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Los norteños jugamos al supremacismo pluvial con respecto a los mesetarios, levantinos, serranos y sureños. Por más que también aquí nada más caer unas gotas ... abrimos el paraguas sin pararnos a pensar si no será solo un poco de niebla agitada. En cuanto llueve, aunque no sea a cántaros sino sirimiri, nos saludamos con un 'buenos días, por decir algo'. Pues si es solo por decir algo, cállate. Por más que la última vez que se nos inundaron la tierra y la vida fue un lunes de 1997 y antes, un trágico agosto de 1983.
Pero seguimos ju(z)gando al y con pluvial supremacismo. Ha llovido sin tregua durante 17 días más allá de nuestros territorios y el comentario aquí ha sido 'pobres, es que no están acostumbrados'. Ni nosotros, pues bien se dice por aquí 'Ya no llueve como antes'. Lo peor quizás sea que miles de los miles de litros caídos no han sido retenidos por ninguna infraestructura capaz de reciclarlos para poder reutilizarlos cuando llegue la sequía. Aguamala.
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