumbre que socorrer al porteador...
– Sí, conozco el caso. Esa gente que va ahora no tiene esos valores. No los van a tener ni allí, ni en casa... Ahora mucha gente, sin ser montañero, se va a los ochomiles sin haber vivido la experiencia suficiente como para adquirir esos valores que da la experiencia en montaña a lo largo de los años.
– Y por el contrario, otra gente salvó a un porteador en el Broad Peak mostrando esos valores de los que hablamos, renunciando a la cumbre por salvar la vida de aquel joven pakistaní.
– Quiero pensar también que la gente joven ha heredado y aprendido esos valores. El verdadero alpinismo es ese.
– Ha recibido muchos premios por su carrera deportiva, el WOP Mendi Film va más allá...
– Cada premio ha representado cosas diferentes. Con el Wop, al reconocer esos valores eres un referente en quién fijarse y por ello tiene el peso de la responsabilidad. No es un premio a la carrera deportiva como tal, es hacia tu persona, a tu carrera de vida más que a tu carrera deportiva.
– ¿Hace trece años que logró convertirse en la primera mujer en hacer cima en los catorce ocho miles? ¿Qué queda de esa Edurne entregada cien por cien a ese reto deportivo?
– De aquella Edurne del año 2010 queda la pasión por la montaña. Me encanta la montaña, vivo en la montaña... ¿Qué se han acabado los retos deportivos? Pues sí. Pero en estos momentos, en esta época de mi vida soy muy feliz. Conservo los mismos valores y también la ambición por hacer cosas, antes eran los catorce, ahora son otro tipo de retos.
– Le costó hacerlo diez años de su vida, entre 2001 y 2010. Ahora, desde la perspectiva del tiempo pasado le pregunto, ¿mereció la pena tanto esfuerzo, tanto sacrificio?
– Sí, absolutamente. Lo volvería a hacer. Pero no por el hecho de haberlo terminado, si no por lo que viví. Sin duda, como se suele decir, si volviera a nacer, volvería a hacerlo.
– En esta 16ª edición del BBK Mendi Film Bilbao-Bizkaia que se inauguró ayer, también toma parte en una de las películas seleccionadas, 'El fin de la primavera', que aborda el tema del cambio climático en Guatemala. También luchando por la causa...
– Sí, totalmente. Diría que la Edurne de ahora se centra más por este tipo de causas, la lucha contra el cambio climático, la lucha por una vida mejor para las mujeres en Nepal, la lucha por la educación de las niñas y los niños nepalís. Somos referentes para todo, no solo de unos valores, la gente se fija en nosotros, hacemos de altavoz para las cosas importantes. Y el cambio climático me preocupa, como me preocupa el futuro que vamos a dejar. Si de alguna manera se puede colaborar, y si es importante y debemos seguir luchando, lo seguiré haciendo.
– Ha cumplido ya 50 años, ¿cómo sienta pensar que una ya tiene medio siglo de vida?
– La sensación es que no tengo tiempo para hacer las cosas que quiero hacer. Miro hacia atrás con un niño de seis años y todo lo que me gustaría hacer y veo que no me va a dar tiempo. ¡Y eso que voy a vivir 106 años! Me asusta que no llegue a ellos (risas).
– ¿Qué vida lleva en la actualidad?
– Me dedico al mundo de las conferencias motivacionales, ayudo a empresas a hacer equipo, trabajo de 'coaching'. Todo esto me lleva el 80% de mi tiempo. El resto, disfrutando de ser madre con mi hijo Max que ya tiene seis añitos, de la familia, de la montaña. Y ahora mismo pensando en cómo me voy a organizar el próximo año.
– Sigue yendo al Himalaya...
– Casi todos los años voy a hacer un 'trekking' o un 6.000 más tranquilo. Ahora quiero llevar a Max y creo que en 2024 entra esta posibilidad.
– ¿Cómo avanza su fundación 'Mountaineers for Himalayas by Edurne Pasaban' en su lucha porque las niñas y niños del Himalaya tengan una educación digna?
– Va muy bien. Afortunadamente, tenemos cada vez más ayudas y hemos conseguido apadrinar en Nepal a unos cien niños. Hace años ninguno estudiaba en la Universidad. Ahora hay jóvenes que ya han terminado sus carreras, están trabajando y tienen un futuro prometedor. Verlos que pueden llegar a esto es una gozada.
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