

Secciones
Servicios
Destacamos
Fuerte. Irene Sarrionandia es una mujer fuerte donde las haya. Su voz denota su fortaleza al otro lado del teléfono y su rapidez en la recuperación muestra, sin duda, su buen estado de forma a pesar de haber sido noticia hace unos días tras ser la protagonista de un rescate en el Garmo Negro durante la prueba de 4K Trail Valle de Tena, 43 Km (3.600 mD+ / 3.900 mD-) en torno al balneario de Panticosa.
Protagonista de un rescate sin querer porque, como ella misma relata, «a pesar de haber sufrido una hipotermia, o eso creo que sufrí porque nadie me lo confirmó, pude bajar por mi propio pie del Garmo Negro unos 600 metros de desnivel. Me fui recuperando, aunque me estaba esperando el helicóptero y me recomendaron, siguiendo el protocolo, que subiera porque iban a trasladarme en su interior hasta una zona de acceso, pero ningún médico me corroboró ni me dijo lo que me pasó».
La corredora de 75 años, natural de Zornotza aunque afincada los últimos 50 en Deba, cuenta con una dilatada experiencia en la montaña y nunca había sufrido ninguna incidencia hasta que el pasado fin de semana, «me empecé a sentir mal. Al principio noté que no me respondían ni las manos ni los pies, pero veía a escasos metros a varias personas de la organización y no desistí para llegar hasta ellos».
Sarrionandia recuerda que «en la salida por megafonía mencionaron que estaban anunciadas tormentas para la tarde y que tuviéramos cuidado, pero bueno, es lo habitual por estas fechas y recuerdo que pensé que si se producían, sería ya durante el descenso final de la carrera y no le di más importancia».
En su relato, detallado y contundente, resalta que los pronósticos no se cumplieron, o mejor dicho, se adelantaron, ya que «durante el ascenso al Garmo Negro comenzaron a caer las primeras gotas. A lo lejos veía que la cumbre estaba cubierta por la niebla. En ese tramo, coincidimos con algunos mendizales que descendían y que nos animaron a nuestro paso, mientras uno de los participantes les preguntó cómo estaba la cima. Nos dijeron que llovía y hacía frío, pero que no soplaba viento». Detalle que gustó a Sarrionandia, pero al llegar a la zona alta se desvaneció. «De camino saqué los guantes porque sentía frío. Después me puse un chubasquero porque empezó a llover más y cuando me di cuenta no me encontraba bien. Pedí ayuda porque no podía continuar».
La ayuda llegó de manera inmediata por parte de unos participantes que coincidieron con la corredora vasca. «En ese momento recuerdo que tenía frío. Quienes estaban en el punto de avituallamiento de la zona sacaron las mantas térmicas que tenían y me colocaron en el suelo, tapándome con ellas», explica y añade que «sentí el suelo muy frío y no fue muy reconfortante. Recuerdo que uno de los corredores que me atendió era un enfermero valenciano que se llamaba Pablo. Se colocó a mi lado para pasarme calor. Sentía que mi corazón palpitaba fuerte y mi respiración estaba alterada, pero en todo momento estaba consciente. De hecho, Pablo me hacía preguntas y me repetía que no cerrara los ojos mientras respondía a lo que iba diciendo».
Mientras Sarrionandia permanecía en el suelo recuperándose recuerda que «los miembros de la organización solicitaron un helicóptero, pero como había niebla les dijeron que no podía acceder a la zona». En ese momento, comenzaron a organizar la bajada a pie, pero la corredora no dudó en comunicar a sus acompañantes que quería levantarse. Dicho y hecho. «Entre unos y otros me ayudaron y me puse en pie. Tuve buenas sensaciones y poco después di unos pasos. Al encontrarme con fuerzas para comenzar el descenso, nos pusimos en marcha despacio, pero avanzando tranquilamente».
Para cuando se dieron cuenta ya habían descendido un buen tramo, «calculo que bajamos unos 600 metros de desnivel y conforme iba andando me iba recuperando. Cada vez me veía mejor, capacitada para bajar hasta el balneario de Panticosa donde me esperaba mi marido, pero me llevaron en helicóptero y resultó muy aparatoso».
La fortaleza de la corredora vasca deja bien a las claras que es parte de su carácter, ya que «durante el rato que estuve en el suelo, comenté a mis acompañantes que si no salía de aquello, que les dijeran a mi marido y mi hija que me había acordado de ellos. No se me pasó por la cabeza llamar a mi hija mientras competía como se ha publicado. No sabía lo que podía pasar, pero no quería que le llamaran».
La contundencia de sus palabras no deja lugar a dudas, mientras reconoce que «el lunes estaba haciendo ejercicio de nuevo y he salido a correr estos días». Sarrionandia asegura que «no sé si dentro de un año podré volver a correr en el Valle de Tena, pero lo que tengo claro es que no digo que no vaya a volver hacerlo».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Josu Zabala Barandiaran
Edurne Martínez y Sara I. Belled (gráficos)
Iker Elduayen | San Sebastián y Jon Munarriz | San Sebastián
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.