No la he leído: una novela inolvidable

En plena hegemonía del audiovisual, el prestigio del libro aún impone su jerarquía. Si algún programa de televisión, periódico, podcast o web contara con el testimonio escrito o verbal de José Bretón admitiendo su autoría del crimen ahora estaríamos hablando de hechos consumados porque se hubiera difundido en el acto. Peor aún que esta forma de hipocresía catódica son las elaboradas argumentaciones que tratan de justificar la publicación con el sonrojante argumento de que «es necesario conocer a los monstruos para tal y cual», dándole al libro un fin 'utilitarista'. El discurso de los clérigos ya sólo prospera en el ámbito cultural, donde es frecuente que te traten como a un niño de doce años.

Me interesa cero José Bretón, pero si 'El odio' se prohíbe, estaremos sacando la pasta de dientes del tubo y ya sabemos que luego es complicado devolverla a su interior.