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No voy a negar que la visita privada con Alex Txikon a lo que será Mendietxe-La Casa de la Montaña, si, sí, con mayúsculas, ... me dejó franca y gratamente sorprendido ante lo que veían mis ojos.
Decenas de piolets, a cada cual más antiguo; otras tantas unidades de mazas de escalada; esas raquetas de nieve de todas las formas posibles; esos antiquísimos esquís de madera, con sus arcaicos bastones; aquellos trineos de nieve antiguos; muchas unidades de las más viejas gafas de sol; cascos de montaña de las más antiguas épocas, todo tipo de material de montaña desde que nació el alpinismo…, en fin, no voy a seguir para darles la oportunidad de visitar si o si el nuevo museo de la montaña que ha montado el alpinista lemoarra, residente en Azpeitia, Alex Txikon.
No dejaba de preguntarle, entusiasmado por lo que estaba viendo, y a la vez extrañado y curioso por saber la respuesta, de ¿cómo había conseguido tantos y tantos objetos?, ¿cientos, miles? ¡hasta animales de montaña disecados! -todos con su licencia, por supuesto-, Alex Txikon fue rápido en su contestación: «Son muchos años viajando por las montañas del mundo y cada vez que tenía una oportunidad, ahí estaba invirtiendo en todo esto que estás viendo ahora mismo».
Y no digamos nada del espectacular inmueble que recoge todo este contenido con sus piezas únicas en el mundo. Se trata de una iglesia y el edificio que lo rodea que sirvió de convento a las monjas Esclavas de Azpeitia cuya propiedad es de Luciano Soraluze, un empresario azkoitiarra que se hizo con el edificio en 1998 y está siendo rehabilitado. Un ala del mismo es ahora propiedad del Gobierno Vasco recuperando el espacio para viviendas sociales. Y una parte del edificio lindante con la iglesia, Luciano lo ha cedido para Mendietxe ocupando unas magníficas y espaciosas salas. Habrá una zona para el disfrute de los más pequeños que podrán ver de cerca desde un oso polar hasta un león, pasando por un cocodrilo, cabras de montaña, etc.
Los murales, también espectaculares por su arte, han sido pintados por Maitane Azurmendi de Mungia. Cada uno de ellos tiene su significado pretendiendo Alex Txikon darle un sentido a su lectura a través del código QR -como en todos los objetos-, que explica por qué se ha hecho de esa manera intentando decir las cosas del alpinismo como son y la delgadísima línea que existe entre la vida y la muerte cuando se practica montaña.
Mientras recorría Mendietxe de la mano de Alex, no podía dejar de pensar en el porvenir de EMMOA, la fundación del Museo del Montañismo Vasco.
Según nos cuentan desde la propia fundación:«Sigue en pie el proyecto de EMMOA para crear un espacio museístico donde cuidar y exhibir el patrimonio histórico del montañismo vasco que conservan en sus almacenes». Su inauguración estaba prevista para este 2024 en Tolosa, coincidiendo con el centenario de la fundación de la Federación Vasco Navarra de Alpinismo: «Esta previsión, suscrita unánimemente por el consistorio tolosarra, no ha podido llevarse a cabo por diferentes desacuerdos técnicos en el proyecto arquitectónico, que se espera sean pronto solventados y el Museo del Montañismo Vasco pueda llegar a ser una realidad». Eso esperamos todos.
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