Aviraneta, también 150
El oficio de vivir ·
No fue el dechado de probidad que pintó Baroja, pero tampoco un veleta ni un monstruo del enredo como lo vio GaldósSecciones
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El oficio de vivir ·
No fue el dechado de probidad que pintó Baroja, pero tampoco un veleta ni un monstruo del enredo como lo vio GaldósEugenio Aviraneta Ibargoyen disfrutó de una doble vida: una temporal entre 1792 y 1872 en la que dejó huella como genio de la intriga y la travesura política, y una segunda vida literaria del magín de su sobrino nieto Pío Baroja a través de la ... veintena larga de novelas que conforman el ciclo 'Memorias de un hombre de acción'. Libros de peripecias cuya lectura nos encandila por su mirada irónica y escéptica sobre las criaturas humanas, al tiempo que crónica de un siglo convulso y contradictorio, miserando y apasionante. Del primero, del Aviraneta de carne y hueso, conocemos varios textos autobiográficos, en gran medida engañosos y justificativos, sobre los cuales se sustenta el segundo. Así, entre realidad y novelería, mixtificaciones y romanticismo, medias verdades e imaginación libre, viene a nuestro encuentro el gran conspirador liberal.
En una época dominada por la visión personalista de la historia, el guipuzcoano se consideraba un héroe solitario en auxilio del desdichado pueblo español al que había de rescatar de las garras del absolutismo y conducirlo al paraíso de la Libertad. Algo así como la versión castiza de su amigo Lord Byron, pero menos dandy y más pragmático: con su anodina apariencia (mediana figura, bisojo, corto de palabra y zote fingido), sabía ganarse a la gente para hacerla peón de sus intrigas. Lo sintetizó Espartero: «Lo que no haga el vasco Aviraneta, no lo haría todo el infierno entero».
Aventurero anfibio y actor de mil caras (igual se hacía pasar por un comerciante donostiarra que por un pastor del Pirineo), falsificador de documentos y grafómano (luchó tanto o más con la pluma que con el sable), no fue un dechado de probidad como lo pintó Baroja, pero tampoco el veleta sin escrúpulos ni el monstruo del enredo que se pasea por los 'Episodios Nacionales' de Galdós. Permaneció siempre fiel a los ideales de Libertad y República −«el sistema de gobierno más barato y perfecto que se conoce desde el origen de las sociedades»−, a cuya conquista dedicó su larga vida de la única manera posible en un país donde los inexistentes partidos se sustituían por sociedades secretas, en vez de cámaras representativas había camarillas y clanes, y en los veladores de café en torno a chocolate y aguardiente se tramaban pronunciamientos.
La coincidencia del 150 aniversario tanto del nacimiento de Baroja como del fallecimiento de Aviraneta estimula a descubrir o a regresar a tan estupendas ficciones así como a la doble vida del admirable paisano.
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