Josemari Alemán Amundarain

El calvario de Pablo Ibar

Hace 29 años la vida de este joven cambió para siempre por encontrarse en el lugar y momento equivocados. Desde aquel 14 de julio, una cárcel de Florida ha sido su casa

Andrés Krakenberger

Portavoz Asociación Pablo Ibar Juicio-Justo

Viernes, 14 de julio 2023, 07:00

La vida de Pablo Ibar no es la misma desde aquel 14 de julio de 1994. Tal día como hoy de hace veintinueve años, las ilusiones de aquel joven, hijo de padre guipuzcoano y madre cubana, dispuesto a emular los pasos de su progenitor en ... el mundo de la pelota vasca, se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos. La vida le cambió en un suspiro. Desde aquella desgraciada jornada, el chico que aspiraba a ser figura de la cesta punta en los frontones de Estados Unidos no sabe lo es dormir en su hogar, junto a los suyos. La cárcel ha sido desde entonces su casa. Pablo Ibar fue imputado de tres crímenes, de los que siempre se ha declarado inocente. Ha mantenido la misma versión en estas tres décadas. No se ha movido un ápice de sus iniciales manifestaciones y reitera hasta la saciedad que no tuvo participación alguna en los asesinatos que se perpetraron en un chalet de la localidad de Miramar, cercana a Miami, donde el 26 de junio de aquel mismo año, la Policía descubrió los cadáveres del dueño de la casa, Casimir Sucharski, y los de dos mujeres jóvenes, Marie Rogers y Sharon Anderson. Dos individuos armados habían irrumpido en el inmueble y acabaron con sus vidas. La secuencia de los hechos fue grabada por una cámara de seguridad instalada en la casa.

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El 14 de julio es una fecha que los Ibar nunca olvidarán. Aquel día, Pablo tuvo la desgracia de encontrarse en el momento y lugar equivocados. Pablo acompañaba a un amigo 'trapichero de drogas' en una visita que este último hizo a unos traficantes colombianos, al parecer, por unas cuentas aún sin saldar. Pese a que nada tenía que ver con las operaciones entre su conocido y los colombianos, se vio involucrado en un altercado que hizo que la Policía tuviera que intervenir. El incidente finalizó de la peor manera posible, con los arrestos tanto de Pablo como de su amigo. Ambos fueron conducidos a comisaría y una vez en la sede policial, agentes al frente de la investigación apreciaron una similitud entre los rasgos faciales de Pablo y uno de los autores de los crímenes cometidos días atrás en Miramar, cuyo rostro fue captado en ese vídeo de fuertes contrastes lumínicos e ínfima resolución.

Ahí empezó el calvario de Pablo. Un mes más tarde, Ibar, junto a otra persona, Seth Penalver, fue imputado de los tres homicidios. Desde entonces, Pablo Ibar ha sido juzgado en tres ocasiones. En la primera de las vistas, celebrada entre 1997 y 1998, no hubo unanimidad entre los jurados, de manera que el proceso fue declarado nulo. Había que repetirlo. El segundo juicio contra Pablo Ibar dio comienzo el día 11 de enero de 1999. Esta vez, Pablo fue juzgado en solitario y dos meses después, declarado culpable. La Fiscalía solicitó la pena de muerte, demanda que fue respaldada por el jurado (nueve miembros votaron a favor de la pena capital) y confirmada luego por el juez.

La decisión de la justicia estadounidense llevó a Pablo Ibar al corredor de la muerte, donde permaneció dieciséis años. El caso no tardó en saltar a los medios de comunicación. La sociedad española mostró su repulsa ante semejante decisión judicial y gracias a la movilización de la familia, muy popular debido a la figura del mítico boxeador José Manuel Ibar 'Urtain', tío de Pablo, y al trabajo realizado por la Asociación Pablo Ibar, surgió un movimiento de solidaridad hacia la causa. Instituciones, clase política, ciudadanos... todos estaban al lado de los Ibar.

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El apoyo que la familia recibió no fue solo moral, sino también económico, de vital importancia toda vez que permitió hacer frente al costoso gasto que el proceso judicial requería. Las aportaciones y ayudas fueron gestionadas por la Asociación Pablo Ibar y gracias a las mismas se consiguió que los abogados defensores lograran en 2016 que el Tribunal Supremo de Florida dejase sin efecto la pena de muerte y ordenase la celebración de un nuevo juicio. La Sala estimó que las pruebas contra el acusado eran «escasas y débiles». En aquella ocasión, el Supremo de Florida censuró la mala praxis del letrado que defendió al acusado en el juicio en el que fue declarado culpable y concluyó que no existían «pruebas físicas» contra Ibar.

El juicio debía repetirse. Otra vez. Pero a la tercera tampoco fue la vencida. La vista se desarrolló entre 2018 y 2019. Tras no pocas irregularidades por parte del juez que dirigió el proceso y después de que el fiscal aportase de manera sorprendente y sorpresiva una prueba de ADN en contra de Ibar que hasta ese momento jamás había aparecido, otro jurado declaró al acusado culpable. Esta vez, sin embargo, la pena muerte fue conmutada por la de cadena perpetua.

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Los posteriores recursos que ha interpuesto la defensa de Pablo no han dado el resultado deseado. Pero no por ello los Ibar ni tampoco la Asociación desiste en el empeño de que Pablo tenga un juicio justo, sin injerencias de jueces absolutamente parciales y con una adecuada valoración de las pruebas. El letrado que le representa trabaja en el próximo recurso que se interpondrá ante el Tribunal Supremo de Florida.

Mientras la justicia se pronuncia, la Asociación Pablo Ibar Juicio-justo continúa trabajando en iniciativas que le permitan lograr apoyos y recursos económicos. La asociación ha creado una línea de Bizum para de facilitar y agilizar las donaciones que ayuden a costear el proceso judicial. Asimismo, viene desplegando una campaña de crowdfunding a través de su página web www.pabloibar.com y en las redes sociales. Solo determinación. Y en eso estamos, pero necesitamos la ayuda de todas y todos.

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