Un ambiente de paz, espiritualidad y trascendencia. Viviendo el evangelio desde 1358». Así reza la página web de las clarisas de Belorado, las mismas que han desencadenado un terremoto mediático, «a cuenta» –nunca mejor dicho– de un comunicado en el que exponían sus razones para ... separarse de la Iglesia, inopinadamente revocado por ellas mismas tres días después.
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Pese a que se calificaban de 'cismáticas', llamar cisma a esto induce al sarcasmo. Unas monjitas de clausura con una vocación paralela, la de instagramers, se declaran en rebeldía, no precisamente por la interpretación del dogma, como sucedió en el Cisma de Occidente, con un franciscano elegido antipapa, Alejandro V, o siglos después entre los propios franciscanos, dando lugar a los Observantes y a los Capuchinos, sino al ver frustrada su tercera vocación, la inmobiliaria. Signo de los tiempos. Hoy, hasta las monjas invierten en bienes raíces a precio de mercado.
Conocemos la operación de estas humildes grandes tenedoras: además del de Belorado, un convento en Derio, valorado en tres millones de euros, que pretenden vender, para comprar el de sus hermanas de Orduña, abonando millón y medio. ¿Qué se propondrían hacer con el millón y medio restante? ¿Socorrer a los desfavorecidos? Ni una palabra al respecto. Detrás, la larga sombra de uno de esos personajes histriónicos que nos regala de tanto en tanto nuestro impagable 'Celtiberia Show': otro obispo cismático, Pablo de Rojas, excomulgado en 2019.
En Belorado nació uno de los banqueros de Felipe II, el judío Simón Ruiz Embito. Las monjitas deberían promover su beatificación, y nosotros con ellas. El dinero y su dios, el bíblico Mamón, como motor de este mundo. Y también de este presunto cisma. Uno acaba añorando a esas monjas lascivas de Boccaccio. Incluso a las endemoniadas de Loudun, por no mentar a las del convento de Forcella, donde el Tridente del Diablo.
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Cismas de verdad hay uno en ciernes en Alemania, protagonizado por buena parte de sus obispos. Pero esto no interesa a los medios. Venden más las monjitas trotaconventos de Belorado. Y no es para menos: bajo su voto de pobreza, un formidable patrimonio inmobiliario.
Cuentan que al final de sus días, una monjita preguntó al moribundo Voltaire si quería renegar de Satanás. «Creo que no es el momento de buscarme nuevos enemigos», repuso el filósofo. Debe ser por eso que las de Belorado comulgan con el 'reverendísimo' Pablo de Rojas. El diablo inmobiliario, siempre al acecho.
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