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Dolmen de Mendibil, desde el que las vistas son espectaculares se mire donde se mire.

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Dolmen de Mendibil, desde el que las vistas son espectaculares se mire donde se mire. E. Belauntzaran
Mendira

Mendibil, recital de los pájaros cantores

La discreta cima nos invita a recorrer numerosos rincones de Leitzalarrea en los que perduran los testigos silenciosos de la historia

Viernes, 14 de marzo 2025, 10:37

Una hermosa melodía nos marca el ritmo en nuestra visita a Leitzalarrea. El gran paraje navarro situado en Leitza cuenta con numerosas rutas interesantes a las cimas de la línea de Adarra-Mandoegi u otras como Baztarla, Eguzkiko Muinoa o Mendibil, entre otras. Los 820 metros de altitud de este monte nos permiten disfrutar de unas vistas espectaculares.

Pero lo que más atrae de Mendibil es su especial energía. El silencio es absoluto en su cima, junto a la que pastan un grupo de yeguas y algo más abajo un rebaño de ovejas que disfrutan de la belleza del lugar y la tranquilidad, ajenas unas y otras a nuestra existencia.

No nos sorprende la presencia de un monumento megalítico a escasos metros de su buzón, precisamente con forma de dolmen. Según los historiadores el de Mendibil es el más antiguo del conjunto megalítico de Leitzalarrea y data del Neolítico (4.000 años a.C.). Además del dolmen del monte Mendibil en nuestro recorrido visitamos los crómlechs de Urdola, algo más modernos (2.000 a.C.). El dolmen de Mendibil fue descubierto por Eduardo García, J. A. García y Félix Ubierna el 25 de enero de 1981. A escasos metros se encuentran las piedras que daban forma a un sel, un terreno acotado para el pasto de animales como ovejas, yeguas, vacas,... según una definición del término que durante los siglos XII y XV grandes instituciones eclesiásticas navarras, como la real colegiata de Roncesvalles o la catedral de Pamplona, propietarios de extensas cabañas ganaderas, crearon. La de Mendibil así como las del resto de Leitzalarrea formaban parte de una amplia red de seles y prados, que unía los pastos invernales de territorios como Gipuzkoa, Lapurdi, Behenafarroa y los estivales de los Pirineos y la zona noroccidental navarra, entre otros. Testigos todos ellos «del uso y propiedad de los seles y zonas de pasto que dichas instituciones tuvieron en Gipuzkoa concretamente, entre los siglos XII y XV, a los que trasladaban en invierno su ganado trashumante. Si bien dichas instituciones fueron abandonando dichas prácticas, en algún caso perduraron más allá del siglo XVI. En segundo lugar, pretende analizar los conflictos surgidos por el paso entre territorios de rebaños que se trasladaban para su repasto y engorde», según algunos estudios.

Información MIDE

  • Acceso: Tomamos la A-15 y después seguimos la NA-170 hasta acceder hasta Ixkibar.

  • Horario El recorrido trascurre por pistas que nos conducen por bosques y zonas de pastos. Recomendable llevar el track descargado ya que no en el inicio no hay cobertura.

  • Distancia: 10,2 km

  • Desnivel positivo 590 m.

  • Severidad del medio 2

  • Dificultad orientación 3

  • Esfuerzo necesario 2

La historia rodea a Mendibil y Leitzalarrea, Una historia que se remonta a hace muchos siglos, ya que la referencia escrita más antigua conocida sobre Leitza procede de la época del rey Sancho el Mayor (1004-1035). Previamente, los monumentos megalíticos nos confirman la presencia de asentamientos más antiguos que vivieron en estos bosques, montes, parajes,... en los que se encuentran otros grandes tesoros como los abetos blancos de Izaieta.

