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Criptoterrestres. Parece el título de una novela fantacientífica, pero no. Quien rubrica esta hipótesis es un eminente astrofísico de la universidad de Harvard, Abi Loeb, responsable de su Departamento de Astronomía y de la iniciativa Agujero Negro. Viene a decir que seres de una civilización ... avanzada habitan entre nosotros adoptando diferentes formas entre las que podrían considerarse las pseudohumanas, también las reptilianas.
Aunque sugiera un delirio propio de la mente de Sheldon Cooper –'Big Bang Theory'– el bueno de Avi se muestra tan contumaz como pertinaz. En un editorial previo publicado en la revista Scientific American avanzaba otra conjetura: nuestro universo podría haber sido creado por una civilización superior –rango A en la escala cósmica–. La cuadratura del círculo, pues vendría a unificar la creencia en un ser supremo con los últimos descubrimientos acerca de los túneles cuánticos. Aunque nos deja en mal lugar. Loeb nos sitúa en el rango C de la escala cósmica. Esto no parece tan inverosímil: basta echar un vistazo alrededor para ir bajando letras en el alfabeto evolutivo. ¿Clase Z? Tal vez.
Nos salva la paradoja de Fermi. Hace setenta años Enrico Fermi, uno de los padres de la física moderna, la formuló en términos bien asequibles: «Si no estamos solos en el universo, ¿dónde están los otros?».
Loeb la resuelve encriptando a los que nos acompañan a la manera de los estupefacientes alienígenas en busca y captura por los X Men. Pero tampoco es tan fácil. Después de rastrear cien mil galaxias a la caza de signos de esa civilización extraterrestre, otro equipo de científicos, los que estudian los datos del telescopio orbital WISE, han tirado la toalla. Su Santo Grial serían las ondas de infrarrojo medio que irradiaría ese Shangri-La galáctico, allá donde estuviera. Nada en millones años luz a la redonda.
¿Pero qué es la nada cuando miramos al cielo? En una noche estrellada podemos atisbar hasta dos mil quinientas estrellas. Sólo suponen una centésima de la millonésima parte de las que fulguran en la Vía Láctea. Supongamos que apenas el 20% tenga planetas comparables al nuestro en su órbita y que sólo en el 0,1% se haya desarrollado una forma de vida inteligente. Tendríamos cien mil civilizaciones ahí al lado, en nuestra humilde galaxia.
Lástima que no emitan radiación infrarroja. El telescopio WISE da la razón a Fermi y se la quita a Loeb. Casi es un alivio que sigamos sin noticias de Gurb. Bastante tenemos con las nuestras.
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