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Me tocaba presentar en Madrid el último libro de un buen amigo navarro Miguel Gómara, pero la mano de otro, este vizcaíno, Carlos Jauregui, puso en la mía 'La baraja legendaria de Deba'. ¿Qué une a Miguel y a Carlos? Están casados con dos Cárdenas – ... Curra y Alicia–. Otro Cárdenas, Javier, es precisamente el autor de esta singular baraja en la que las figuras convencionales de la española mutan en cuatro palos presididos por cuatro leyendas ancestrales que Juan Venancio Araquistáin documentó, allá por el 1866, en sus 'Tradiciones Vasco Cántabras', las referidas a Deba.

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Araquistáin compiló sus leyendas en un tiempo convulso, entre la caída de Isabel II, la de los tristes destinos, y la revolución de 1868. No parece menos agitado el nuestro. Tanto más valiosa la iniciativa de Javier, hijo adoptivo de Deba, y ahora padre de esta baraja inusual. Su fascinación por los juegos de cartas le llevó hasta la Cuba de sus ancestros indianos, donde fundó el Museo del Naipe de La Habana. Y es aquí donde empieza la novela.

¿Qué novela? Se titula 'El castillo de los destinos cruzados', la escribió otro heterodoxo que también nació en Cuba –Ítalo Calvino– y todo su asunto gira en torno a otra baraja. Un Tarot del Quattrocento cuyos arcanos van cruzando vidas y destinos, los de sus protagonistas. La baraja de Javier no se presenta como un Tarot, pero sus cuatro emblemas cifran misterios homologables. En lugar de oros, copas, espadas y bastos, lo que sigue: ruecas para contar la historia de la Hilandera; cadenas, para la de la Emparedada de Irarrazabal, arpones, para la de Las tres olas; y torres, para la de Alostorrea. Una 'House of Cards' habitada de fantasmas.

Barthes hablaba de la mecánica del encantamiento. Descifrar símbolos implica entregarse a una arqueología del sentido. ¿Qué significan los arpones y las cadenas en la baraja legendaria de Deba? El anuncio de lo fatídico. ¿Y la rueca? El hilo de la vida y su longitud. ¿Y la torre? El orgullo, que será abatido por el rayo. O, una vez más, por el 'fatum'.

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No somos conscientes de qué manera en nuestra existencia se entrecruzan destinos por su faz y su envés, como en la cinta de Moebius. O como sucede con cualquier baraja, mientras cruzamos sus cartas.

«Dejadme como estoy» –dice 'El Colgado' del Tarot de Calvino–, «me han puesto cabeza abajo y he comprendido: el mundo se lee al revés». Debe ser por eso que Javier Cárdenas, doctor en arquitectura, entre castillos de naipes, prefiere seguir jugando al mus.

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