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Con la salida de Borja Sémper de la política se acaba la que podíamos llamar 'generación Gregorio Ordóñez' del PP vasco. La democracia española nunca ... agradecerá lo bastante la lucha por las libertades de una generación de jóvenes políticos vascos militantes del PP. Algunos se afiliaron por el liderazgo del político donostiarra, otros se hicieron del PP después de su asesinato, cuando lo único que les podía tocar en suerte era un tiro en la nuca o un escolta de por vida. A lo sumo una entrada para el festival de cine de San Sebastián. Tremendo mérito democrático.
Se cumplirán este 23 de enero nada menos que 25 años del asesinato de Gregorio Ordóñez. Le asesinaron un lunes mientras comía y yo estuve con él, con su mujer, Ana Iríbar, y con su hijo la víspera, el domingo 22, a la hora del aperitivo.
Borja Sémper es buena gente como primera acepción de su currículum. Estaba en política por sus ideas y por la libertad, con riesgo severo de asesinato. Ir juntos a los funerales une mucho, máxime si piensas que el siguiente puedes ser tú o quien te acompaña. Otros concejales del PP como Vanessa Vélez, Ramón Gómez, entre muchos otros, estaban dentro de ese bombo mortífero siniestro del que solo se podía salir con los pies por delante.
Es hora de recordar que en Euskadi hubo un plan de exterminio sistemático, organizado por una banda terrorista con fines totalitarios, que pasaba por aniquilar a las gentes del PP y del PSOE como paso previo para instalar su dictadura nacionalista. Que ese plan contó durante años con la aquiescencia de sectores de la sociedad vasca que, en su 'máximo' nivel de 'compromiso', decidieron mirar hacia otro lado mientras se producía la escabechina de los estigmatizados como «españoles» y, por tanto, merecedores de muerte en el discurso propagandístico de los nacionalistas extremos. La democracia española derrotó esa política de aniquilación, vigente durante años.
Borja Sémper está vivo de milagro, como otros compañeros suyos. Le pusieron escolta como a tantos otros y eso le salvó la vida, como se la quitó a otros, sin escolta, Ordoñez; o con ella, Zamarreño. Sémper no suele hablar de su condición de víctima del terrorismo. Entiende la política como un debate civilizado en el que al final no tengan que pasar los camilleros a recoger los cadáveres. Se ha ido de la política por una mezcla de hartazgos: el de la crispación, el de las descalificaciones, el del sectarismo, el de los ataques, a él y a su familia. Creo que sólo se merece cosas buenas. Como otras gentes del PP. La democracia española nunca agradecerá lo bastante la lucha por las libertades y la democracia de gentes del PP y del PSOE en Euskadi, defensores de la Constitución y que se jugaron la vida para que ahora ETA esté derrotada y haya democracia.
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