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Marek Holecek y Radoslav Groh obran el milagro del Barutse (Himalaya)

Marek Holecek y Radoslav Groh obran el milagro del Barutse (Himalaya)

Los alpinistas eslovenos sobreviven tras diez días en este sietemil nepalí en el que abrieron una nueva vía en alpino y sufrieron los embates del ciclón Yass durante un dramático descenso

FERNANDO J. PÉREZ

Martes, 1 de junio 2021, 09:31

«La situación no ha cambiado, estamos atrapados a siete mil metros y no podemos movernos. Sigue nevando, el viento sopla muy fuerte y no hay visibilidad. Estamos esperando un milagro que ojalá llegue el sábado». Las tres frases, crudas y sin un ápice de épica, pese a lo que pueda parecer, encogieron el pasado jueves al mundo alpinístico. Al verdadero, no al que está pendiente del circo del Everest. Las colgó en su Facebook el equipo de apoyo del esloveno Marek Holecek (46 años), quien se las había dictado por teléfono vía satélite desde una cueva excavada en la arista sur del Barutse (7.152 m). En ese momento, junto con su compañero de cordada Radoslav Groh (32 años), afrontaban el séptimo vivac en la montaña -el segundo atrapados a siete mil metros- y ya se les había terminado la comida.

Todo había empezado una semana antes, el día 21, tras vivaquear la noche anterior al pie de la pared noroeste de la montaña, un murallón de roca y nieve prácticamente vertical de 2.000 metros de desnivel, situada en la región del Khumbu, quince kilómetros al sur del Everest. Su objetivo era abrir la primera ruta en esa pared, y hacerlo en estilo alpino. Habían previsto completar la ruta en tres días y volver al campo base por la ruta 'normal' de la arista sur en uno o dos más. En total, cinco o seis días metidos en la montaña. Y para ese plan ajustaron al máximo lo que llevaban en las mochilas, sobre todo la comida, la gran damnificada siempre en el estilo alpino.

Pero, al final, el milagro se produjo. Este es el relato, en primera persona, que Holecek ha ido publicando en sus redes sociales sobre su aventura al límite, que ha servido, además, para descubrir el singular humor (más negro cuanto peor se ponían las cosas) de este ganador de dos premios Piolet de Oro (2017 y 2019).

20 de mayo (día 0)

«Ya estamos vivaqueando bajo la pared, y la partida del CB no fue tan clara como habíamos planeado. El tiempo estuvo jugando con nosotros y dejamos el campamento después de comer. Sin embargo, la decisión estaba tomada y, bajo una pequeña nevada, Radek y yo navegamos entre grietas en el hielo, y también bajo ominosos seracs del tamaño de casas.

Alguien congeló la cascada que caía de la montaña y que a primera vista parecía inmóvil. Preocuparse por ello en el momento de pasar por debajo, sobre si decenas de toneladas de hielo caerían sobre mi cabeza... No es un buen lugar para pensar…

A la luz de los frontales hemos levantado la tienda en el plateau nevado directamente bajo la pared noroeste. Mañana escalaremos y recortaremos los primeros metros de nuestro sueño. Deseamos luchar por el objetivo, pero también con muchas preocupaciones y un poco cagados en los pantalones».

22 de mayo (día 2)

«Desde los primeros metros, cuando los piolets y los crampones mordieron el hielo duro, estaba claro que sería una lucha difícil. En general, en los últimos años en el Himalaya no hay mucha nieve ni hielo en las paredes norte y oeste. La nieve y el hielo han disminuido de forma evidente.

Sin embargo, esperar un cambio a mejor hubiera sido como estar esperando a Godot. Nuestra maratón de doce horas terminó justo debajo del primer nevero. La dura escalada mixta exprimió nuestras fuerzas a cada paso y justo antes del anochecer hemos tenido que buscar dónde pasar la noche en la empinada pared. Al final, hemos encontrado un rincón donde hemos tallado una repisa en el hielo para dos culos. Un vivac de locos, pero seguimos adelante».

23 de mayo (día 3)

«Después de un miserable vivac, en el que hemos tenido nuestras piernas colgando toda la noche y nuestros culos resbalando fuera de la plataforma, hemos comenzado pronto por la mañana. Alrededor de las 11:00 hemos pasado los restos de una tienda en una ladera de 60º, que emergía parcialmente del hielo. Me hizo recordar la triste historia de mis dos amigos Peter y Kuba, que vinieron aquí años atrás con la misma idea que nosotros. De algún modo, algo fue mal y nadie les ha vuelto a ver [Petr Machold y Jakub Vanek, desaparecieron cuando intentaban abrir la arista sureste en otoño de 2013].

Ahora estamos 200 metros por debajo de la arista somital, desde donde solamente hay que escalar 100 metros entre la nieve hasta la cima del Baruntse. Hoy tenemos un buen vivac; vamos maduros como arándanos, pero todavía nos queda algo de fuerzas. Si el todopoderoso está en casa mañana y nos da su permiso, completaremos la cara noroeste del Baruntse».

24 de mayo (día 4)

«Hoy ha sido el peor día para nosotros. Órganos de nieve, hielo vertical y tramos de roca al límite. Una combinación de lo peor. Aún así, estamos a poca distancia de la cresta superior, que se encuentra a unos 50 metros.

Sin embargo, no hemos podido alcanzarla, porque comenzó a nevar muy fuerte y por la roca cayó una auténtica cascada de nieve. Por suerte, encontramos un lugar para vivaquear. Se trata de un promontorio prolongado, que tiene un agujero en cada lado, pero al mismo tiempo, en el medio, una pequeña plataforma para nuestra tienda. No hay un centímetro extra a ambos lados de la tienda.

