Les propongo un insólito comienzo de curso: en vez de los niños, los padres a la pizarra. ¿Qué sabemos de la generación Alpha? Es muy posible que las cuatro generaciones previas enmudezcan, empezando por la mía, la de los Baby boomers. Lo preocupante es que ... ignoren la respuesta los de la Y, los padres de los Alpha. ¿Quiénes son estos? Ni más ni menos que los miembros de la cohorte generacional más populosa de la historia, los nacidos entre 2010 y 2024.

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Ya representan una cuarta parte de la población mundial y se caracterizan por cuatro vectores: son la primera generación nacida en este milenio, la primera en que la población blanca será minoritaria, la primera en la que las pantallas han ejercido como chupetes y, en fin, el dato clave, aquella cuya huella económica para 2029 se estima en 5,46 billones de dólares.

Los sociólogos están preocupados por un dato: su nivel de lectura, hoy, es muy inferior a cualquiera de las generaciones precedentes. Los expertos en marketing se frotan las manos. Tanto más fácil manipularlos con mensajes pueriles, en la línea actual, más burdos si cabe, centrados en el perfil dominante dentro de la nueva ola: consumidores de encefalograma plano, pero con alto nivel adquisitivo. Hipersensibles a todo lo virtual, aunque con una formación social muy deficitaria, pues en su mayoría nacieron durante los confinamientos de la pandemia.

Los primeros Alpha vinieron al mundo el año en que se lanzó el iPad, se creó Instagram y 'aplicación' fue la palabra del año, 2010. Los últimos, ante un mundo que se desmorona, sin entrar en el deterioro democrático global, aunque sin olvidarnos de la emergencia climática que provoca fenómenos meteorológicos extremos. Y es aquí donde empieza lo interesante.

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Graham Greene hablaba del factor humano, justo ese que jamás entra en los análisis de prospectiva. ¿Y si ante una cadena de situaciones límite esta generación Alpha, a la que ya se califica como la próxima generación perdida, sea la que salve al mundo tras encontrarse a sí misma?

Los Alpha leen poco, pero denotan un signo esperanzador. Se llama fatiga de las pantallas. Y por añadidura, de todo lo que publicitan, informan o desinforman. En ocasiones, basta el aleteo de una mariposa para que se produzca un cambio cultural de magnitudes planetarias. Si los Alpha están llamados a prolongar su vida hasta el siglo XXII nadie más interesado que ellos en que las letras del alfabeto tengan continuidad, como poco, hasta la generación Omega.

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