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Es habitual ver a corredores de montaña o senderistas junto a la mesa de Murumendi desde donde las vistas son impresionantes.

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Es habitual ver a corredores de montaña o senderistas junto a la mesa de Murumendi desde donde las vistas son impresionantes. E. Belauntzaran
Mendira

Murumendi: Bajo la protección de Mari

Sus espectaculares vistas enamoraron a la diosa vasca y otros muchos senderistas que acuden hasta ella y disfrutan de la belleza que le rodea

Viernes, 14 de febrero 2025, 13:44

Cuenta la leyenda, recogida por On José Miguel de Barandiaran que «cuando Mari casó con un joven del caserío Murugoena -explica-. Tuvo 7 hijos. Ella al no ser cristiana no los bautizó, pero su marido, un día pretendió bajarla del caserío a la iglesia de Beasain, juntamente con sus siete hijos. Atados a un carro, así los empezó a bajar, pero Mari se rebeló y voló envuelta en llamas a la peña de Murumendi, mientras decía «nire umeek zerurako eta ni orain Mururako (mis hijos al cielo y yo ahora para Muru)», y entró en su antigua morada de Murumendi. Así lo recoge el antropólogo ataundarra que en otra de sus aportaciones señala que la diosa tenía «su larga cabellera rubia y la costumbre de peinarla al sol con un peine de oro a la entrada de su cueva».

Sobre la Dama de Murumendi, Resurrección María de Azkue recogió distintas historias. Una de ellas en Ormaiztegi, donde quedó plasmado que Mari de Murumendi «tenía seis hermanas y que, por ser desobediente, quedó convertida en bruja. También que, en pasando por los aires esta Dama de Murumendi, el tiempo suele ser caluroso o, por lo menos, revuelto». Además en Beizama, le contaron que «cuando la Dama de Murumendi está metida en su cueva, si el día de Santa Cruz se hacen conjuros, aquel año las nubes no producen la piedra».

Fuera como fuese Murumendi es un lugar único y no sorprende que la diosa vasca eligiera este paraje para ubicar su morada. Según cuentan los relatos de los lugareños la cueva de la dama, que se encuentra en la loma del Murumendi y que ya el antiguo catálogo de cavidades de Gipuzkoa la identifica como 'Dama-Zulo' y cataloga con el nombre de Murumendiko kobea, donde existen señales de excavación en el primer tramo. «Se trata de un espacio de pequeño desarrollo (10 metros) y con un pozo de agua al fondo (aportación presumible del sumidero Murumendi). Su entrada y paredes son llamativos. Bajo ella, a la izquierda discurre una regata con pequeñas cascadas de agua, y a la derecha existe una pequeña surgencia, por donde escapa parte del caudal de la regata que se introduce por el sumidero de Murumendi». A 150 metros se encuentra otra cavidad, un sumidero, (llamado sumidero Murumendi), «de aspecto más fantasioso, donde desaparece una regatilla que transcurre por un suelo pulido y brillante, que bien pudiera ser la morada de Mari. Cueva sumidero, que el posterior catálogo de cavidades (obvió la cueva Murumendiko kobea) y denominó también Murumendi, con un desnivel de 8 metros y 120 de desarrollo».

Información MIDE

  • Acceso El acceso desde Beasain al alto de Mandubia se realiza por la GI-2635.

  • Horario El recorrido desde Mandubia hasta Murumendi y regreso ronda las dos horas y media. Cabe destacar que hay una zona de parking junto al restaurante. Recomendable.

  • Distancia 9,54 km

  • Desnivel positivo 430 m

  • Severidad del medio 2

  • Dificultad orientación 2

  • Dificultad del terreno 3

  • Esfuerzo necesario 3

La magia rodea a Murumendi, no se puede negar. La energía especial que irradia se siente en su cima, desde la que las vistas son espectaculares. Tal y como indica la mesa situada junto a su buzón y punto geodésico, decenas de cumbres vascas se puede observar desde ella, con una perspectiva única de Larrunarri. Ausa Gaztelu, Adarra, Leuneta, Aiako Harria, Uzturre, Hernio, Indamendi, Erlo, Izazpi, Intxorta, Anboto, Udalaitz, Gorostiaga, Irimo, Aratz,... son solo algunas de las cimas que se pueden contemplar en la lejanía. Semejante estampa se queda grabada en la retina y es difícil borrarla aunque se cierren los ojos.

