Aitzondo y su cascada de gran altura

Mendira comienza una nueva temporada con una salida por el parque natural de Aiako Harria para ver uno de sus tesoros, la cascada de Aitzondo. Se trata del salto de agua más importante de Gipuzkoa y uno de los mayores del País Vasco. Las abundantes lluvias caídas las últimas semanas han hecho que su caudal resuene en todo el valle, mientras su belleza impresiona a los senderistas que se acerquen hasta ella.

Sus 140 metros de caída de agua a lo largo de una pared granítica ofrecen una estampa única que luce como nunca en estas fechas en las que sus aguas corren cristalinas en las pozas que se forman en las zonas más llanas, entre las enormes rocas que se reparten por su cauce.

Este se desarrolla en un entorno geológico peculiar en el que destacan las formaciones graníticas, únicas en el País Vasco. La formación geológica de Aiako Harria configura un relieve abrupto a favor del cual se desarrolla la cascada. En ella se precipita la regata formada por la confluencia de varios arroyos que nacen en la ladera norte de la gran mole de Oarsoaldea.

El cauce del arroyo se va abriendo paso por el monte Egiluze, alimentándose de otros pequeños arroyos hasta llegar al coto minero de Meazuri. No se puede negar que el actual paisaje de las faldas de Aiako Harria, es reflejo de esta intensa actividad extractora. Todavía se pueden ver canteras, escombreras, sistemas de transporte, planos inclinados o las ruinas de un poblado minero.

Plata, zinc, hierro… son algunos de los elementos químicos que aparecieron en el batolito granítico de Aiako Harria tras la transformación en la composición de los materiales rocosos aflorados después del enfriamiento del magma incandescente que ascendió hacia la corteza terrestre hace más de 250 millones de años.

La presencia de todos estos minerales ha sido explotada por los habitantes de la zona desde hace miles de años. Según los estudios realizados en la zona Aiako Harria ha sido una zona importante de minería desde la Edad del Hierro, en la que los romanos también explotaron los enclaves mineros de la zona.

Posteriormente, continuó extrayéndose mineral durante la Edad Media, la Edad Moderna y la época contemporánea. A partir del siglo XIX, y principalmente a comienzos del siglo XX, se produjo la mayor actividad minera en los montes de Irun. Aunque en un principio se extraía óxido de hierro, cuando este se agotó se construyeron hornos de calcinación para explotar el carbonato de hierro.

Dichos hornos son los testigos más modernos de la actividad minera en la zona. El mineral era transportado desde los lugares de extracción hasta estos hornos mediante vagonetas sobre vías de ferrocarril o de forma aérea, con un tendido de cables de los que suspendían calderos. Una vez allí, era calcinado en los hornos para convertirlo en óxido y aumentar así su ley metálica.

La calcinación perseguía la transformación del carbonato de hierro en óxido y la mejora consecuente de su ley metálica. Para la combustión se añadían 30 kgs. de carbón por cada tonelada de carbonato, cargando el horno en capas alternas. A pesar de los diferentes tipos de hornos existentes en Irugurutzeta (circulares, cuadrados, mampuesto, ladrillo…), todos ellos obedecen a una misma función y características: una enorme cámara de calcinación, alimentación superior y bocas inferiores de descarga.

Tras ser calcinados, los minerales de hierro eran cargados en las vagonetas y de ahí partían a la estación de Kostorbe en el barrio de Mendibil. Desde allí, se transportaban a Hendaia (para su posterior exportación a otras zonas como Baiona o las Landas, e incluso a otros países como Bélgica, Alemania o Inglaterra), y a los puertos de Pasaia, Bilbao...

Este enclave constituye la mayor batería de hornos existente en Gipuzkoa y una de las más importantes del País Vasco. Así, está considerada por los expertos como una de las mejores muestras de patrimonio industrial en Gipuzkoa. Todo un monumento histórico que está siendo rehabilitado y en el que se conservan nueve, aunque en su origen había once. Los hornos tienen grapas de hierro y respiraderos y, aunque han perdido todos ellos el cono de hierro, conservan la base interna. Durante los trabajos desarrollados en la recuperación de este patrimonio se descubrió el sistema de tiro inducido de dos de los hornos, instalado para mejorar su producción.

La cascada de Aitzondo destaca como un hilo blanco en el barranco de Irusta, en el que los tonos marrones oscuros predominan en este inicio de la primavera. Un lugar de gran belleza natural en el que el agua marca el ritmo del paseo que transporta al senderista a uno de los rincones más especiales de Irun.

Hasta esta ciudad nos acercamos para partir desde el parking situado junto a la sidrería Ola, desde donde accederemos rápidamente al complejo minero de Irugurutzeta, que se encuentra vallado en estos momentos por los trabajos que se están ejecutando en el mismo.

Siguiendo las marcas blancas y verdes nos adentraremos por bosques, siguiendo estrechos senderos que en algunos tramos exigen cierta destreza por el estado del terreno al haber rocas resbaladizas. Llevar unos bastones es una buena opción.

Tras superar una pendiente en zigzag llegaremos una pista forestal desde la que accederemos a la cascada. En estos momentos el abundante caudal dificulta el acceso a la zona más popular, por lo que hay que contar con cierta costumbre de caminar por este tipo de terrenos para poder llegar hasta ella. Mejor no arriesgar a sufrir una caída, disfrutando del entorno que presenta numerosos puntos interesantes además de la tranquilidad y el silencio de este rincón del parque. Se trata de un paseo sencillo muy recomendable para realizar en familia.