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Un mar de árboles desnudos descansa a los pies de Ipuliño (934 m.). Un tono marrón inunda la estampa que disfrutamos desde la cima en la muga de Gipuzkoa y Navarra, mientras el negro siluetea las hayas, pinos, robles y demás árboles que pueblan las ... 74 hectáreas por las que se extiende el valle de Leitzaran. La humedad es dueña y señora de cada palmo de sus bosques, que tras la nevada de hace unos días ha empapado el musgo verde intenso que cubre árboles y rocas, mientras el marrón de la hojarasca cubre senderos ancestrales por los que por estas fechas transitan pocas ovejas, yeguas o vacas, habituales por estas tierras.
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Desde Ipuliño observamos que el valle de Leitzaran es angosto, con fuertes pendientes por las que se abren paso las pistas forestales que rompen su casi perfecta estampa imponiendo un tono marrón más suave que nos permite imaginar la exigencia del terreno. La inmensa mayoría de la superficie del valle corresponde a plantaciones de coníferas, principalmente pina radiata y, en altitudes superiores a 600 m., pino laricio y alerces. Entre las zonas en las que se conserva el bosque autóctono se encuentran bosques de robles híbridos, típicos de este valle y que raramente se dan en otros lugares de Gipuzkoa.
Tal y como recoge Xabier Cabezón en su interesante web del valle, «la mayor parte del valle de Leitzaran en su vertiente guipuzcoana, un 66% incluyendo las matarrasas, se encuentra cubierto por bosques de coníferas, por lo general de pino insigne hasta los 400-500 m y alerce en cotas más altas. Se trata de repoblaciones organizadas y sistemáticas hechas a finales de los cincuenta en unos montes casi totalmente deforestados. El resto de bosques (18%) consta de robles, abedules, castaños, hayas, y en menor medida fresnos, olmos, avellanos, etc. La vegetación de ribera está formada por alisedas, con una comunidad florística asociada en la que hay especies raras en Gipuzkoa, entre las que destaca la endémica Soldanella villosa. En el siglo XVII poblaban el valle robles, hayas, castaños y 'varales'».
Acceso: Para llegar a Berastegi la mejor opción es tomar la autovía A-15.
Horario: El recorrido pasando por las tres cimas ronda las cinco horas a un ritmo tranquilo. Hay varias fuentes. Es recomendabe llevar track si no se conoce el entorno.
Distancia 14km.
Desnivel positivo: 849 m.
Severidad del medio: 3.
Dificultad orientación: 3.
Dificultad del terreno: 3.
Esfuerzo necesario: 3.
Además, el estudioso del valle destaca que «es preciso destacar la turbera (vegetación desarrollada en un terreno silíceo de baja permeabilidad) existente en el paraje Usabelartza. En su ecosistema hay plantas tan especializadas como la 'rocío del sol' o 'eguzki-ihintza' (de la especie de las droseras). Es una zona catalogada como área de especial interés naturalístico dentro de los humedales de Gipuzkoa».
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Mientras, el río Leitzaran, con sus limpias y ruidosas aguas y abundantes meandros, se abre camino por este solitario valle en el que el silencio impera a sus anchas. El caudal del río avanza con fuerza hacia el mar gracias a los numerosos arroyos y regatas que descienden por las vaguadas hasta el curso principal del río Lei-tzaran, que después se une al Oria para desembocar en el Cantábrico al fusionarse con el Urumea.
Antes de llegar al bravo mar, sus saltos durante décadas han permitido que a lo largo de su caudal se situaran hasta 18 ferrerías hidráulicas, de las que quedan restos. En el río Leitzaran, que se extiende desde Leitza hasta Andoain y fue declarado 'biotopo protegido' en 1995 y en la actualidad siguiendo su paso, se puede recorrer la tranquila Vía Verde apreciada por senderistas y cicloturistas. En dicha vía verde permanece la sucesión de túneles excavados para el desaparecido tren del Plazaola, que desde 1914 y hasta 1953 conectó Gipuzkoa con Navarra.
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Desde la cima de Ipuliño observamos así cómo desde muchos puntos de la línea conocida como Adarra/Mandoegi podemos contemplar la belleza del valle, con sus bosques desnudos y su sinuoso río. En dicha línea se sitúa la cumbre protagonista de esta ruta así como los montes Altzegi y Urepel, entre otros, con el segundo como punto más alto. La línea principal del macizo Adarra/Mandoegi toma su inicio en Hernani, elevando hacia el Sur las cumbres de Oindi (548 m.), Aballarri (642 m.) y Adarra (819 m.). Desde el Oindo (785 m.), cerrando por el N el valle de Leitzaran se dirige hacia el SE por Zaburu (781 m.), Azketa (835 m.) y Etzala (813 m.) para enlazar con la muga con Navarra en la extensa loma de Leuneta (887 m.). En este punto entroncan dos cordales más, el que asciende desde el N pasando por la cima de Garagartza (674 m.) y el que se incorpora por el NE procedente de Arano.
Para realizar el recorrido salimos del aparcamiento en Berastegi para después cruzar la carretera, donde comienza nuestra subida pasando por antiguos caseríos que se mezclan con edificaciones modernas. Tras alcanzar unas preciosas bordas rehabilitadas, avanzamos por un sendero que nos conduce por otras bordas, algunas en pie y otras ya en desuso, hasta toparnos con una pista de tierra que nos conduce al collado de Muga, donde se encuentra un panel informativo y una cruz. En la piedra que sostiene a la misma se puede leer que fue erigida en 1873 y mantiene, gracias a su hermana Ana, la memoria de Andrés Alduncin. En ese punto comienza un camino que unos metros más allá abandonamos por una senda para así encarar la pendiente entre hayas y otras especies. Después de superar la cuesta nos adentramos en un bosque oscuro en el que nos observan enormes cipreses.
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Desde la cima de Urdelar seguimos el sendero para regresar a la cruce de camino de la cruz y comenzar la subida a Larre primero. Dejamos atrás la cima de las antenas de telecomunicaciones para avanzar hacia la ermita de San Lorentzo, desde donde podemos observar nuestro próximo objetivo, el collado Gorosmendi. La bajada es bastante resbaladiza por el estado del terreno tras las abundantes lluvias y la nevada de hace unas semanas.
Comenzamos la subida siguiendo la flecha que nos dirige a Ipuliño. Antes pasaremos junto a cima secundaria de Oldizgain. Tras la ascensión por la campa desierta, seguimos el sendero entre rocas y árboles hasta atravesar la alambrada que nos sitúa en el collado Arrateka. Allí vemos una nueva señal que nos dirige por un bosque de hayas a nuestro objetivo. El terreno nos pone a prueba, pero conseguimos subir hasta el punto geodésico y la cruz de Ipuliño.
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El primer fin de semana de febrero, el día 4 concretamente, Ipuliño será escenario de una nueva edición de la carrera de montaña de Berastegi. La sexta cita de esta prueba reunirá a varios centenares de participantes que deberán cubrir el recorrido de 16 kilómetros y más de mil metros de desnivel positivo en el que además de la cita protagonista de esta ruta también subirá a Urdelar y Larre.
El descenso lo realizamos siguiendo el sendero surcado para ya en el bosque de hayas seguir la pista que se abre a la derecha que nos conduce hasta unos caseríos, para después llegar a una calera y siguiendo la carretera de esos caseríos a un lavadero en desuso. Nuestro objetivo se cumple al llegar al parking.
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