![Un rebaño de ovejas pasta en la zona de pasto cercana a la cima de Baztarla con unas bonitas vistas.](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/05/17/BAZTARLA-kAnD-U220176328650mFI-1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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Un animado cuco cantaba con ganas en los alrededores de Leitza. Muy cerca de la vía verde de Plazaola, desde donde subimos al monte Baztarla (942 m.), destino de la próxima salida de Mendira que realizaremos el 25 de mayo. En plena primavera, pero tras unas semanas de silencio, o al menos de no haber escuchado su repetitivo, cu-cu durante las últimas semanas. Es un ave difícil de ver, aunque parezca en muchas ocasiones que está muy cerca de nosotros. Si fuese el caso junto a un ejemplar de esta especie, ante la presencia cercana de cualquier indicio, el silencio absoluto se adueña del bosque en el que se encuentra, ya que se trata de un pájaro muy listo y huidizo.
El cuco se desplaza desde África, desde el centro o incluso desde el extremo sur, que son las zonas en la que pasa el invierno la especie, hasta nuestros bosques con el propósito de pasar entre nosotros algunas semanas. Esta ave llega atravesando el arco iris el día de la Virgen de marzo (el 25) y se va de entre nosotros por San Pedro (29 de junio).
Nada más llegar no es difícil escucharlo, ya que el macho se hace notar. Comienza a cantar su particular melodía, anunciándole así a la hembra que ya está preparado para la fecundación.
Acceso: Seguir la A-15 hasta el cruce de Areso. Tomar el acceso continuar por la carretera que conduce a Leitza y después a Goizueta/Ezkurra.
Horario: El paseo desde el Alto de Ezkurra ronda las dos horas. El recorrido es ascendente desde el comienzo, tanto hasta Baztarla como a Eguzkizko Muinoa.
Distancia: 7,82 km
Desnivel positivo: 377 m
Severidad del medio: 2
Dificultad orientación: 2
Dificultad del terreno: 2
Esfuerzo necesario: 2
Casi todos los cucos tienen el color de la pizarra, si bien en ocasiones la hembra es rojiza. La parte del vientre está llena de rayas blanquecinas que la atraviesan de izquierda a derecha. Tiene una larga cola, y es fácil de identificarlo cuando se encuentra en una rama, pues parece que estuviera tomando el sol, con la cabeza echada para atrás y la cola mirando hacia arriba.
Al cuco le gustan los bosques, y se le puede ver bastantes veces posado en los cables, pero también busca lo que se llama la campiña: las zonas de prados y pequeños bosques de los alrededores de los caseríos. Dice de esta especie que no es exigente en cuestiones de vegetación, y puede comer casi cualquier cosa, principalmente insectos. Según los expertos es de los pocos que pueden comer el gusano de la procesionaria, el que cíclicamente tanto abunda en nuestros pinares.
Como es sabido, la hembra del cuco coloca su huevo en los nidos de otras especies. Por lo general, en pájaros del orden de los paseriformes, el de los pájaros pequeños. Petirrojos, alcaudones, bisbitas y otras pequeñas aves trabajan sin parar, como un loco, para poder alimentar a la enorme cría de cuco, cayendo exhaustos para poder sacar adelante a 'su pequeño polluelo', que le triplica en tamaño.
Nada más nacer, la cría del cuco comienza un ritual que puede parecer cruel: empuja con el trasero y echa del nido los restantes huevos o crías recién nacidas, hasta quedar solo él. Todo tiene su lógica: si quiere crecer bien, necesita de toda la atención de sus padres, y no puede compartir su alimento con otras 10 bocas hambrientas. Pronto gana mucho peso y sale del nido, porque de lo contrario se desplomaría. A partir de ahí, la cría vive posada en una rama del árbol.
Biólogos y expertos destacan que la hembra cuco no construye ningún nido, ni cuida de sus crías. Cada año, pone sus huevos en los nidos ajenos. El cuco es una de las aves más asombrosas. Al parecer la audacia de esta ave es tal que lo tiene todo calculado. En mayo la hembra cuco empieza, con sus huevos ya fecundados, a vigilar los movimientos de los pájaros de alrededor. Salvo excepciones, cada hembra vigila la especie que fue su madrastra. El cuco que creció en una familia de petirrojos suele vigilar las hembras petirrojo, y los nacidos entre alcaudones, las hembras alcaudones. El cuco vigila más de un nido, y en cuanto el propietario del mismo lo abandona por un momento, el cuco entra, pone un huevo, y cogiendo otro del nido, huye rápidamente. Repite la misma acción unas 10-15 veces. Otro aspecto destacable en su cría, que resulta cuando menos increíble, es que en función de la especie que pone a criar a sus descendientes, el tamaño y color del huevo que pone varían! Pequeño y verde si pone en el nido del bisbita, rojo y algo mayor en el del colirrojo, blanquísimo en el del zarcero...
Destacan los biólogos que se da un proceso llamado coevolución. El cuco cada vez perfecciona más su técnica y las pequeñas aves cada vez se dejan engañar menos. Finalmente, salen adelante los ejemplares más capaces, tanto de un bando como del otro.
El ascenso desde el puerto de Ezkurra, donde se encuentra el hotel restaurante Basaka-Kabi, es bastante sencilla, aunque presenta alguna que otra pendiente más pronunciada. En el mismo puerto de Ezkurra, junto al cruce con la carretera a Goizueta se encuentra una pista que sube al repetidor de Baztarla. Tan solo debemos seguir esa pista para tomar de manera gradual altura entre bosques de hayas.
Las vistas de los caseríos de Leitza que se encuentra dispersados por los prados y terrenos de manera ordenada. Mientras ascendemos podemos contemplar la imagen bucólica con un fondo primaveral único. Sin darnos cuenta llegamos a la campa de Baztarla. Desde allí las vistas son espectaculares de las Malloas, Ireber,... Después de disfrutarlas torcemos a la derecha y seguimos la ladera de la cota de Loiategiko kaskoa. El continuo paso de cabezas de ganado y mendizales ha marcado los senderos que poco a poco nos acercarán hasta Petriketa (1.057 m.), que se prolonga hacia el NW con la loma de Oianburu (1.055 m.) y nos anuncia la proximidad de l objetivo de esta salida. De manera paulatina nos acercamos a Eguzkizko muinoa. Antes deberemos superar el último repecho que, aunque algo más pronunciado, logramos superar en cuestión de unos minutos. En su cima nos encontramos con varios buzones, uno de ellos de Guratz mendi elkartea de Leitza que aprovechó las «fechas especiales» para renovar numerosos buzones de los montes navarros. En el caso de Eguzkizko muinoa el 11 del 11 de 2011 quedó impreso en su peculiar buzón en el que se reproduce un harrijasotzaile, de los que Leitza ha sido cuna durante décadas. Una vez en la cima solo queda disfrutar y merece la pena. Si hace buen tiempo se puede ver el mar Cantábrico.
El regreso se puede realizar siguiendo nuestros propios pasos de ascenso o bajando la ladera que nos separa de la pista forestal que nos ha acercado hasta nuestro objetivo.
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Oihana Huércanos Pizarro y Sara I. Belled
Miguel Ángel Mata | San Sebastián y Amaia Oficialdegui
Josu Zabala Barandiaran
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