Su excelente ubicación hizo de Harriaundi un lugar estratégico en el control y vigilancia de aquellos que pretendían acceder a la capital del reino. En su cima, se encuentran los restos del monasterio de Doneztebe o San Esteban de Juslapeña y que, como ocurría en ... aquella época con los monasterios de San Miguel de Aralar, Leire o Iratxe, su estratégica situación refuerza la teoría de que estos grandes templos románicos mantuvieron en pie Navarra.
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Fuera como fuese, el monasterio de Doneztebe o San Esteban es un tesoro arquitectónico de la época medieval. Vecinos del valle de Itza junto a un equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi han trabajado durante estos años para desenterrar los restos de esta edificación que data de entre los siglos X y XI.
Harriaundi, con sus 945 metros, es la máxima elevación de una pequeña sierra constituida por varias cimas de altitud modesta, separando los valles de Xuslapain de los de Itza (Gulina), Imotz y Atetz. Se sitúa entre los valles de Gulibar, al oeste, y Xuslapain o Juslapeña, delimitándolo en su cuadrante noroeste.
Desde su cima se puede disfrutar de unas magníficas y privilegiadas vistas de la cuenca de Pamplona y las montañas pirenaicas, así como de los bosques de hayas y zonas de pasto que se encuentran a sus pies, con los pequeños concejos navarros rodeados de una impresionante belleza natural.
En este escenario único se encuentra esta bonita montaña que guarda el monasterio de San Esteban, que, según los expertos, su hallazgo puede ser considerado como el más importante que se ha realizado en la arqueología del románico en Navarra durante las últimas décadas.
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Destacan además que no se cuenta con demasiada documentación medieval sobre la localización del templo, aunque se recoge alguna mención de la existencia del monasterio de San Esteban en el noroeste de la Cuenca de Pamplona, sin precisar su ubicación exacta. Los vecinos de Larunbe conocían la existencia de un templo religioso en la zona alta de la montaña, lo que llevó a realizar algunos estudios por la sociedad de ciencias Aranzadi, que trajeron consigo los primeros trabajos de excavación. Las excavaciones realizadas sacaron a la luz los restos del monasterio, en un proyeto en el que esperaban encontrar una ermita cuadrangular típica de los siglos XV o XVI.
Si nos acercamos a Larunbe, muy cerca de Irurtzun, podemos aparcar por el pueblo o cerca de la iglesia de San Vicente. El paseo hasta Harriaundi es sencillo de realizar. Siguiendo la pista entre la iglesia y el cementerio comenzamos el ascenso hasta la cima de esta semana. No existe gran dificultad en cuanto a orientación se refiere, y seguimos el camino forestal que en algunos tramos se presenta pedregoso.
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Pronto llegamos a un frondoso bosque de hayas en el que los vecinos preparan la madera para el invierno. Apilados en perfectas paredes de un metro y medio de altura, pequeños troncos siguen la linea del camino, que presenta en algún tramo con pendientes más destacadas. Vamos ganando altura poco a poco y pronto salimos a zonas más despejadas en las que podemos disfrutar de las vistas hacia la capital navarra. En un punto del trayecto encontramos a la derecha un camino que por la colina nos lleva directamente a la cima de Harriaundi. Se trata de unos 400 metros de ascenso por una destacada pendiente siguiendo el camino abierto por el paso de los senderistas que han acudido en gran número los meses de pandemia, según destacan los vecinos de Larunbe, pero que nos ofrece unas magnificas vistas, que bien merecen una o dos paradas.
Una vez en la cima descubrimos el buzón con forma de cohete y muy cerca los restos del antiguo templo religioso. Impresionan las vistas desde sus muros y se siente una energia especial que justifica su ubicación.
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Horario: El paseo desdeLarumbe hasta Harriaundi ronda los 50 minutos, la vuelta por el resto de los montes se realizar tranquilamente en unas tres horas.
Distancia: 12km
Desnivel positivo: 538 m
Severidad del medio: 2
Dificultad orientación: 2
Dificultad del terreno: 2
Esfuerzo necesario: 2
Desde la cima podemos acercarnos de manera tranquila hasta San Bartolomé (923 m.) y de allí a Mendurrotz (916 m.), que aparece cubierto por el hayedo.
Desde allí, bajamos por la carretera hasta el barrio de Orayen, pasando cerca de un caserío y una ermita derrumbada. A partir de ahí nos dirigimos hasta nuestro punto de partida, donde nos encontramos la iglesia de San Vicente, que bien merece una visita.
La iglesia parroquial de San Vicente se encuentra en lo alto del monte que domina Larunbe. Si el santuario de San Gregorio de Harriaundi destaca por su ubicación e historia, la iglesia es otro de los grandes tesoros de este concejo navarro. A primera vista, el templo de San Vicente destaca por su amplio atrio poblado de hierba. Las vistas desde allí son impresionantes. Los datos históricos recogidos de la iglesia se remontan al siglo XIII, y la describen como un edificio de una sola nave engarzada a una cabecera de ábside poligonal, con una torre sobria, no demasiado alta, que se alza a los pies del edificio. Destaca en la edificación una puerta de la misma época en el muro meridional y una galería porticada muy llamativa.
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El templo religioso fue construido con sillares de color grisáceo y adosado al costado meridional del templo. Según fuentes consultadas «consta de una puerta de arquivoltas apuntadas que es flanqueada por un vano a su izquierda y dos a su derecha, que se alzan sobre podium corrido con contrafuertes resaltados. Estos ventanales son muy elegantes y obedecen a la estética de los claustros góticos, constando de arquivoltas muy apuntadas que cobijan dos arcos menores -también ojivales- separados por mainel ochavado y un óculo tetralobulado en la parte superior».
En esta preciosa iglesia, «el espacio superior de su pórtico está completamente cubierto mediante bóveda pétrea de crucería sencilla, cuyos nervios apean en ménsulas figuradas con extraños personajes monstruosos que soplan dos cuernos. Tampoco faltan las cabezas de terribles rasgos y fauces repletas de afilados dientes que probablemente quieran representar rostros de leones». Además, destacan los capiteles del pórtico, que están completamente repletos de esculturas historiadas, tanto en sus caras externas como internas.
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Los ojos no acaban de acaparar todos los detalles de las figuras, detalles y símbolos que pueblan el pórtico. Los expertos destacaban que los autores de las esculturas del pórtico recogieron temáticas religiosas del Nuevo Testamento, combinándolas con el bestiario real y fantástico, dotando a sus figuras de gran vivacidad y expresionismo, pero sin lograr finura estilística, lo que suele ser bastante habitual en los escultores medievales que trabajaron en iglesias rurales. Entre los temas no religiosos tenemos una serie de animales de cuerpo entero, como águilas, leones, así como diversos mascarones que pueden ser interpretados como cabezas de leones y/o dragones.
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