Impresionan las vistas, impresiona el entorno e impresiona la belleza que rodea a cada rincón hasta llegar a la cima. Otro de esos lugares especiales es el entorno de la ermita de San Gregorio un edificio que fue restaurado por su parte exterior en la que se mantienen adosadas varias cruces de piedra señalan el calvario que parte de Astigarreta. Además, en la parte trasera hay una ventana desde la que se ve el altar en el que se encontraba la antigua talla de san Gregorio fue robada en 1983.

Un rebaño de ovejas pasta tranquilamente en el entorno de Larrarte, donde se encuentra un monumento megalítico. Adornos en el exterior de la ermita de San Gregorio de Astigarrieta. Belauntzaran

La ermita de San Gregorio está vinculada al recuerdo de una epidemia de cólera que ocurrió el siglo pasado. Dicen que en Astigarreta, «murieron más de treinta personas, entre ellos el entonces párroco del pueblo, Don Pedro Eizagirre, que enfermó a consecuencia de ayudar a los demás vecinos; su cuerpo y el de los demás fallecidos, fueron enterrados en esta ermita. Tiempo más tarde cuando los vecinos acordaron trasladar los restos al cementerio, el cuerpo del párroco que estaba enterrado junto al altar, apareció incorrupto».

El lugar es especial para muchos beasaindarras, pero especialmente para los vecinos de Astigarreta que organizan una romería en julio. Según la costumbre era el segundo día de Pentecostes cuando se celebraba romería en la ermita de San Gregorio.

De Mandubia a Murumendi

El ascenso hasta la morada de Mari desde el alto de Mandubia (532m.) es asequible. Tras aparcar en el parking de la Benta, comenzaremos el ascenso por el barrio de Astigarreta, donde a escasos metros vemos la primera señal que nos conduce a la ermita de San Gregorio. Atravesaremos una puerta metálica, seguidos el camino del centro en la triple bifurcación que se nos presenta en el pinar. Optamos por el camino del centro, que nos conducirá en cuestión de minutos hasta los túmulos de Trikuaizti I y II, a escasos cien metros de la pista que nos conduce. Seguimos con nuestra marcha por la pista forestal, que en estos momentos presenta más dificultad por la cantidad de barro que acumula que por la pendiente a la que nos enfrentamos. En cuestión de minutos, tras pasar una nueva puerta metálica, llegamos a las ruinas de una borda, y a escasos metros, dejando atrás una señal del Camino de Santiago, llegamos a la ermita de San Gregorio. Seguimos el camino hacia la izquierda mientras avanzamos por otro pinar que nos conduce hasta al collado Pagota, tras flanquear el monte Txoritegi. Siguiendo la pista optamos por seguir por el camino de la derecha.

Avanzamos por la zona boscosa para después, tras haber recorrido unos tres kilómetros desde nuestro punto de partida, el camino gira a la izquierda, entre una campa y un bosque de cipreses. Seguimos la pista hacia la izquierda. En medio nos encontramos el dolmen que precede al collado Larrarte, donde se localiza una borda, un pabellón ganadero, todos ellos situados en el collado Urrezparatze. Tras cruzar la carretera nos encontramos un camino con unas señales que nos indican la dirección a seguir hacia Mandubia o Herripinudi. Optamos por el segundo, hasta el que debemos ascender por un importante repecho, que se prolonga a lo largo de 450 metros y nos conduce hasta otra nueva señal que nos indica la proximidad de Murumendi. Avanzamos por el camino señalizado que nos conduce en cuestión de minutos a la fuente de Arrapaitz. Allí un cartel nos muestra los valores naturales de Murumendi. Poco a poco avanzamos, otra vez por un pinar, por la cantidad de agua y barro que hay en la pista y comenzamos el ascenso a la cima.

Tras superar un repecho, llegamos a la enorme mesa que nos indica el nombre y la ubicación de cada una de las cimas más importantes que se disfrutan desde Murumendi. En un día soleado con poca bruma, las vistas son espléndidas.

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