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El calor aprieta y buscar la sombra es la mejor opción para realizar una caminata estos días. Manteniendo esa máxima, consideramos que el valle de Leitzaran es un buen destino si queremos cobijo ante la fuerza del sol y acudimos hasta el parque de Otieta ... para comenzar la ruta de esta semana. A través de pistas forestales llegamos hasta Adarra, nuestras cimas a visitar esta semana, con una perfecta banda sonora, el canto de los pájaros y el ritmo del agua que brota por cualquier rincón.
El valle de Leitzaran, en su parte guipuzcoana, se encuentra cubierto por bosques de coníferas, por lo general de pino insigne hasta los 400-500 m y alerce en cotas más altas. Se trata de repoblaciones organizadas y sistemáticas hechas a finales de los cincuenta en unos montes casi totalmente deforestados. El resto de bosques (18%) consta de robles, abedules, castaños, hayas, y en menor medida fresnos, olmos, avellanos, etc. La vegetación de ribera está formada por alisedas, con una comunidad florística asociada en la que se encuentran especies raras en Gipuzkoa, entre las que destaca la endémica Soldanella villosa. En el siglo XVII poblaban el valle robles, hayas, castaños y varales.
Un entorno natural perfecto para la vida del tritón pirenaico y la lagartija ibérica, el aguilucho pálido, el azor, el gavilán, el halcón abejero y el halcón peregrino o aves menores como el martín pescador, el pico picapinos, el mirlo acuático, la polla de agua, la lavandera cascadeña y la curruca rabilarga tal y como recoge Xabier Cabezón en su web. Aunque el tesoro del valle entre los pequeños mamíferos son los desmanes del Pirineo y el gato montés, así como el visón europeo, que conviven con liebres, conejos,... Sin poder olvidar las truchas, anguilas, piscardos, barbos, etc. que se dejan ver en el río que atraviesa todo el valle.
El río Leitzaran nace en la localidad navarra de Leitza, en los altos de Tardoa, a unos 600 m de altitud. Recorre en total 42 km y su cuenca recoge las aguas de 124,02 km². En su origen está formado por los arroyos Erasote (el más largo) y Gorriztaran, y comienza a llamarse Leitzaran desde su confluencia, a su paso por Leitza. Recibe también las aguas de la localidad de Areso, municipio situado en el valle del afluente Astamela. Entra en Berastegi (Gipuzkoa) por Urto (a 28 km de su desembocadura). Tras su paso por Leitza y Berastegi el río continúa por Elduain, luego atraviesa Eldua y prosigue haciendo de límite entre los municipios de Amasa-Villabona y Andoain.
Acceso: Siguiendo la N-1 o la A-15 se accede a Andoain, desde donde accedemos al parque de Otieta en el valle de Leitzaran.
Horario: El paseo desde el parque de Otieta en una de las puertas a Leitzaran, ronda las 5 horas por pistas forestales, en las que no existen muchas señales indicativas.
Distancia: 16 km.
Desnivel positivo: 757m.
Severidad del medio: 5
Dificultad orientación: 3
Dificultad del terreno: 4
Esfuerzo necesario: 4
Sobre el precioso valle se encuentra Adarra (819 metros de altitud), la joya del macizo que conforma esta conocida cima hasta llegar a Mandoegi. Está situada entre los ríos Urumea, al N y E, Leitzaran, al S, que recorre 20 kms. a lo largo del valle de igual nombre, y Oria, al W. En sus cordales se cuentan más de una cincuentena de cromlechs, túmulos y dólmenes repartidos por el herboso cresterío entre el pico Oindi (544 m.) y el pueblo de Arano (360 m.). Se sitúan a lo largo del macizo Adarra-Mandoegi que se reparten dentro de los terrenos de los municipios de Andoain, Elduain, Hernani y Urnieta. Usados como sepulturas colectivas. Se construyeron en el Eneolítico y en la Edad del Bronce (durante el segundo milenio a. C.). La estación de Oindi la componen 34 cromlechs, 4 dólmenes, 3 cistas y 2 menhires.
Los dólmenes se encuentran en Aballarri, Altxista, Otsolepo y Pozontarriko Lepoa, mientras los cromlechs son los de Altxista, Amunola, Arleorko Zabala, Elurzulo, Eteneta I y II, Mulisko Gaina, Tximista y Tximistako Egia. Los menhires de Usobelartza y Eteneta destacan entre todos ellos. Aunque hay quien discierne con su clasficación y considera que se trata de uno de los testigos de un cróm-lech de 4,50 m de diámetro. El menhir de Eteneta sobresale excepcionalmente en este cromlech, con más de 2 m de altura (contando su parte enterrada llega a los 3 m). Los dólmenes guipuzcoanos, y en concreto los de esta zona, son de pequeño tamaño, con una cámara formada por varias piedras verticales (losas), sobre las que se disponía una cubierta horizontal hecha también con losas. Alrededor del dolmen, destaca Cabezón, se solía colocar un montón circular de tierra y piedras (túmulo) que llegaba a tapar el dolmen (dolmen tumular). En la cámara se depositaban cadáveres sin incinerar, junto con algún ajuar. Los dólmenes solían ser reutilizados.
Para realizar nuestra visita a Adarra en esta ocasón salimos desde el parking del área de Otieta de Andoain. Debemos seguir la pista cementada que se encuentra a pocos metros del túnel del Plazaola hasta llegar a dos caseríos. Seguimos la pista forestal en la que a la derecha nos encontramos unas marcas en verde y blanco en forma de X, mientras ascendemos de manera tranquila bajo la sombra de enormes árboles entre los que predominan hayas y pinos. Seguimos en todo momento la pista forestal en la que no encontramos ninguna pintura, pero a nuestra derecha se encuentra en todo momento Adarra, impasible y recordándonos cuál es nuestro objetivo.
Avanzamos, dejando de lado la entrada, algunas otras pistas, hasta que llegamos a un amplio camino por el que puede transcurrir un vehículo y pronto vemos una oxidada señal a nuestra derecha. Seguimos por ese camino y nos encontramos numerosos saltos de agua que nos permiten refrescarnos y vemos como yeguas y vacas descansan a la sombra mientras sus pequeños nos observan como si seres extraños nos tratásemos.
El paseo resulta agradable, pero el calor comienza a pesar, aunque hayamos madrugado. Seguimos la pista que nos sitúa a un lado de la cima de Oindo. En esta ocasión continuamos la caminata ladeando Oindo y en cuestión de unos minutos llegamos hasta un cercado utilizado por los baserritarras de la zona y pronto observamos las balizas que rodean los dólmenez y túmulos de Eteneta en el collado Agerreko zabala, situado en tierras de Urnieta. La estampa nos impresiona como la primera vez que la vimos: Adarra nos espera, pero no podemos evitar disfrutar de las vistas con Donostia y su mar azul intenso al fondo, Hernio, Gazume, Aralar en la lejanía... son solo algunos de los montes que le rodean.
Desde el collado podemos ver la cima rocosa de Adarra. Una señal vertical nos informa de que falta 0,8 kilómetros para alcanzar nuestro objetivo. Dicho así parece ser una corta distancia, que lo es, pero antes deberemos superar la pendiente que pone a prueba a más de uno con el calor que ya ronda los 30 grados.
Una vez en la cima solo toca disfrutar de las magníficas vistas con aiako Harria, Larrun, la isla donostiarra, Hernio, Gazume, Buruntza, Aballarri, Onddo y otros muchos. Siempre merece la pena subir a Adarra.
En este caso hay que tener en cuenta que la ruta no está señalizada.
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