Últimamente se habla mucho de la necesidad de que los miembros europeos de la OTAN aumenten su cuota en defensa. Durante la anterior presidencia de Donald Trump se propuso llegar al 2% del PIB, bajo la amenaza del magnate de no intervenir en caso de ... agresión. Ahora quiere elevar la cifra al 5%, cuando ni siquiera Estados Unidos lo hace. El secretario general de la Alianza Atlántica está insistiendo a los líderes europeos de tal urgencia por lo que pudiera pasar. Y el mismo comisario de Defensa de la Unión Europea ha ahondado en esto, señalando que esta subida no se debe a las palabras de Trump, sino a la amenaza de Putin, lo cual no deja de ser curioso si tenemos en cuenta algunos aspectos. Pues se alega que, si Putin cumple con sus objetivos en Ucrania, podría aspirar a otros territorios en Europa. ¿Pero quién ha decidido dejar sin ayuda económica a Kiev e inclinar el fiel de la balanza hacia Moscú? Trump. ¿Quién ha presentado un nuevo mapa de los Estados Unidos incluyendo como estado número 51 a Canadá, integrante de la OTAN? Trump. ¿O quién ha dicho que mantiene sus aspiraciones de hacerse con el control de Groenlandia, territorio del reino de Dinamarca, también socio de la Alianza Atlántica, no descartando el uso de la fuerza? Trump. ¿Y quién está dispuesto a elevar los aranceles sobre los productos europeos, como ya lo ha hecho con los provenientes de Canadá? Trump.

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Vistas así las cosas, ¿acaso es creíble que el incremento del gasto militar europeo se deba a la intimidación de Putin?Cabe recordar la reciente mini gira llevada a cabo por la primera ministra danesa por varias capitales europeas para recabar el apoyo de la Unión ante las pretensiones sobre Groenlandia de Trump, no precisamente de Putin. Trasladar lo que está sucediendo en Ucrania a un futuro avance de Rusia en el continente europeo es bastante improbable. Y lo es por varias razones. En 1991, en el contexto del desmoronamiento del bloque soviético tras la caída del muro de Berlín, el Pacto de Varsovia desapareció. Había sido fundado con un doble objetivo, como una coalición militar frente a la OTAN y como un elemento de dominación por parte de Moscú hacia los movimientos díscolos en la Europa del Este, como en Praga en 1968. Desaparecida la URSS y el Pacto de Varsovia, ¿qué sentido tenía ya la OTAN, si había sido instituida como un acuerdo militar frente al Kremlin y sus aliados? ¿Por qué, en lugar de disolverse, inició un proceso de desarrollo por la Europa del Este? Cuando se había asegurado a Gorbachov que esto no sucedería si se avenía a permitir la unificación de Alemania. Es cierto que no se firmó un tratado explícito como tal, pero por lo que sabemos hoy en día, gracias, en buena medida, al exhaustivo estudio del analista político Scott Horton en 'Provoked', Washington incumplió todas sus promesas. Eso sí, sin que se produjera reacción alguna por parte de Moscú. ¿Acaso el objetivo final no era empequeñecer a Rusia? Quizás por eso el afamado economista de Columbia Jeffrey Sachs, que participó en la reconstrucción económica de Rusia con Yeltsin, ha denunciado que al poder norteamericano nunca le importó una economía rusa saneada y cómo sus iniciativas fracasaron por la negativa estadounidense.

Esa ampliación ha chocado con lo que se ha considerado una línea roja para Moscú, la incorporación de Georgia y de Ucrania. Algunas de las figuras más destacadas de la diplomacia, la política y la academia americana de las últimas décadas habían advertido sobre este tema. Sin embargo, la Administración Obama no les hizo caso y alentó el golpe de Estado del Maidán contra Yanukovich. Hoy sabemos, debido a las investigaciones del profesor de la Universidad de Ottawa Ivan Katchanovski, que en la famosa plaza de Kiev ni las fuerzas de seguridad ni el ejército de Yanukovich dispararon un solo tiro contra la multitud. Nos pese o no, las grandes potencias tienen sus propias áreas de influencia y Ucrania lo es de Rusia, como Cuba lo es de Estados Unidos. ¿Acaso la tercera guerra mundial no estuvo a punto de estallar por el envío de misiles soviéticos a la isla en 1962?

No creo que Rusia esté interesada en iniciar un conflicto bélico con el resto de Europa. Ni China tampoco. Como vecino que es, a la Federación Rusa le hubiese convenido seguir comerciando con la UE y recibiendo inversión extranjera. Incluso, ni siquiera tiene capacidad demográfica para poder emprender una guerra contra Europa. Tiene una población estancada desde hace años, aparte de estar cada vez más envejecida. Quizás sí que haya que financiar mayores cantidades en armamento, pero la pregunta radica en si de verdad es contra Rusia o China o para defendernos de Trump y de sus ínfulas expansionistas. La opinión de Dinamarca podría ser muy esclarecedora.

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