40 años de paz... iencia
El oficio de vivir ·
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«Ahora no lo podéis entender, pero algún día sabréis qué gran hombre ha muerto»Aquel jueves llegamos en hora al colegio aun sabiendo por el 'parte' de la mañana que las clases estaban suspendidas: el inevitable hecho biológico se había consumado. Los tutores nos apremiaron a volver sin demora a casa, un plan que en absoluto era de nuestra ... apetencia; hallamos la excusa de quedarnos para rendir visita a un religioso que en su habitación disponía de televisor, todo un lujo en aquella comunidad.
El padre Van der Meer era un anciano alto, corpulento y con maneras melifluas, al parecer de noble linaje flamenco, que ejercía entonces como nuestro confesor. Invitados a pasar, tomamos asiento junto a él en torno a la mesa sobre la que, en un pequeño monitor de blanco y negro, David Cubero, la voz del régimen, iba desgranando las disposiciones para el luto nacional y honras fúnebres por el jefe del Estado. Acabada la lectura, dio paso al presidente Arias Navarro: «Españoles, Franco ha muerto...».
El padre Van der Meer rompió a llorar. Quitándose las gafas se echó a la cara un gran pañuelo blanco y, con voz entrecortada, gimió: «Ahora no lo podéis entender, pero algún día sabréis qué gran hombre ha muerto...». Años después me enteré de que el religioso lo pasó muy mal durante la Guerra Civil, de manera que tenía motivos más que ideológicos para venerar al caudillo como a un 'salvador'.
Cuando nos reincorporamos una semana después, los jesuitas habían instalado una exposición de fotografías de Juan Carlos de Borbón jugando a hockey en aquellas mismas pistas. Con gran satisfacción, el hermano responsable intentó insuflarnos orgullo como alumnos de un colegio en el que veinte años antes había cursado el flamante monarca. Claro que por entonces la institución estaba mucho menos aplebeyada, en opinión del padre Van der Meer, pues las aulas se segregaban entre niños bien por un lado y niños del llano por otro... «no como ahora que todo es un desorden».
«La paz ha terminado», dictaminó un periodista de los de brazo en alto tras el 20-N. ¿Pero qué paz era esa? El filósofo Javier Muguerza lo sintetizó como nadie: Franco «humilló a los hijos de los vencidos y abochornó a los hijos de los vencedores, sumiéndolos a todos en un común sentimiento de vergüenza del que nacieron las bases para un tácito acuerdo de olvidar la tragedia y sus desastrosas consecuencias. Solo en este sentido cabría considerar al franquismo como artífice de la paz».
Si le confesáramos al padre Van der Meer lo que hoy pensamos del 'gran hombre' nos calzaría una buena penitencia.
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