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Donde está blanqueado Ternera es en Francia
Cuenta con innumerables apoyos en el país en el que vive con total tranquilidad
Consuelo Ordóñez | Presidenta de Covite
Viernes, 29 de septiembre 2023, 02:00
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Consuelo Ordóñez | Presidenta de Covite
Viernes, 29 de septiembre 2023, 02:00
Entrevistar a un sanguinario terrorista no es, en sí mismo, un acto legitimador del terrorismo. Está en la esencia del periodismo llegar al fondo de las cosas y de las personas. Los testimonios de varios miembros de ETA en la obra 'Bajo el silencio', de ... Iñaki Arteta, o la entrevista al 'carnicero de Mondragón' de Ángeles Escrivá en El Mundo son ejemplos de que dar visibilidad a las opiniones de un terrorista no implica blanquearlo. En este sentido, considero injustas algunas acusaciones que se han vertido contra Jordi Évole y el Festival de Cine de San Sebastián en relación con su supuesta intención de blanquear a Ternera y a ETA, más aún cuando el documental 'No me llame Ternera' no se había estrenado. He preferido esperar a que bajaran los decibelios para, desde la serenidad, pronunciarme sobre la controvertida pieza.
Si entendemos que el periodismo tiene el deber de prestar un servicio a la sociedad, y en el caso que nos ocupa ese servicio sería desactivar el odio e impugnar la legitimación del terrorismo, esta entrevista no es una de las mejores contribuciones a esta importante tarea. 'No me llame Ternera' es, sencillamente, un ejercicio de vanidad por parte de Ternera: hay oportunismo, narcisismo, un pésame de circunstancia —«matar no es un placer para nadie»— y un elocuente silbido de perro que se filtra al principio de la entrevista: «He tenido pocas oportunidades de expresarme. Conmigo se ha hecho un trofeo. Mi figura se ha deshumanizado». Todo un clásico: los asesinos de ETA se consideran víctimas y procuran convencer de ello a los demás.
El documental no aporta nada relevante más allá de comprobar que el fanatismo no desaparece con un comunicado de disolución, ni con la entrada en la vejez, ni con la cercanía de la muerte. ¿Merecía semejante espejo alguien anclado desde hace 60 años en las mismas ideas criminales? Probablemente no. No obstante, como punto positivo, la pieza contribuye al derecho a la verdad de la víctima Francisco Ruiz y de la familia de Víctor Legorburu, asesinado por Ternera, familia que incomprensiblemente no aparece en el documental ni ha sido contactada para que pudiera conocer de primera mano un hecho tan relevante en sus vidas; lo puedo afirmar porque fui yo quien comunicó al hijo de Víctor Legorburu lo que Ternera dice en el documental. En este sentido, 'No me llame Ternera' también es un espejo de dónde estamos como sociedad: los perpetradores siguen despertando mucho más interés que sus víctimas y sus derechos.
No es cierto que Ternera haya tenido pocas oportunidades de expresarse. En Francia, país en el que vive con total tranquilidad al menos desde 2019 —año en que fue detenido tras diecisiete años prófugo de la justicia— cuenta con innumerables apoyos de intelectuales, políticos, medios de comunicación y activistas. A los pocos días de producirse su detención el 16 mayo de 2019, varios filósofos galos enaltecieron a Ternera comparándolo con Nelson Mandela en un artículo en Libération, en el que lamentaron que «frente a su determinación y su altura moral para terminar con un conflicto armado, se le opongan el desprecio y la opresión». A los dos meses de su detención, se hizo público un manifiesto de intelectuales de izquierdas de todo el mundo que pedía que no se le extraditara a España. El cineasta Thomas Lacoste le hizo protagonista de su obra 'Pays Basque et Liberté: un long chemin vers la paix', espurio documental en el que se ahonda en la imagen de Ternera como el Nelson Mandela vasco y se defiende que ETA merece un reconocimiento por sus esfuerzos en pro de la paz. También la agencia pública de noticias francesa, la Agence France Presse (AFP), le dedicó un reportaje fotográfico. Por si esto fuera poco, en mayo de 2021 Ternera dio una conferencia en la Asamblea Nacional francesa. Las víctimas de ETA no existimos al otro lado del Bidasoa –donde está hecha la entrevista de Évole–, mientras el terrorista logra disfrutar de su particular santuario de impunidad.
Seguramente Ternera conciba la entrevista de Évole como parte de esta maquinaria de marketing. Pero 'No me llame Ternera' no blanquea a Ternera porque Ternera no tiene ninguna intención de blanquearse. La sospecha de que el documental podría blanquearle parte de una premisa ingenua: que Ternera estaría dispuesto a hacer un acto de constricción y que ese gesto podría servir para dejar atrás su trayectoria criminal. Cuán ingenua sigue siendo una parte de la sociedad, que piensa que los asesinatos de ETA pesan a quienes los han perpetrado –«la culpa de Hipercor la tuvo el Gobierno español»–. Ingenuidad que también ha demostrado Évole, decepcionado con Ternera por no utilizar un lenguaje más «conciliador». Cómo se habrá regocijado Ternera ante estas críticas anticipadas y ante la expectativa de conciliación, lo cual no sucede en Francia. No hay ninguna resistencia a la imagen de Ternera como el Mandela vasco. Nadie espera su arrepentimiento. Nadie acusa a nadie de querer blanquearlo porque allí ya está, de facto, blanqueado.
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