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Mi genoma y yo

Adur en Ur Mara

Aquel día, el día del libro de los caballos, nos despedimos con un abrazo. ¿Qué hay más allá? La eternidad del que camina sobre el filo de la luz, o del cincel

Martes, 25 de junio 2024, 02:00

Era su tiempo de los caballos y ahí estaban los dos, su regalo. Un libro de madera, con su bisagra en el lomo y dos tiras de cuero para cerrarlo. Lo abrías y te saltaba a los ojos el galope de dos pottokas, magistralmente labradas. ... De su mano su calor y su fuerza, la inocencia de su mirada, su inagotable capacidad de maravillarse. Caballos de fuego, como el de Mari, esculpidos por un hombre igualmente de fuego. El entusiasmo lo encendía, la indiferencia lo apagaba. Una brizna de hierba le bastaba para volver a encenderse. No me cabe duda: allá donde esté, Koldobika Jauregi sigue galopando.

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