Un paraje protegido legalmente como Monumento Natural, en el que se pueden ver todavía en pie un conjunto de los 55 ejemplares que brotaron de un vivero de la época que servía para que los vecinos pudiesen plantar los 10 árboles que tenían que reponer por cada uno que cortaban. Dentro de la maravilla arbórea de Arranoaldea se encuentra un recinto cercado convertido en un verdadero jardín botánico. Al parecer según los datos recogidos en los libros del ayuntamiento de Leitza, anteriormente, en 1763 y 1830 se realizaron varios intentos para plantar árboles de esta especie en la zona de Ordeda. Estos dos primeros intentos fallidos no desanimaron a los leitzarras que repitieron en 1832 y entonces sí, lograron ver crecer varios ejemplares que ocupaban 2, 5 hectáreas en Leitzalarrea.

De los 55 ejemplares que existían en Leitzalarrea, en 1996, por la fuerza del viento cayeron dos de los grandes abetos. El aire tiró el mayor o más alto del bosque y otro ejemplar, cuyos enormes troncos fueron utilizados para realizar unos bancos que aún se pueden ver en los bajos del ayuntamiento de Leitza.

Los abetos blancos fueron declarados Monumento Natural en 1991. Los que aún se mantienen en pie, destacan por su extraordinaria altura que supera los 42 metros y un diámetro que ronda entre los 7-8 metros, que hace sentir a cualquiera un pequeño ser dentro del bosque que forman. Solo el viento se atreve a desafiar a estos gigantes, y ha ganado más de una batalla consiguiendo que algunos hayan caído.

Precisamente, en otro momento del recorrido pasaremos junto a otro de los míticos monumentos naturales de Leitzalarrea, 'Ari-tzaundi' con mucha historia. Una piedra vertical con forma de escultura continúe unas fotos antiguas y una placa que nos recuerdan el diámetro que tenía un gran roble centenario que cayó durante una gran nevada en marzo de 1888. Una placa colocada cien años después nos recuerda el episodio que padeció uno de los enormes robles del bosque leitzarra, en cuyo mismo lugar brotó uno nuevo.

Desde Ixkibar a Mendibil

A escasos días de la llegada de la primavera, un coro de pájaros cantores nos acompaña en el paseo realizado esta semana. Un regalo para nuestros oídos, que se mezcla con el sonido de los riachuelos que brotan por doquier. El graznido de algún córvido nos extrae de nuestro limbo mientras realizamos en sencillo recorrido que iniciamos en el parking de Ixkibar. Siguiendo la señal vertical junto a la pista que nos indica la dirección hacia Izaieta, alcanzamos el primer punto de interés. Después, de sacar algunas fotos retomamos la marcha en la misma pista forestal hasta llegar la fuente de Koskain. TRomamos en este punto a la derecha comenzado el ascenso hasta alcanzar una moderna borda. Avanzamos en todo caso por la pista hasta llegar a un cruce en el que vemos de frente un puesto de caza. Ahí tomamos hacia la derecha, ascendiendo por la loma que nos llevará hasta nuestro objetivo de esta semana, Mendibil.

Una vez en su buzón, toca disfrutar de las vistas. El viento del Norte nos anima a emprender la marcha, pero antes nos acercamos hasta el dolmen de Mendibil que ratifica el encanto especial del lugar. Comenzamos el descenso siguiendo uno de los estrechos senderos marcados por los equinos que nos conduce hasta un abrevadero y desde este punto alcanzamos el collado de Labate.

Ahí, retomamos la marcha siguiendo la pista de tierra que algo más adelante discurre paralelamente con un nutrido río que se nutre de las fuentes de alrededor entre las que se encuentra la de Sasain. Avanzamos pasando por un puente y tomamos a la izquierda, siguiendo un tramo las marcas blancas y verdes. Seguimos la pista que nos introduce en un nutrido bosque en el que tomamos un sendero a la derecha que tras atravesar una puerta metálica nos lleva a Urdola. Diferentes monumentos megalíticos pueblan la zona alta y una mesa orientativa nos sitúa numerosas cumbres. Tomamos hacia la derecha siguiendo la pista que nos conducirá sin ningún problema hasta Aritzaundi y desde el que sin gran dificultad regresaremos al punto de partida, Ixkibar.

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