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El país sigue en shock por el beso de Rubiales a Jenni Hermoso. Ya no mola lo de la española cuando besa es que besa de verdad. Hay besos de verdad y de mentira, besos de compromiso, besos robados, besillos, besotes, besazos. Dice Rubiales que fue un 'pico' inocente y le ha caído la del pulpo. Jenni prefiere disfrutar del buen rollo del mundial y que opine su sindicato. Aquí paz y después gloria. Pero ni de coña, tío. Los guardianes de la moral no sueltan su presa. Iceta se lamenta con golpes de pecho «Que pida perdón», dice. Estaría bien que pidiera perdón él por bailar tan mal. Sus homólogas, Montero y Belarra, optan por el trazo grueso. «Eso es violencia sexual». Cómo desbarran, tío.
Fuera alucinan con España. Dos mundiales de fútbol y dos besos para la historia. Casillas-Carbonero y Rubiales-Jenni. Rubiales será garrulo y zafio, capaz de agarrarse los güevos en el palco delante de Letizia, pero qué amarga tragicomedia han montado. Menos mal que Letizia ... se puso en modo campechano con el oée, oé, oé oé. Y ahí estaba la prensa para dar fe según su leal saber y entender. Leal lo dudo, pero se puede entender todo, hasta el morbo mediático del beso de Rubiales. Pasamos de pantalla. Lo incomprensible y aberrante es el blanqueamiento de la prensa a Daniel Sancho. Un tipo que asesinó y descuartizó a su novio lo han convertido en Jesucristo Superstar. Y Daniel poniendo morritos. Tampoco te creas que es tan guaperas. Como mucho, déjalo en resultón.
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