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Dime cómo viven las mujeres y te diré cuánto de civilizada es vuestra sociedad», desafiaba Charles Fourier, pionero del socialismo y del cooperativismo, presuponiendo que ... la situación legal y real de la mujer es el perfecto medidor de toda comunidad humana. Si esta vara la aplicamos a la observación de nuestro pasado reciente, comprobamos que no ha habido un progreso lineal. Esto lo ha expresado muy bien Almudena Grandes al hablar de que su abuela, joven durante la República, era mucho 'más moderna' que su madre, formada durante el franquismo.
La dialéctica histórica a que se ha enfrentado la mujer queda reflejada en la lucha entre los 'modelos' que se le han querido imponer en cada momento (el ángel del hogar, la abnegada esposa, la sumisa ciudadana, la moderna 'superwoman'), y la resistencia a enfundarse dichos corsés sociales. A comienzos del siglo XX, las reivindicaciones de la izquierda política condujeron al reconocimiento de importantes derechos que fueron demolidos por la dictadura. Ya a finales de la pasada centuria, a partir de la restauración democrática, se inició una lenta evolución hacia la igualdad que aún está por completar.
Este es el tema de una muy didáctica exposición titulada «Un largo camino hacia la igualdad: las mujeres en Euskadi en el siglo XX», que hasta el 17 de febrero puede verse en Tabakalera de Donostia. Una muestra que no solo pretende evocar el pasado de la mujer vasca -que también−, sino ayudarnos a tomar conciencia de que las conquistas sociales nunca son definitivas sino un proceso en el que hay que seguir avanzando y en alerta para no retroceder.
El recorrido que propone la Fundación Onaindia resulta atractivo por la acertada selección de fotos y de textos descriptivos sobre la 'topografía' de esa ruta a la que alude el título y que se resume en un último panel: «El reconocimiento legal de la igualdad entre hombres y mujeres no supone una igualdad real de oportunidades. Conseguir esto es un largo camino que aún estamos recorriendo». Quizá las generaciones más jóvenes conozcan de modo imperfecto cómo ha sido ese tránsito hasta el presente, por lo cual la muestra es en especial recomendable para ese público.
Queda diáfanamente explicado que, aunque en lo legal y en lo cultural estemos avanzando en la dirección adecuada, la conformación de una comunidad de ciudadanos iguales desde la diversidad de géneros es un objetivo incompleto. En ello va en juego el porvenir colectivo, el de todos, por aquello que decía el viejo Fourier: dime cómo viven las mujeres y te diré qué calidad social y democrática tiene vuestro país.
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