Secciones
Servicios
Destacamos
Ya sé que muchos de los que lean este artículo estarán o no de acuerdo en lo que aquí vaya desgranando. Sé, y también lo sabe el propio Juanito que tiene muchos detractores y no sé si en la misma proporción o más -espero que ... más-, muchos partidarios que están con él y su forma de ser/hacer.
Conozco a Juanito desde 1982. Y recuerdo ese año con especial cariño. Le entrevisté a él y sus compañeros sobre lo que iba a ser su primera expedición al Himalaya cuando con los guipuzcoanos Imanol Ollakindia, Iñigo Barandiaran y Carlos Ochoa se juntaron con dos alaveses, Atxo Apellaniz y un tal Juanito Oiarzabal, para acometer su bautismo en el Himalaya con el intento de ascensión al Kangchungtse de 7.678 metros de altura, también conocido como Makalu II. No hubo suerte. Pero, como no podía ser de otra manera, no solo no decayó la ilusión si no que allí nació las ganas de enfrentarse a las grandes montañas del planeta. Después, en 1983 fue su primera ascensión al Aconcagua -tiene 31 cimas en el techo de América-, ¡en invierno! 1984 le llevó a realizar la vía West Buttres en el McKinley en Alaska. Y, por fin, en 1985, su primer éxito en el Himalaya y su primer ochomil. A partir de ahí ya todo fue imparable…
Desde ese 1982 nos unía una relación entre alpinista y periodista y desde entonces no paré de seguirle en todas sus andanzas montañeras, principalmente por el Himalaya, por las montañas de más de ocho mil metros, porque desde ese 1985 en que subió por primera vez al Cho Oyu (después vendrían otras tres ascensiones más en 2002 una vez y dos veces en 2003), el Himalaya se convirtió en su segunda casa e iba y venía de Pakistán y Nepal como aquél que va a Pirineos. Era un no parar y así hasta completar 47 expediciones a las montañas más altas.
He temido muchas veces por su vida, pero como podrán leer Juanito es un superviviente nato. Ha pasado muchos infiernos en la montaña. Ha estado a punto de morir. Pero siempre ha salido adelante contando también con ese factor suerte tan necesario muchas veces para salir airoso de situaciones peligrosas, comprometidas y complicadas. Recuerdo cuando me decía en más de una ocasión al partir a alguna de sus numerosas expediciones. «Juanma yo a esta montaña subo por coj….», y yo amigablemente le contestaba que «por coj…., ni al cine…» Afortunadamente subía con cabeza, eso sí algunas veces con tozudez…, pero siempre regresaba. Y eso era lo importante.
Juanito es mucho Juanito porque ha hecho cosas increíbles. La mayoría de la gente le conoce por sus ochomiles, pero antes y durante todo ese proceso de ascender a las 14 montañas más altas del mundo, Juanito escalaba mucho en roca, en hielo, en Pirineos, en Alpes, realizando vías de extremado compromiso y escalando también alguna primera. Juanito es un tío que ha aportado mucho a la historia de nuestro montañismo.
Lástima que ahora, como él mismo reconoce, 'Juanito no es lo que era'. Las facturas físicas que le ha pasado su embolia en el Dhaulagiri y su terrible paso por el covid de la pandemia le han dejado secuelas que ha mermado su salud. Y si bien no ha dejado de ir al monte y ha seguido guiando a gente en el ejercicio de su profesión como guía de montaña, lo cierto es que, efectivamente, Juanito no es lo que era. Pero en honor a la verdad, ninguno de los que puedan estar leyendo esto, tampoco. Nadie somos lo que éramos. Pero bueno, bien es cierto que nos queda Juanito para rato. Y en unos meses (¡ojala!, que en el próximo BBK Mendi Film Bilbao-Bizkaia del 6 al 15 de diciembre y/o en otros foros) veremos su vida y milagros en el documental que magistralmente están realizando el que fuera director de Al filo de lo imposible y amiguísimos de Juanito, Sebastián Álvaro y su hijo Javier. Un proyecto costoso en el que están metidos EITB y TVE y que la empresa de audiovisuales y retransmisión de eventos de Sebas y Javier «Salomba Ventures» (www.salomba.com) está produciendo.
Desde hace muchos años esa relación periodista-alpinista cambió radicalmente a pasar a una relación de amigos. Le he llegado a conocer tanto después de tantos y tantos años, algunas veces compartiendo experiencias como la de subir juntos al Aconcagua -yo eso sí, solo una vez, treinta menos que él-, o la de realizar la mítica travesía de esquí de montaña Chamonix-Zermatt, o formar parte de una maravillosa cuadrilla congregada por el que fuera director de la carrera de montaña del Flysch Trail de Zumaia, Bosco Garitano, gran amigo de ambos… Si le hacía una entrevista a Juanito ya sabía lo que me iba a responder. Le conocía en profundidad y por eso sé de lo que hablo cuando título esta columna eso de que 'Juanito es mucho Juanito'.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.