
Mientras la Unidad de Inspecciones Oculares de la Ertzaintza continúa investigando el origen del fuego que el pasado sábado obligó a desalojar las diecisiete viviendas ... del número 13 de la calle Alfonso XI de Errenteria, los vecinos siguen sin saber cuándo podrán regresar a sus casas. «De momento no podemos volver porque todavía hay un fuerte olor a hollín, mucha agua y no tenemos suministros de luz, de agua ni de gas», explicaba este lunes Félix, propietario del 6ºB, quien reconocía que «el mal rato que estamos pasando no se nos va a olvidar nunca». Su inmueble está pared con pared con el piso en el que se originó el incendio, que ha calcinado por completo el 6ºA y una de las dos buhardillas. De la otra, decía su propietario, «se puede salvar algo, aunque no mucho».
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Tras una primera exploración, Félix declaraba que en el interior de su vivienda todo estaba «patas arriba», que tenía los techos «destrozados, la pintura sucia de hollín y agua en el suelo», si bien reconocía que «renovando el pasillo, los muebles y pintando» se podía solucionar. Sin embargo, las fuertes lluvias de la mañana añadieron un nuevo problema a los propietarios e inquilinos del edificio, sobre todo los de la letra A. «Con el incendio desaparecieron 5 metros de tejado en la séptima planta y ahora tenemos miedo de que si vuelve a llover se inunden nuestras casas», reconocía este vecino con notable preocupación.
«Subir por las escaleras es peligroso porque hay barrizal y sin luz se hace prácticamente imposible, pero he de reconocer que los seguros están trabajando a destajo y que la alcaldesa –Aizpea Otaegi– también se está moviendo. Ha estado todo el fin de semana con nosotros en el portal», agradecía. Según ha podido saber este periódico, un perito y un arquitecto realizaron a lo largo de este lunes una valoración del estado de las viviendas así como de la cubierta y solicitaron a los seguros la instalación lo antes posible de un toldo o algo similar para cubrir el tejado y así impedir que el agua provoque males mayores.
Por su parte, fuentes del Ayuntamiento de la localidad galletera, preguntadas por la posible fecha de regresos de los vecinos, aseguraron que por el momento no pueden dar una respuesta concreta. En este sentido, Aitor Mitxelena, vecino del primer piso, recalcó que «a la altura del quinto piso debe haber una tubería de agua rota», por lo que hasta que no se arregle, ve muy difícil poder volver a su casa. «Afortunadamente a la mía no le ha pasado nada y es solo cuestión de tiempo. Tengo la suerte de que mi tía vive justo en el edificio de al lado», expresaba.
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Por otro lado, el consistorio confirmó haberse hecho cargo desde la mañana de ayer de las tres familias con cuatro menores que durante el fin de semana fueron realojadas por el Servicio de Urgencias Sociales de la Diputación. «A partir de ahora la responsabilidad es nuestra y queremos transmitir que, además de con ellos, hemos hablado también con las otras dos familias de las plantas 6 y 7 para preguntarles por sus necesidades y ofrecerles toda ayuda que esté en nuestras manos». Cabe destacar que en las cinco primeras plantas la estructura es de hormigón y que a partir de ahí lo es de metal y madera porque son pisos construidos con posterioridad.
Mientras la Ertzaintza sigue con las pesquisas para tratar de averiguar el motivo del incendio, lo que hasta ahora se conoce es lo que ha contado los vecinos. Juan Manuel Hernández, inquilino del piso en el que se desató el fuego, recuerda que estaba atendiendo una llamada en una habitación cuando de repente empezó a oler a quemado en el pasillo. «Abrí la puerta de otro cuarto, del que salía humo, y vi que el enchufe donde se cargaba el patinete eléctrico de una de las niñas estaba ardiendo», relataba frente al portal. Corrió a coger un cubo con agua, pero cuando regresó, explicaba, ya era demasiado tarde.
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«No pude hacer nada. Me afectó el humo y me quemé hasta el pelo. Tiré el teléfono encima de la cama y salí corriendo», afirmaba el hombre, todavía afectado por el susto. «Por suerte, no explotó una bombona de butano que tenía en la casa», añadía. Juan Manuel empezó a avisar «a todos los vecinos, llamando a las puertas para que salieran». «Si me quedo un poco más allí, el fuego me acorrala», aseguraba.
Laura Echevarría, por su parte, detallaba que enchufó el cargador «como unas dos horas», y que la noche anterior hubo un momento en que se fue la luz en su casa. «La luz estaba roja, así que lo dejamos cargando. Nos fuimos a la piscina y al rato me llamó una amiga diciéndome que estaba mi casa ardiendo. Llevo seis años aquí, de alquiler, con todo el respeto del mundo hacia el vecindario», recalcaba.
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Una vez pasado lo peor, los vecinos del número 13 de la calle Alfonso XI de Errenteria quieren ir poco a poco recuperando la normalidad.
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