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Eso al menos es lo que decidieron los líderes europeos el pasado 6 de marzo en Bruselas. El plan de defensa propuesto por la presidenta ... de la Comisión, Úrsula von der Leyen, alcanzaría los 800.000 millones de euros, una parte de los cuales, 150.000, correría a cargo de la UE mediante un endeudamiento conjunto a base de préstamos. El resto sería responsabilidad de cada estado miembro. Estaríamos ante la mayor inversión en defensa en tiempos de paz de la historia reciente. Sí, en tiempos de paz, porque, que yo sepa, y pese a lo que dicen algunos, la UE ni ha declarado la guerra a ningún otro país ni viceversa. Hay que decir que se pretende avanzar en uno de los elementos de la propia Unión, la militar que, hasta la fecha, había quedado un tanto retardado en comparación con los avances en materias económica, política y social. Y precipitado por la negativa de la Administración Trump a seguir encargándose de la protección europea por su escasa contribución a la OTAN. Este tema salió a relucir insistentemente en su primera presidencia, pero ahora, con el conflicto de Ucrania, se ha acentuado más. ¿Semejante rearme supondría una notable soberanía europea en este terreno? Seguramente sí, en la medida en que nuestra dependencia respecto de Estados Unidos disminuiría. No del todo, claro, debido a que los vínculos con la Alianza Atlántica perviven y, mientras esta organización exista, Washington continuará llevando la voz cantante. En cualquier caso, habrá que ver cómo se comporta cada uno de los aliados a la hora de aumentar su gasto militar, pues se parte de posiciones muy distintas y de diferentes posturas en sus respectivos parlamentos.
Si resulta fácil de entender el posicionamiento actual de Trump, que parece no considerar a los europeos como amigos, más difícil es comprender el señalamiento de Rusia como enemiga. Hasta donde yo sé, ningún dignatario europeo ha presentado prueba fiable alguna que demuestre que el Kremlin prepara una agresión hacia algún socio de la UE o de la OTAN. Se nos dice que hay que reforzar el flanco oriental para proteger a las repúblicas fronterizas con la Federación Rusa, extrapolando lo sucedido en Ucrania. Es decir, como se ha producido la invasión de Ucrania, algunos dan por hecho que Rusia no se va a conformar y va a seguir ocupando otros territorios europeos, con el argumento endeble de que Putin quiere recuperar las antiguas fronteras de la URSS.
Creo que esto sea así por, al menos, dos razones. En primer lugar, porque hacer dicha extrapolación no tiene sentido. En las naciones bálticas existe del orden de un 25% de media de ciudadanos rusófonos y, no obstante, Moscú no paralizó su independencia y no se propuso tomarlas cuando entraron en la UE o en la OTAN. Dejarse llevar por el planteamiento antirruso de Polonia, Lituania, Estonia y Letonia puede ser grave, ya que es de sobra conocido el odio a lo ruso existente en esos países por motivos históricos de peso. Pero, lejos de hacernos caer en esa trampa, sería mejor tratar de entablar negociaciones con un vecino tan poderoso como Rusia. Ucrania y Georgia son líneas rojas para la Federación Rusa y ahí no está dispuesta a ceder. ¿Qué pasaría si Rusia instalara misiles en Cuba? La respuesta la tenemos en lo que sucedió en 1962. En 2014 el Kremlin no pensaba atacar Ucrania. Sin embargo, al peligrar su estatus en Sebastopol, sede de su flota del Mar Negro, tras el golpe de Estado contra Yanukóvich, decidió la anexión de Crimea. A partir de ese momento, la situación empeoró por la ambición de Kiev de entrar en la OTAN, lo que hubiese podido suponer el estallido de la Tercera Guerra Mundial, como se lo recordó el otro día Trump a Zelenski. Y aquí hay que darle la razón porque el deseo del mandatario ucraniano siempre ha sido implicar al resto de potencias contra Rusia. En segundo lugar, la Federación Rusa no tiene habitantes suficientes para pensar en una operación parecida a la de Ucrania a gran escala. Su población lleva estancada años, por lo que eso es imposible. ¿Que puede hostigar de una manera más compleja que enviando soldados sobre el terreno? Sí. ¿Pero para qué? ¿Qué dirigente europeo nos ha dado alguna razón para pensar que Rusia quiere llevar a cabo una acción así? Ninguno.
Aumentar la inversión en defensa estaría vinculada a la actitud de Estados Unidos, y menos a una amenaza real rusa. Así, marginada la UE en el fin de la contienda, se plantea la posibilidad de que militares europeos sean enviados a Ucrania en misión de paz tras el alto el fuego. En Moscú esta opción se ve con malos ojos, por entender que serían tropas de la OTAN, de suerte que quizás esa delegación podría estar bajo el paraguas de la ONU, pudiendo ser éste un buen paso para dotar de garantías de seguridad al proceso de pacificación.
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