Su final estaba escrito, como las profecías que contienen los libros más antiguos que hablan del futuro de la humanidad. Trapujale estaba condenado a morir. Por ello, no fue una sorpresa que el juez lo declarara este martes, mientras el sol se ocultaba más allá de la bocana del puerto de Pasaia, culpable.
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De nada le sirvió implorar. Tampoco valieron las pruebas presentadas en su defensa durante el juicio celebrado en Gurutze Santuaren plaza. El personaje de tintes mitológicos halló la muerte como cada asteartebeltz desde hace ya más de tres décadas.
La comitiva fúnebre lloró al decirle adiós. Con él, se iba también cerca de una semana de festejos, en los que la meteorología ha jugado en contra de los lezoarras obligándoles a suspender algunos de los actos programados. El Carnaval puso, de este modo, punto final a su última edición.
¿Pero qué pasará en la del próximo año? Sin ánimo de hacer spoiler, Trapujale regresará. Desafiará a quienes quisieron llevárselo al más allá y dentro de doce meses, volverá a bajar del caserío Martizkone para reencontrarse con cuantos mantienen viva su leyenda.
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