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Y bromearás con el virus

Obituario ·

Fallece el periodista y escritor José María Calleja

Martes, 21 de abril 2020, 18:54

Era muy difícil no reírse contigo. Incluso quienes menos te querían o no te querían en absoluto habrían debido apreciar esa virtud innata, esa habilidad para distender con el humor cualquier trance que estuviera poniéndose trascendental, tenso, feo o simplemente aburrido. Te adornaba esa gracia. La misma de siempre que asomó la última vez que nos vimos; hacía mucho que no nos cruzábamos, casi desde aquellos debates que montabas hace años en CNN sobre el 'monotema' de los vascos, nuestro desgraciado parque temático del horror y del dolor. Nos encontramos en la inauguración de la exposición sobre Gregorio Ordóñez en San Sebastián con motivo del 25 aniversario de su asesinato, como otros colegas de varias generaciones con el oficio y la vida contaminados por la cobertura cotidiana de la violencia; en tu caso, con la huella añadida e indeleble de la amenaza etarra. No pude citarte la frase exacta, pero te agradecí que me hicieras carcajearme una mañana en la que habías relajado una tertulia radiofónica con una de las tuyas, incorregible hasta el final; sentido del humor blanco a veces, pero muy negro otras, la risa nos humaniza ante el terror. Me contaste entonces algo muy serio que te había conmovido tanto, te había reconfortado tanto, como para contarlo: cómo un ciudadano te había parado en mitad de la calle para pedirte perdón por no haber estado a la altura, por haber mirado hacia otro lado cuando aquí silbaban las balas. Al cabo de tanto tiempo, con la libertad -también para reír- ya recobrada.

No es cierto que los periodistas siempre queramos saber la verdad. En los últimos diez días un amigo común me ha tenido al tanto de tu desdicha, en un parte casi diario, muy escueto, que rezaba que seguías ingresado muy grave, atrapado por este pertinaz bicho que se ha demostrado inclemente. Yo me quedaba con las palabras que daban cuenta de que estabas estable, orillando todo lo mal que pintaban las cosas. Hasta que hoy, a mediodía, ya no ha habido escapatoria posible. Aunque me jugaría algo a que fuiste capaz de irte de esta vida que tanto parecías siempre disfrutar, incluso en los peores momentos, bromeando con el virus. Tu inesperado y cruel asesino.

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