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La ciudad de las siete colinas, la ciudad de los adoquines, a veces incómodos; la ciudad de la luz, la ciudad de los azulejos, por ... supuesto la ciudad del fado, la ciudad de los miradores, la ciudad de las dulces tentaciones, la ciudad donde el río Tajo que la atraviesa suena a mar, la ciudad del mítico tranvía 28, la ciudad de los otros tranvías, la ciudad de los ascensores, la ciudad de la Expo'98. Todo esto y más es la capital de Portugal. Dicen que allí el pecado vive en cada esquina…, y por todo ello nos vamos a dar una vuelta por Lisboa.
Para ambientarme en el momento que estoy escribiendo esta columna me pongo un cd de fados como alma lusitana que lo es. Lisboa es la capital mundial de este género musical cuyo origen está en las antiguas colonias portuguesas dispersas por el mundo asentadas ya en Portugal y concretamente en Lisboa en el barrio de Mouraria (cuna del fado en la capital lisboeta) y aprovechando visite el barrio de Alfama, de origen musulmán, que sin duda cuando vaya a Lisboa tiene que visitar y 'perderse' por sus calles. De paso adentrarse en el Castelo de São Jorge, una maravilla arquitectónica que data de la mitad del siglo XI desde donde se pueden ver unas vistas impresionantes de Lisboa y del estuario del río Tajo. Si antes visita otras zonas adyacentes como el mirador de Santa Lucía, la puerta árabe del Largo das Portas do Sol, etc; puede entrar en el castillo a media tarde para disfrutar del recorrido por sus murallas y torreones y apostarse en algún lugar para ver la puesta de sol. Un lugar idílico.
Hay que patear por los barrios Alto y Chiado; Baixa y Rossio, el mencionado de Alfama con Mouraria y Graça, cada uno de ellos con sus peculiares atractivos. La Baixa, centro de Lisboa, está construido sobre las ruinas del famoso y devastador terremoto de 1775.
Siguiendo con la visita a Lisboa disfrute de recorrer estos lugares a pie y ¡cómo no! y no lo deje de hacer, móntese de vez en cuando en alguno de esos centenarios y coloristas tranvías–también hay modernos–, que recorren toda la ciudad. Utilice sin dudar sus ascensores como el de Santa Justa, el más típico, pero tampoco deje de subir a las colinas para ir a sus miradores en sus ascensores, como el elevador de Bica o el de Gloria.
Visite el Parque de las Naciones y sus modernos edificios con arquitectura futurista además de contar con el segundo acuario más grande de Europa. Allí está el puente Vasco de Gama, una magnífica obra de ingeniería de 17 kilómetros de largo, sobre el río Tajo, inaugurado en 1998. El otro puente con historia, considerado como uno de los símbolos de los portugueses por la Revolución de los Claveles es el Puente 25 de Abril. Un gran puente colgante construido entre 1962-1966, recibiendo ese nombre definitivamente por la Revolución portuguesa del 25 de abril de 1974 en que se instauró la democracia en Portugal poniendo así fin a más de 45 años de régimen dictatorial.
Sin duda hay que ir a Belém (son famosos los pastéis de nata) y el Monasterio dos Jerónimos Patrimonio Mundial de la Unesco y de paso visitar el monumento a la Era de los Descubrimientos (1960).
Siempre en una vuelta por…, en este caso Lisboa, se quedan cosas en el tintero. Pero también está bien que el lector descubra esos lugares que llegar a apasionar siempre que se viaja.
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