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Con el estreno del año, el gran suceso editorial de 2025: 'Hipnocracia. Trump, Musk y la nueva arquitectura de la realidad'. Lo firmaba un filósofo ... chino, Jianwei Xun, de quien nada se sabía. El misterio se acrecentaba con lo disruptivo de su tesis. Somos cobayas de una nueva forma de control social, la Hipnocracia: vivimos en un estado de trance permanente, manipulados, teledirigidos, hipnotizados por los medios.
En dos meses, ya era un fenómeno editorial en Europa. Hasta que, este abril, su verdadero autor, Andrea Colamedici, declaraba que Juanwei no existía como persona física. Lo había creado él, operando tres programas de inteligencia artificial generativa. O lo que viene a ser lo mismo, Juanwei como un híbrido humano-máquina -un ciborg-, el libro un simulacro -un fake- y entre ambos, la pregunta clave: Si una inteligencia artificial puede generar pensamiento avanzado, ¿dónde queda la nuestra?
Induce a otra más inquietante: la inteligencia artificial, ¿es ya más lúcida que la humana? Parece serlo, pues su visión de ese nuevo concepto generado por ella, la Hipnocracia, retrata el estado de nuestro mundo a raíz de la crisis de los aranceles.
Comienza describiéndonos un régimen de poder blando fundado no en la represión, sino en la modulación de estados de conciencia, induciéndonos a una situación de trance funcional. Sus paradigmas: Donald Trump y Elon Musk, los grandes hipnotizadores de nuestro tiempo. ¿En base a qué protocolos? Mutando la economía del capital por la economía de la sugestión, un business model elevando al rango de política de Estado. Pero también generando crisis histéricas que sólo ellos pueden resolver –a su manera hipnótica– como resolverán esta cuando mejor les convenga.
Los reyes magos de la ultramodernidad saben que el verdadero valor no reside en el control de los mercados, sino en el de los estados de opinión. Así nos hipnotizan, haciéndonos creer que estamos en el umbral del apocalipsis, de modo que seamos nosotros quienes, regresada la calma, acabemos aclamando al hipnotizador como nuestro redentor.
Lo venían diciendo pensadores como Baudrillard y Lipovetsky antes de que Colamedici pasara sus textos a sus programas de inteligencia artificial y les pusiera un rostro ciborg, el de Jianwei. ¿Pero quién lee esos libros? Otro a quien ya nadie lee, Nietzsche, lo avanzó en 'Así habló Zaratustra': «Tragárselo todo y rebuznar de placer, lo propio de los burros». En alemán, rebuzno se fonetiza 'Ja¡. Es decir: IA.
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