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Está dicho que las creencias han vuelto a colonizar los cerebros en perjuicio de los conocimientos, pero por encima de las unas y de los otros se ha colado la 'moral': el selfie del alma, tan tuneado como el de los cuerpos. Con motivo de ... la recuperación de las obras completas tuiteras de Karla Sofía Gascón, desde el director de 'Emilia Pérez' hasta el último no espectador que ni siquiera ha visto la película ha opinado ya sobre los merecimientos de la actriz como candidata a los Oscar de la Mejor Interpretación desde un punto de vista 'moral'. A la hora de escribir estas líneas, la conclusión es que una persona tan abyecta no puede ganar el galardón que concede una Academia de Hollywood que, en el imaginario popular al menos, incluye a no pocas sabandijas. Pero atención: si los 'virtuosos' huelen un cambio en la dirección del viento, modificarán su discurso. Digámoslo ya: los juicios 'morales' nos importan mucho si son en primera persona y un pimiento si los redactan los demás. Al fin y al cabo, en qué mundo tan maravilloso y perfectamente irreconocible viviríamos si cada autoproclamado comportamiento ejemplar se correspondiera con actos de idéntica condición. Por desgracia, todos sabemos que no es así.
A Karla Sofía Gascón se la ha condenado por muchas cosas que ha dicho, pero no por algo que haya hecho, al contrario que pongamos Roman Polanski, merecido ganador del Oscar a la Mejor Dirección. Aún le queda por recorrer una parte del circuito de la 'virtud': el de la redención, un género que cuenta con un público masivo. Ese 'relato', quién sabe si en forma de serie, que la devolverá a su condición de 'víctima'. Luego tocará olvidarla.
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