![Errenteria: Olores de flor que despiertan a la vida](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202203/09/media/cortadas/71962022-kn1H--1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
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Parece que el olfato tiene menor prestigio que sus colegas gusto, tacto, vista y oído. Pero nos equivocamos. El olfato es la gran puerta de comunicación con el entorno y la pandemia nos lo ha frenado. Desde el centro Osina Ekogunea de Errenteria quieren contribuir a la recuperación del placer de oler. Para ello han programado con Laura Romera, experta en aromaterapia, un taller para despertar el olfato y otro para cuidar de la piel con esencias de flores y plantas. Serán el viernes y el sábado.
«El perfume sintético, que entró en el siglo XX de forma apabullante, nos entorpece el olfato», explica la experta en aromaterapia Laura Romera. «Como en todo mamífero, el olfato nos salva de peligros y nos enamora. Emitimos feromonas para quien nos atrae. El olfato nos asegura lo que nos gusta: comidas, lugares y personas».
Como en toda actividad inconsciente del sistema nervioso, en cuestión de olfato todo acontece con mucha rapidez. «Aunque no nos demos cuenta, siempre estamos eligiendo a través del olfato», dice la experta. «Pero los extractos sintéticos saturan la mucosa pituitaria y entorpecen la percepción de lo sutil, algo que la aromaterapia busca recuperar».
¿Vivimos alejados de los sentidos? «La pandemia nos ha dado una oportunidad para valorar lo que significa respirar», explica Romera. «Es un momento en que la gente necesita recuperar sus sentidos, especialmente el olfato y el tacto».
Argentina residente en Extremadura, Laura Romera admira el contacto con la naturaleza y el bosque que se practica en el País Vasco. Y le encanta la llamada al despertar de la tierra, a golpe de bastón, en la festividad de Santa Águeda.
Algunas plantas aromáticas son poderosas regeneradoras del olfato y abren el camino de pulmones y vías respiratorias. Entre estas 'especialistas' están la ravintsara (aceite esencial), el eucalipto (especialmente el radiata), el laurel, el sándalo o el palo de rosa, árbol de la cuenca amazónica. En sus 'paseos' por el bosque aromático en el interior de una sala se logra una relajación profunda. El sentido del olfato despierta y capta memoria y capacidades olfativas. Hay que prepararse porque la primavera puede resultar reactiva por pólenes y contaminación. A despejar la nariz pueden ayudar inhalaciones cortas con aceites esenciales».
¿La flor por excelencia? «Depende de culturas. En Andalucía es el jazmín y en Levante, el Azahar. Cada región tiene su aroma. Están las lavandas, en otros sitios. A mí me gustan las violetas, pero es por memoria olfativa: a mi madre le encantaban».
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