Errenteria
Viernes, 25 de octubre 2024
El Aker es uno de esos lugares especiales de Errenteria, «mítico» como dirían muchos, que a lo largo de sus más de tres décadas de historia ha ido cambiando y evolucionando para adaptarse a los tiempos, y, sobre todo, a las necesidades sus clientes, que ... siempre regresan por su buen trato, su cariño, y su manera de hacer las cosas. El local celebra ya su trigesimosegundo aniversario con una fiesta y sus actuales socios, Dabid Muñoz, más conocido como Mendeku, y Julen Palenzuela, nos hacen un repaso de su historia que «comenzó un jueves 22 de octubre de 1992 a las 19.00 horas».
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Durante sus primeros cuatro años el bar era, en palabras de Mendeku, «un sitio típico de los años noventa, con su música rock, alternativo y un poco oscurillo». Por ello, y con el objetivo de «cambiar un poco el modelo, decidimos reabrir siendo la 'chupitería'». Una época que Mendeku recuerda como «loca». Es por esto que el Aker volvió a cambiar un poco, esta vez para adentrarse en el mundo de los cócteles «ya que la clientela cambió de gustos, se hacían mayores y nosotros tuvimos que adaptarnos». Una época en la que «había conciertos de gente de la zona como Pirata o Radio Rebelde por ejemplo».
No obstante, cualquiera que se haya acercado al actual Aker podrá observar que no se parece mucho a un bar de cócteles o a una sala de conciertos, más bien se parece a un local en el que se puede tomar algo e incluso comer. Un cambio de 'look' que vino en una de las épocas más difíciles como es la pandemia del covid.
«Yo le dije que estaba loco, y que hacer un cambio así era una locura», recuerda entre risas Julen. Y es que la idea de Mendeku era renovar por completo el negocio, añadiendo una cocina para convertirse en un pequeño bar -restaurante. «Nos dijeron que era imposible meter una cocina en un hueco tan pequeño», afirma Mendeku. No obstante, asegura que «si hay barcos con cocinas y furgonetas con cocina, por qué no va a poder hacerse aquí una».
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Dicho y hecho. «Llamamos a una empresa que hace cocinas para barcos y nos montaron aquí una». Sin embargo, además de la obra había que entender el contexto en el que se encontraban, ya que los establecimientos permanecían cerrados a causa de la pandemia.
Una época en la que «nos dedicamos a hacer comida a domicilio, con Julen yendo a veces en patín eléctrico y otras veces en moto», recuerda Mendeku. Sin embargo, y a pesar de las dificultades, comprobaron que «con ganas, mimo, cariño y confianza en uno mismo y en su equipo, cualquier cosa es posible».
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Y es que como destaca Julen entre risas, «lo próximo que nos queda es montar aquí un hotel o algo parecido». Algo a lo que Mendeku responde con un «visto lo visto lo podríamos hacer sin ningún problema».
Fueron, sin duda, unos meses complicados, pero que por suerte «ya han quedado atrás, y que nos han servido para seguir mejorando», asegura Julen, que comenzó en Aker como un trabajador de plantilla pero que posteriormente decidió dar el salto a ser socio junto a Mendeku. Una sociedad muy equilibrada ya que «los dos sabemos de qué pie cojea el otro».
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En el caso de Mendeku, como afirma Julen, «es un tío con mucho carácter y a veces con poca paciencia». «Él es un gran compañero que a veces me frena cuando voy echado para adelante», reconoce el primero .
Sea cual sea el punto débil de cada uno, lo evidente es que el Aker es un local de moda y que funciona, en el que los fines de semana es difícil reservar una mesa para comer y cenar. Una popularidad que se debe sobre todo «al producto que usamos», destaca Mendeku. Y es que como afirma su socio Julen, «si algo teníamos claro a la hora de hacer un sitio de comidas era que tenía que ser un sitio de calidad».
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Para conmemorar su trigésimo segundo aniversario el Aker ha preparado «un auténtico fiestón» destaca Mendeku. «Habrá para beber y comer y como no tendremos música en directo. De ello se encargarán el grupo Paton, Paco y Tonino». Una celebración que arrancará hacia el mediodía y que ambos socios no saben cuando va a terminar. «Nuestra idea es empezar sobre las 12.30 horas, pero acabar, no sabemos cuando vamos a acabar, hasta que la gente quiera y pueda, entonces pararemos de celebrar». Por su parte, ambos aseguran que «también nuestra bodeguita estará abierta para que quien quiera se pase por allí a tomar una copa para después volver».
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