
Alves inocente, ¿la víctima culpable?
Carmen Muñoz López
Feminista y coportavoz de Berdeak Equo Euskadi
Jueves, 3 de abril 2025, 02:00
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Carmen Muñoz López
Feminista y coportavoz de Berdeak Equo Euskadi
Jueves, 3 de abril 2025, 02:00
Cómo se puede entender que Dani Alves, condenado por violación a cuatro años y medio de cárcel en febrero de 2024, haya sido absuelto y ... ahora sea inocente? La última sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña basa su argumentación en la presunción de inocencia, uno de los principios de nuestro sistema jurídico. Creo que nadie lo cuestiona. Lo que sí se puede cuestionar es la confianza en un sistema que tajantemente ve pruebas claras y rotundas para dictar una resolución contundente y un tiempo después la contraria. Esto, como era de esperar, ha levantado ampollas y serias dudas en diferentes ámbitos. Los contradictorios fallos judiciales han generado una tremenda inseguridad en los procesos donde las victimas son mujeres que han sufrido violencia sexual: la primera y más palmaria, el freno a denunciar a los agresores. Llevamos ya demasiado tiempo denunciando que estos juicios adolecen de una profunda falta de perspectiva de género que debe aplicarse urgentemente, ya que las circunstancias de los hechos se desarrollan en el ámbito más íntimo de las mujeres y, por tanto, no pueden ser homologados al resto de situaciones judiciales. Admite el Ministerio de Igualdad que solo una de cada diez causas enjuiciadas por violencia sexual es condenatoria para el agresor. No son solo datos y hay una falta de involucración evidente para abordar esta cruda realidad.
Este nuevo caso de presunta violencia hacia una mujer por parte de hombres que ostentan poder, sea político, económico o de cualquier otro tipo, me revuelve de nuevo las tripas, me las zarandea y hace que la rabia me salga a borbotones por la boca. Sé que esto no es políticamente correcto pero en el fondo comparto muchas de las opiniones de algunas mujeres que han criticado esta sentencia. Otra cosa es que para expresarlas se utilicen unos términos u otros, y que haya que cuidar lo que se dice si ostentas un cargo público relevante. Es por ello que reivindico abiertamente mi derecho a la libertad de expresión (otro de los valores irrenunciables de nuestra democracia). Estar calladitas nunca va a ser una opción, aunque se nos eche encima la caterva patriarcal.
El caso es que esta mujer se ha dado de bruces con la presunción de inocencia para Alves, de lo que se deriva que a ella se le ha arrogado en cierto modo una suerte de culpabilidad, teniendo en cuenta que el tribunal ha considerado que sus pruebas no son ni fiables, ni creíbles. Es decir, la han revictimizado sin compasión para luego decidir no creerla. ¿Mentirosa? Llámenlo equis. Parece que a juicio del Tribunal Superior de Cataluña faltaban las imágenes que la cámara no pudo grabar dentro del lugar exacto donde se cometió la violación denunciada (como que eso no lo sabe todo el mundo, incluido el agresor). Y como ella entró en el baño voluntariamente, esto la hace parecer sospechosa. ¿Prejuicios? ¡Qué va! Si es que ya lo decían algunos cuando esto ocurrió: «Ella ya sabía dónde se metía». La culpaban de lo que había sucedido, blanqueando al agresor. Alguien debería explicar por qué son necesarias esas imágenes que han dado la absolución a Alves, pero que han dejado desasistida a la denunciante, saltándose el principio de la Ley Orgánica 10/ 2022, de 6 de setiembre, de garantía integral de la libertad sexual ('ley del solo sí es sí'), en la que se explicita: «Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona.» Igual es que a mucha gente esta ley no le hace ni pizca de gracia.
Y así frente a un futbolista que, por ejemplo, modificó su testimonio hasta cinco veces o, incluso, argumentó que estaba ebrio (licencia para agredir), el resultado no ha podido ser más demoledor. La mujer que denunció la violación se ha quedado sola con su relato y con las personas que la acompañaban aquella noche, las que la socorrieron y ayudaron y las que la han apoyado y declarado a su favor (incluidos los Mossos d'Esquadra) durante toda su penuria judicial. Esta mujer anónima (ella sí, no el denunciado) se ha quedado sola y desprotegida, únicamente con su verdad. Y eso sí que es cuestionable, además de miserable. La violencia institucional que ejercen las estructuras patriarcales ha hecho su trabajo transformándose así en violencia simbólica, como si fuera un toque de atención para todas las mujeres. A ella le han dicho a bocajarro 'no te creemos'. Pero nosotras sí te creemos, hermana, nosotras cuando salimos a la calle y gritamos 'si tocan a una nos tocan a todas' no es un eslogan que queda chulo, es que nos duele. Por eso hoy todavía con la resaca del 8-M te aseguro que no estás sola.
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