22 de marzo, 20 horas. Seis mil personas asisten al concierto de un grupo de rock en el Crocus City Hall, a 20 kilómetros de Moscú. Irrumpen cuatro terroristas fuertemente armados. ¿Dónde estaban las fuerzas de seguridad? En veinte minutos se cobran un balance de ... ciento cuarenta muertos. Los terroristas huyen.
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Dos días después la filial afgana del Daesh, el Estado Islámico de Khorasan, se atribuye la masacre. La Inteligencia americana declara haber advertido a Moscú. La Inteligencia rusa –FSB– responde con la detención de once sospechosos, entre ellos los cuatro atacantes, en la frontera de Ucrania. Sólo entonces el presidente ruso rompe su silencio. Un silencio inquietante, comprable al que acompañó a la rebelión de Prigozhin, el líder del grupo Wagner, previa al fatal «accidente» aéreo que le costó la vida.
Estado Islámico, Ucrania, CIA y FSB. Un póker lo suficientemente explosivo como para requerir la ayuda de Hércules Poirot. ¿Quién es el asesino? Vayamos por partes. Es cierto que el Estado Islámico se postula antirruso, tanto como que suele atribuirse atentados que no comete. Es igualmente cierto que Ucrania cuenta con un batallón, el Bratsavo, especializado en perpetrar atentados dentro de Rusia. Finalmente, también es cierto que el FSB ruso está detrás de masacres sobre su propio suelo, como la de 1999, la que desató la segunda guerra chechena.
Supongamos que el FSB conociera la amenaza y la ignorara deliberadamente. ¿Para justificar acciones más violentas en Ucrania? ¿Con qué sentido tras la reelección de Putin con el 87% de los sufragios? Responde Poirot: ¿Tal vez con el de ganarse a la población de cara a una movilización general ante un posible choque con la OTAN?
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Trabajemos la hipótesis opuesta: los terroristas no ofrecieron resistencia durante su detención, algo inusual entre los mártires de Aláh. ¿Por qué se dirigían hacia Ucrania si su base queda en Tayikistán?
Sólo un dato más: hoy sabemos que los atentados contra el gaseoducto Nord Stream fueron perpetrados por los servicios secretos británicos, con mediación de la CIA. También que Europa como potencia real ha dejado de existir.
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Poirot está convencido de que esta guerra sólo acabara, en el mejor de los casos, con un alto el fuego desfavorable para Zelensky. En el peor, con un holocausto de magnitudes continentales. Recordémoslo. Todo esto comenzó con la propuesta de ingreso de Ucrania en la OTAN. También en el infierno se entra por voluntad propia. No hay salida.
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