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El buen tiempo del que se ha disfrutado a lo largo de todo este fin de semana ha contribuido a que el Carnaval de Trintxerpe haya sido uno de los más multitudinarios de sus últimas ediciones. Infinidad de vecinos y visitantes han llenado el centro de la población dispuestos a lucir disfraces y presenciar los actos que se han ido sucediendo desde la mañana del viernes.
Los desfiles de comparsas, carrozas y cuadrillas del pueblo han sido uno de los actos más aclamados. Así volvía a quedar patente a media tarde de este domingo, durante la salida que protagonizaron desde Gudarien plaza Thamessis, Txasiss, Lezoko Eztandak, Show Time, Gurea, Bóveda y Fama, entre otros participantes.
Las siete agrupaciones derrocharon tanta creatividad en sus disfraces como marcha a través de sus elaboradas coreografías. El público vibró al ritmo de la canción 'Bad Romance', de Lady Gaga, elegida por Txasiss; fotografió la carroza ideada por Fama en su 40 aniversario, con su recorrido mundial recreado en la parte posterior; y vitoreó a los animados comparseros de Bóveda.
Pese a que este año el recorrido del desfile se ha limitado a Euskadi Etorbidea, los espectadores han disfrutado al máximo de las actuaciones, llenando las aceras que discurren entre la zona más próxima al puerto y el edificio de Correos. Especial expectación han despertado en esta ocasión las cuadrillas de amigos, niños incluidos, que han elegido un tema común para salir a la calle y provocar sonrisas entre los viandantes. A la legión y su cabra, se sumaban un circo con su hombre bala, los nostálgicos de las cintas de cassette grabadas con los grandes éxitos de ayer y hasta un coro de góspel que portaba su iglesia sobre ruedas.
La otra cara de las carcajadas y las veladas sin fin tenía lugar al anochecer, cuando el bacalao ponía fin a su alegre existencia. El icónico pescado que los arrantzales pescaron durante varias décadas en las gélidas aguas de Terranova arrebata en Trintxerpe el papel a la sardina, cuya quema se produce en incontables localidades.
«Aquí no se quema nada. Lo que hacemos con el bacalao es lanzarlo al mar o, mejor dicho, al pantalán del muelle del Hospitalillo. Lo estrellamos y lloramos su muerte», explicaba a DV una desconsolada viuda que sujetaba en sus manos una vela que apenas iluminaba su rostro, semioculto bajo una mantilla negra, como el resto de su atuendo.
Con el adiós al bacalao se despiden los Carnavales trintxerpetarras que aprueban con nota su última edición.
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