Los avalanchas fluyen a nuestro alrededor, pero en este momento es nuestro Hotel Pupp [nombre del mejor hotel de la República Checa y con el que se refieren a sus vivacs]. Estamos cansados como gatitos congelados, hambrientos y sedientos. Dios nos ayude a subir mañana y también a descender».

25 de mayo (día 5)

«Infierno en la cima. Hoy, alrededor de las cuatro en punto de la tarde, Ráda y yo hemos terminado la nueva ruta a través de la pared NW, unos minutos después alcanzamos la cima de Baruntse. Ni siquiera hemos tomado fotos, no ha habido expresiones de alegría, inmediatamente hemos continuado descendiendo lo que nos ha permitido el clima infernal. Estamos a sietemil metros, en nuestro sexto vivac. Dormiremos en un saco de dormir completamente mojado.

Rezamos para que mañana tengamos al menos tiempo con visibilidad y podamos descender al valle. ¡Estamos muy cansados! ¡Ya hemos tenido suficiente!».

26 de mayo (día 6)

«Tinieblas blancas. Estamos atrapados por el clima. Otro vivac en la cresta del Baruntse, a 6.900 metros. La nieve está cayendo y no hay visibilidad. Tres horas con visibilidad serían suficientes para estar abajo. Lo Intentaremos incluso por la noche, pero -por ahora- estamos esperando. Se supone que debe nevar hasta el sábado. Enviaré actualizaciones mientras dure la batería de teléfono satélite».

27 de mayo (día 7)

«La situación no ha cambiado, estamos atrapados a siete mil metros y no podemos movernos. Sigue nevando, el viento sopla muy fuerte y no hay visibilidad. Estamos esperando un milagro que ojalá llegue el sábado».

Su equipo (formado por el alpinista Pavel Hodek y el cámara Tomáš Galas Galásek) lanzaban ese mismo día el siguiente texto para explicar la situación de Marek y Radoslav: «Marek puede enviar mensajes cortos a través de su teléfono satélite que se transmiten cuando el satélite se encuentra sobre él. Mientras dure la batería de su teléfono satélite puede informarnos sobre el progreso de la expedición. La situación de la meteo en la zona donde están Marek y Radoslav es muy mala. Nieva intensamente, diariamente caen 20-30 cm de nieve y la visibilidad es nula, incluso en el campo base. Nadie puede llegar aquí ni desde aquí todavía. Todo el mundo está esperando una mejoría del tiempo, que debería llegar el sábado. Gracias de nuevo a todos los que cruzan los dedos por los chicos».

28 de mayo (día 8)

«Hemos sobrevivido a otra noche infernal en un auténtico huracán y bajo una fuerte nevada. Hemos tenido que cavar constantemente la tienda de campaña para sacarla de la nieve. Todas las oraciones van al sábado».

29 de mayo (día 9)

«Otra vez una noche loca, congelada con un huracán, pero por la mañana hemos tenido sol y sin viento! Bajamos, bajamos, bajamos».

Por la tarde escribía:

«Hoy hemos destrepado 1.000 metros sobre terrible nieve de avalancha. Hemos logrado alcanzar terreno más relajante. Mañana esperamos que pueda volar el helicóptero desde Lukla al CB para que podamos coger un vuelo de Katmandú a casa. Probablemente en el campo base ya no quede nada, ni comida. Nos queda otra noche muy fría por delante».

Y su equipo de apoyo aclaraba:

«Mañana a las cinco en punto el helicóptero volverá desde Lukla y recogerá a los chicos. Están agotados pero vivos. Debido a la cantidad de nieve que cae, no es posible dejar el campo de la manera habitual. Todas las expediciones a esta zona han sido canceladas debido a la gran cantidad de nieve que cayó en un corto tiempo».

30 de mayo (día 10)

El equipo de apoyo escribía «los chicos han sido recogidos por un helicóptero y ambos están volando a Katmandú ahora».

Ayer, Marek ponía fin al relato de su aventura, que les ha costado un tercio de su peso corporal. Lo hacía con sus peripecias en Katmandú tras su evacuación en helicóptero desde el campo base. Y de nuevo cargado de humor:

«Toda la escalada no ha sido nada comparada con regresar a Katmandú. Sobrevivir aquí es más lotería que la experiencia que hemos vivido . Estoy bien, pero he tenido que cumplir con los protocolos. Primero, después de aterrizar en Katmandú, fui llevado a la clínica internacional [donde atienden a los extranjeros]. Es una cuestión de procedimiento del que es imposible escapar. Allí me sacaron sangre tres veces, así que me sangraron regularmente. Luego me hicieron rayos X y luego concluyeron que necesitaba oxígeno urgentemente. Al final tomé unas 1.000 pastillas diferentes. Así que podría convertirme inmediatamente en un distribuidor de drogas. Cuando me negué a tomar las pastillas y hacer cualquier otra cosa con ellas, llegaron a la conclusión de que no era normal y que moriría seguro. Me arriesgué y una ambulancia me llevó a través de la ciudad desierta de vuelta al hotel».

Y tras anunciar que habían bautizado la nueva ruta con el nombre de 'Trampa Celestial', confesaba que «lo único que nos molesta es que todavía no hay vuelos para regresar a casa». «Probablemente tendremos que ir andado», bromeaba. O no.

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