![El mirador del mar verde](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2023/07/14/mendira%20(3)-kxiD-U2007713133532gG-1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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Baño de bosque en Artikutza. Un placer sumergirse en los miles de robles, hayas, tejos, abedules, pinos, alerces... que inundan las 3.645 hectáreas de Artikutza, la mayoría de ellas frondosas, algunas coníferas y el resto terreno forestal no arbolado. Hayedos y robledales dominan sobre ... otras especies introducidas, como el pino silvestre o roble americano, que cobijan a diversas comunidades faunísticas.
En este enclave llama la atención la curiosa forma de algunas de sus hayas, convertidas en auténticas esculturas vivas gracias a la mano del hombre y al poder de la naturaleza. Son los árboles trasmochos, ejemplares en los que se ha realizado una poda regular de sus ramas para que puedan vivir muchos años. La técnica del trasmoche, que ya se utilizaba hace 15.000 años en diferentes partes del mundo, permitía compatibilizar el aprovechamiento forestal con el pastoreo de ganado, ya que, al cortar las ramas a tres metros de altura, el ganado no podía comerse el brote nuevo y podía pastar entre los árboles limpiando la maleza y la tierra.
La finca de Artikutza es propiedad del Ayuntamiento de Donostia desde 1919. Las primeras referencias escritas de este paraje se remontan al siglo XIII. En esta época Artikutza formaba parte del término denominado Anizlarrea, propiedad de la Colegiata de Santa María de Roncesvalles, cuya autoridad se mantuvo, en parte, hasta el siglo XIX. En 1815, Roncesvalles y Goizueta firmaron una concordia por la que Anizlarrea se dividió en dos partes: por un lado, 5.477 hectáreas del moderno Anizlarrea pasaron a manos de Goizueta y por otro, las 3.770 de Anizlarrea Viejo, propiedad en la actualidad del Ayuntamiento de Donostia, después de la compra de esta parte, fueron a parar a los herederos del marqués de Acillona en enero de 1919 por 3.200.000 pts (unos 19.233 euros) la finca de Artikutza.
Datos
Acceso. Seguir la Gi -3631, que parte de Oiartzun y tras 15 km, una vez superado el puerto de Bianditz, llega a la portería de Artikutza (Eskas).
Horario: El recorrido circular desde el parking de Eskas, visitando la cascada y el pueblo de Artikutza ronda las tres horas. Muy recomendable para hacer en familia.
Distancia 10,8km
Desnivel positivo 377 m
Severidad del medio 2
Dificultad orientación 2
Dificultad del terreno 2
Esfuerzo necesario 2
En 1844 Fagoaga y Carriquiri pasan a ser los primeros propietarios particulares de Artikutza, tras lo cual va cambiando de propietarios y su precio va aumentando, más por motivos especulativos que por las mejoras que se van realizando en ella.
Hacia 1896 comienza la construcción del ferrocarril minero que uniría el entorno minero de Elama con la estación de Rentería. El conde de Aldama siguió con la explotación del ferrocarril y de la finca que fue vendida posteriormente a Rafael Picavea, quien entre otras sociedades, funda la 'Compañía explotadora de Artikutza S.A.' junto con el marqués de Acillona, quien posteriormente será propietario de la finca.
La finca situada en tierras de Goizueta, linda con Oiartzun, Lesaka, Arantza, Zubieta y Beintza-Labaien. Un precioso lugar que permite un recorrido por la historia, a través de sus numerosos monumentos prehistóricos. Se conservan viejos trazados de ferrocarril minero, ferrerías, molinos y edificaciones del antiguo poblado de Artikutza. Estas espléndidas construcciones nos dan una pista del rico pasado industrial de Artikutza. En la Edad Media, cuando la finca era propiedad de los monjes agustinos de Roncesvalles, cientos de personas trabajaban en sus bosques talando árboles, haciendo carbón y extrayendo hierro y cobre de sus minas.
Esa madera iba destinada, sobre todo, a las carboneras, que se encendían en el mismo bosque. Y ese carbón vegetal era luego empleado en la metalurgia. Otros troncos, con formas y medidas específicas, se utilizaban para fabricar embarcaciones. Sin embargo, todo eso se acabó con la decadencia de los astilleros de barcos de madera y el declive del carbón vegetal.
Para asegurar la calidad de sus aguas y garantizar su suministro a las zonas urbanas, se prohibió el paso del ganado, se limitó el acceso de las personas, se cerraron las minas y el tren, y el bosque autóctono recuperó terreno. Más tarde se construiría el embalse de Enobieta, ubicado en la parte central de la finca, y en los años 70 y debido a las necesidades crecientes de agua, el embalse de Añarbe, fuera de la finca.
Todas estas medidas de regeneración han contribuido de manera eficaz a su conservación y han servido para convertir a Artikutza en un paraíso natural en el que se refugian especies como el desmán ibérico (un pequeño mamífero acuático en peligro de extinción que vive cerca de los ríos), el lagarto verde o varias clases de murciélagos. Aunque no existe ganado propio de la finca, también se pueden ver algunas cabezas de ganado vacuno, ovino o caballar de propiedades aledañas. Los bosques autóctonos que durante más de 100 años han evolucionado y madurado prácticamente sin ser intervenidos y el magnífico estado de conservación de la red hídrica hacen de Artikutza uno de los enclaves mejor conservados y más singulares de Europa. Artikutza se puede conocer paseando por sus senderos señalizados y balizados. Uno de ellos, el PR-NA 124, nos conduce a Erroiarri, Solana y Umbría.
Senderos y caminos nos conducen por los maravillosos bosques de Artikutza. Los pájaros y el agua marcan el ritmo de nuestra salida de esta semana que tiene como objetivo principal acercarnos a Erroiarri y disfrutar de las vistas que nos ofrece su mirador. A nuestros pies un mar verde nos impresiona. Las hojas de sus grandes árboles, y de los pequeños junto a musgos o líquenes, forman un inmenso manto que la ligera brisa del viento mueve a su antojo mientras nuestra vista se pierde en esta maravilla natural.
Nos encanta acercarnos a este rincón situado en tierras navarras que albergan una gran riqueza natural en la que colirrojos, águilas, búhos, salamandras, desmanes ibéricos, pájaros carpinteros, gatos monteses, corzos, musarañas,... disfrutan de un escenario perfecto para pasear.
En esta ocasión, partiremos del parking de Eskas (638 m.) siguiendo las marcas blancas y amarillas. Llegamos a una bifurcación en la que seguiremos a la izquierda. Tomamos el primer desvío, donde la señal nos indica que nos quedan 5,2km para llegar al poblado de Artikutza, y nos adentramos en el frondoso y hermoso bosque. Poco a poco descenderemos por la ladera con cierta pendiente hasta llegar al camino de Madariko Lepoa (575 m.). Allí nos encontraremos el mirador natural de Erroiarir (580 m.), donde escucharemos la melodía de la cascada. Naturaleza en bruto.
Siguiendo la senda balizada, nos encontraremos con la repisa tallada en la roca por donde fue el antiguo tren de Artikutza. Una vez en el barrio, seguiremos hacia la presa y el albergue.
Después avanzaremos por un camino a través del barranco. A ratos solo escucharemos el ruido de nuestros pasos sobre el camino o algún trozo de rama que cae al vacío. El canto de algún pájaro romperá el silencio del bosque, haciéndonos regresar de ese espacio mágico en el que nos encontramos. Avanzaremos por la senda hasta llegar al lavadero. Pronto veremos las casa, ermita, frontón,... Las marcas blancas y marillas y los postes nos indicarán en todo momento el camino a seguir para llegar a Eskas.
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