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IVÁN BOLAÑO DOFORNO
Viernes, 4 de abril 2025, 16:00
Los fabricantes indios de motocicletas también han redirigido su punto de mira hacia el viejo continente y, después del tsunami chino, el mercado europeo debe prepararse para la sacudida del otro gigante asiático. Ultraviolette es la última marca en aterrizar aquí, pues hace tan sólo unos meses ha obtenido la certificación L3e mundial, homologación necesaria para comercializarse en 40 países del mundo, entre ellos España (de la mano de Rhino Electric Motors, matriz de la española Velca). Y la moto que abanderará este desembarco es la F77 Mach 2, una naked de trazos deportivos, que capta inmediatamente la atención por ese aspecto tan futurista, más propio de esas películas de ciencia ficción distópicas que de una calle común del centro de alguna ciudad española en nuestros días. Pero las tendencias son así, y hay motos que prefieren romper moldes.
Esa imagen ultra tecnológica que exhibe la Mach 2 es la antesala de una experiencia en la misma sintonía: a los mandos de la naked, uno encuentra un puesto de conducción moderno, sofisticado, con una pantalla TFT a color de 5 pulgadas de correcta visibilidad, con múltiples funcionalidades (modos de conducción, estados del vehículo y conectividad) que se controlan fácil e intuitivamente desde las piñas del manillar. Asimismo, la moto equipa electrónica de alta gama como control dinámico de estabilidad (DSC), tres mapas de conducción, asistente de estacionamiento o alerta anti caídas. Por supuesto, no podía faltar la tecnología full led para la iluminación, y sistema ABS.
La marca ofrece opcionalmente un Performance pack, un paquete que incluye 10 niveles de frenado regenerativo, regeneración dinámica y control de tracción de 4 niveles. Hay incluso otro paquete opcional denominado Violette AI que ofrece diversas alertas (de movimiento, caída, choque y remolque), bloqueo remoto o información sobre los viajes realizados. La recarga se realiza mediante un puerto de carga con adaptador (IEC 62196-6) a través de un enchufe convencional, y podemos recuperar el 80% de la batería en tan solo 2 horas y media.
La ergonomía también es premonitoria: adoptamos una postura de naked deportiva al uso, semi inclinada hacia delante y con el casco prácticamente encima de la rueda delantera. Queda claro, a los pocos segundos de haberla cabalgado, que no es una moto enfocada a plácidos paseos ni diseñada para el confort. Nada más recogerla del concesionario, pusimos rumbo directo a alguna carretera fuera de la congestionada ciudad, con el modo de conducción más tranquilo que ofrece la moto, el Glide, y también el que más autonomía ofrece, hasta 231 km. El funcionamiento general es agradable, en cuanto al uso de mandos y pedales, y permite una conducción urbana al estilo de una 125cc convencional, con aceleraciones suficientes para adaptarse al tráfico. La altura del asiento, a tan solo 800 mm, es ideal.
La primera sensación que me abordó fue la del tacto del freno delantero, muy potente y bien dosificable, tanto que con un solo dedo encuentras la precisión y frenada oportuna. En cambio, la posición de los espejos retrovisores es algo mejorable, y costaba encontrar el punto de visión adecuado. La unión entre el asiento y el depósito también se podría revisar, para mejorar algo el confort del piloto. En cuanto pusimos los neumáticos fuera de la ciudad, cambiamos el modo a Combat, que entrega una potencia intermedia, ideal para circular en vías de conexión entorno a 80 km/h.
Las mejores emociones llegan cuando activas el modo Ballistic, el que realmente te dispara cuanto abres gas con vehemencia (también el consumo de batería, ojo). La F77 Mach 2 parece otra moto, con una aceleración contundente y adrenalínica, totalmente inmediata y muy precisa desde el puño de gas. Como si fuera una moto de 300/400 cc, es capaz de alcanzar velocidades superiores a 140 km/h (la máxima está establecida en 155 km/h), aunque necesita algo de tiempo una vez superados los 110 km/h, es decir, sus recuperaciones por encima de esa cifra son más tranquilas. Donde tiene «chicha» es a bajas y medias vueltas: de 0 a 60 km/h se traslada en tan solo 2,8 segundos, y de 0 a 100 km/h en 7,7 segundos. El motor ofrece 40,2 CV de potencia máxima y unos excepcionales 100 Nm, con 12,7 CV de potencia continua.
Las dimensiones son muy reducidas y corta entre ejes (1.340 mm) y la convierten en una moto altamente reactiva, capaz de inclinarse a la mínima insinuación, y al mismo tiempo muy gobernable aunque puede pecar por momentos de nerviosismo en el tren delantero. De todas formas, la parte ciclo es bastante resolutiva, gracias a un bastidor de doble estructura tubular (combina acero y aluminio), y a unas suspensiones compuestas por horquilla delantera invertida de 41 mm con regulación en la precarga del muelle y monoamortiguador detrás, en colaboración con un basculante de aluminio con tirantes de refuerzo; un freno delantero que emplea un disco de 320 mm y otro trasero de 230 mm; y unos neumáticos de 110/70R17 y 150/60R17. El tren delantero trabaja con firmeza, en cambio el trasero se nota algo rígido de más, y transmite las imperfecciones del asfalto más de lo deseado. En definitiva, una moto que dará que hablar en cuanto llegue al mercado español (la marca aún no ha confirmado el precio y la disponibilidad de la nueva F77 Mach 2) por su capacidad para generar emociones desde el puño del gas, su infinito paquete de ayudas y funcionalidades electrónicas, y su buenhacer dinámico.
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