
El final de las consignas
La revolución geopolítica en Europa interpela sobre todo a la izquierda de tradición pacifista y antimilitarista
Alberto Surio
Miércoles, 12 de marzo 2025, 06:14
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Alberto Surio
Miércoles, 12 de marzo 2025, 06:14
El cambio provocado por el abrazo entre Trump y Putin ha dejado a Europa sin el aliado norteamericano y ha provocado un terremoto geopolítico de ... enormes consecuencias que aún desconocemos. De entrada, abre un debate sobre la seguridad europea impensable hace poco tiempo que trastoca las viejas consignas en las que todos vivíamos más cómodos. Eran nuestras certezas inamovibles. Sobre todo, en el sur de Europa. Aquí, lejos de la inestable frontera con Rusia, persiste un fuerte sentimiento antimilitarista. ¿Quién es el valiente que va a presentarse a las elecciones con el programa de un aumento del gasto militar bajo el brazo? La pregunta ilustra el alcance de la discusión y en qué medida este nuevo contexto interpela, sobre todo, a la tradición de izquierdas, que siempre se ha envuelto en la rentable bandera del pacifismo.
Echemos la vista 38 años atrás y recordemos que en el referéndum de la OTAN, la mayoría de los vascos se posicionaron claramente en contra de la entrada en la Alianza Atlántica. El PNV dio libertad de voto en la consulta. Lo hizo, con una música de fondo favorable a la Alianza Atlántica y al espíritu con el que se fundó tras la Segunda Guerra Mundial y en el contexto de la Guerra Fría. Pero los resultados dejaron claro que la mayoría de los vascos no querían estar dentro de la Alianza: 65% en contra y 31,5% a favor. La participación fue del 66% (más de 1.600.000 electores). Se trataba del índice de participación más elevado del País Vasco en un referéndum desde el de la reforma política, en 1977.
Un resultado tan contundente no hubiera sido posible sin una profunda fractura del electorado nacionalista e, incluso, de un sector del socialismo, que prefirió volver a decir 'OTAN, de entrada no', aquel lema del PSOEantes de que Felipe González diera el giro. Sánchez cuenta hoy con el aval de la UE pero existe el riesgo de que se interprete este debate como el típico movimiento de las élites alejadas de la ciudadanía. Si Europa aún no tiene un alma política propia, defender primero un ejército europeo con más recursos es casi como comenzar la casa por el tejado.
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